El rock es un universo distinto al rap |
Que los
géneros más fáciles de digerir sean los más fáciles de vender no debería
sorprender a nadie, de hecho, en cómputos globales la música más simple siempre
ha resultado más vendedora…, al menos en el corto plazo; por su parte, el rock
venderá más o menos, pero siempre ha contado y contará con público fiel
dispuesto a rascarse el bolsillo, siempre, y si los grupos del momento flojean,
siempre están los clásicos. Por otro lado, el estudio del que habla dicha
revista musical se refiere tanto a venta física como a descargas, cuando los compradores
de rock siempre han preferido el soporte real, sobre todo en formato de vinilo;
en este sentido no es despreciable el hecho de que el rap se consume muy
mayoritariamente a través de Spotify y otras plataformas digitales. Asimismo,
también hay que tener presente que los cantantes de rythm & blues a los que
se refiere la noticia tienen poco o nada que ver con el sentido, las formas y
las intenciones que ese género ha tendido desde que apareció, de manera que
puede afirmarse que todo ello, todo lo que se dice r&b hoy, es pop
comercialote, muy de usar y tirar, muy de consumo rápido (aunque, eso sí, tan
válido y respetable como cualquier otro competidor en las listas).
También
hay que tener en cuenta que, del mismo modo que una impresora 3D no es una
impresora, el hip hop no es música (para que algo pueda llamarse música ha de
poderse tararear, escribirse en una partitura o interpretarse de forma
instrumental), es decir, el rapero no canta (sino recita) al igual que la
impresora 3D no imprime (sino modela, construye); por ello su conexión con el
rock (con la música en general) es exclusivamente mercantil: son competidores dentro
de la industria del entretenimiento. Por lo demás, desde un punto de vista
artístico, podría decirse que el hip hop es un mundo separado de la música en
general, y especialmente del rock, por muchos años luz. En fin, que comparar el
rock con el rap es como comparar una novela con el manual de instrucciones de
la lavadora.
En
realidad, hasta hace poco la música rock tenía una consideración específica,
estaba un tanto apartada de los puestos altos de las listas de ventas, contaba
con mucha menos repercusión radiofónica y apenas tenía presencia en el día a
día del gran público; en otras palabras, el grupo y el comprador de rock sentían
el encanto de lo clandestino (rebelde, libre, irreverente, independiente,
‘underground’). Hoy la cosa es distinta, y aunque las radiofórmulas sigan
emitiendo más rap y/o regaetón que
rock, a nadie le extraña ya atisbar una pieza heavy como sintonía de un
anuncio, esperar en la cola del banco o hacer la compra en el súper mientras la
música de ambiente la pone una banda de metal. Tal vez por eso hay quien ya ha
puesto en el mismo saco la música rock y ese (muy respetable) recitado con
soporte musical que llaman hip hop.
Y se
puede ir un poco más allá si las cosas se ponen en perspectiva. Así, muchos,
muchísimos discos que encajan perfectamente en lo que se entiende como rock
clásico siguen vendiéndose en la actualidad; el caso más evidente es el de The
Beatles, que casi todos los años están entre los artistas más vendidos a pesar
del notable inconveniente de haber dejado de publicar hace casi medio siglo; y podrían
citarse muchos más discos, muchos más artistas cuyas canciones, a pesar de
pertenecer a otras épocas, no desentonan en la actualidad. Sin embargo,
resultará muy difícil vender, radiar o escuchar
álbumes y títulos de rap con diez o veinte años.
Lo que
resulta innegable es que en Estados Unidos, principalmente, quienes hacen hip
hop y los/las cantantes de ese supuesto rythm & blues alcanzan los picos de
ventas y gozan de mucha más fama y presencia en los medios que las estrellas
del rock, aunque a esto también contribuye el hecho de que las estrellas del
momento lucen mucho menos brillo que las supernovas de las eras doradas del
rock; y es que no aparecen quienes tomen el relevo a los viejos dinosaurios. Y
a ello se suma que los hip-hoperos y cantantes de presunto rythm trabajan mucho
las redes sociales, buscan llamar la atención permanentemente, sobre todo con
sexo, insultos o manifestaciones de cateto ignorante. Y los que se dedican al
rock destinan más tiempo y ganas a la música que a la difusión personal.
Sea como
sea, echar un vistazo a las listas de éxitos de Usa (el mercado más voluminoso)
o de cualquier país con ventas significativas puede resulta más aterrador que
la niña del exorcista. Lo bueno del asunto es que, más o menos, siempre ha sido
así, de modo que ¿qué hay de noticia en una situación que, salvo excepciones,
es la regla general?
La
competencia entre los diversos sectores de la industria del entretenimiento es
salvaje y cuenta con muchísimos rivales, por lo que tiene su lógica que el rock
& roll tire menos del consumidor que antes. Pero eso no debe considerarse
deshonor o derrota por parte de sus incondicionales, no es una situación nueva
y, además, tal vez vuelva a sentirse el cosquilleo de disfrutar con aquello que
no le gusta al sistema, a la industria, al comercio.
CARLOS
DEL RIEGO
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