lunes, 2 de octubre de 2017

EL ROCK TAMBIÉN HABLA DE LOCURAS… Una gran cantidad de españoles aquejados de una especie de locura colectiva se han embarcado en un viaje a la frustración. El rock & roll ha dejado unas cuantas canciones que tratan de eso, de los actos de los chalados, e incluso apunta soluciones.

En 'All the madmen' David Bowie habla de los padecimientos que sufrió su medio hermano en un siquiátrico.

Sí, en algunas partes del territorio de España (no sólo en el noroeste) se ven comportamientos que van contra toda lógica, contra cualquier principio de razón. Es como si hubiera una infección que empuja a la gente al desatino, al absurdo, a la conducta más insensata. El caso es que, desde que se inventó, el rock & roll se ha interesado por eso de los trastornos de las capacidades cognitivas, con lo que son muchos los autores que han escrito textos alusivos a estas dolencias; y no faltan los que  se han atrevido, además, a proponer soluciones…, alguna de las cuales se diría indicada para aquellos...

Uno de los primeros temas cien por cien rock & roll es el ‘Crazy man, crazy’ que publicó Bill Haley & His Comets en 1953, pero se refiere a las locuras adolescentes y de aquella época, como tocar muy alto, bailar hasta el amanecer…, que hoy, más que problema mental, parecen cosas de niños.

El siempre vigente David Bowie vio muy de cerca la demencia y comprobó por sí mismo sus terribles efectos, pues su medio hermano Terry era un esquizofrénico internado en una institución mental que terminó por suicidarse (se escapó, puso la cabeza en la vía y esperó…); su tensa y cambiante ‘All the madmen’ (‘Todos los hombres locos’) habla de ello abiertamente, de lobotomías, tranquilizantes y electroshocks, de depresiones y desequilibrios mentales. Algunos de sus versos son inquietantes, desasosegantes: “No estoy para nada bien, no me liberes (…) prefiero jugar aquí con todos los locos antes que perecer con los hombres tristes que deambulan en libertad”.

El tema de Elton John ‘Madman across the water’ comparte guitarrista con el anterior, pues en ambos toca el fabuloso Mick Ronson. Se trata de una de las piezas más oscuras del cantante, compositor y pianista y una de las más guitarreras; la letra (escrita, cómo no, por Bernie Taupin) va de un enfermo que grita cosas sin sentido durante la hora de visitas, aunque hubo quien aseguraba que se refería concretamente al presidente Richard Nixon, cosa que a Taupin le encantaba, aunque afirmó que el loco del texto no era nadie en concreto. “Volveremos el próximo jueves” le prometen, y cuando él se queda sólo se dice “El suelo es un largo camino hacia abajo (…) ¿volverán la próxima semana?, ¿podrá asimilarlo mi mente?”.   

Un tema tópico y fácil de recordar que trata sobre la pérdida de un tornillo es el fastuoso ‘Shine on you crazy diamond’ de Pink Floyd. Inolvidable es la larga introducción, las risitas, la entrada de la voz, los coros en tono dramático, las guitarras, la atmósfera, los infinitos efectos sonoros…, y luego la deriva instrumental y el final pacífico, cadencioso, casi resignado…, una canción imprescindible. También es sabido que se refiere al malogrado Syd Barret (S de shine, y de you, d de diamond), y en sus versos se narra la decadencia de una mente enferma; se dice que el propio Syd apareció en el estudio cuando la grababan, y que en principio los otros no lo reconocieron… “Cuando eras joven brillabas (…) ahora tus ojos son como agujeros negros en el cielo (…) tú, loco delirante y visionario”. También se refiere a Syd en ‘Brain damage’, daño cerebral, que incluye enloquecidas reflexiones del tipo de: “El loco está en la hierba (…) te veré en el lado oscuro de la luna”.

Alguien les llamó ‘Los locos de Forest Hills’, por lo que no puede extrañar que Ramones visitaran varias veces las celdas del pabellón psiquiátrico, aunque siempre sin ponerse serios. En su poderoso rock-pop ‘I wanna be sedated’ (muy en la línea del pop británico de los sesenta) explican lo desesperante que es no tener nada que hacer ni sitio a donde ir, sobre todo cuando se está en el hospital, así que “24 horas al día quiero estar sedado”. Tampoco contiene mucho el texto de ‘Bad brain’, que habla del que destroza su cerebro por las muchas fiestas y el mucho trasiego, por la fama y los placeres…, hasta que al final “ya no puedo recordar ni mi nombre”. En ‘Gimme gimme shock treatment’ muestran a un tipo que cree estar perdiendo la cabeza y pide eso, tratamiento de shock. Peor sería la cosa con la solución que propone ‘Teenage lobotomy’, uno de sus títulos imprescindibles y siempre de los primeros en sus directos; viene a decir que el DDT hizo su trabajo y ahora “soy un verdadero enfermo (…) soy un adolescente lobotomizado” y con poco más cerebro que “los caracoles y las babosas”. Eso sí, a diferencia de otros que se fijan en eso de la ida de coco con seriedad y profundidad, Ramones siempre lo hicieron en tono divertido y socarrón. En todo caso,  sin la menor duda, hay gente a la que le vendría bien alguna de estas terapias…

También el dinámico ‘Madness’ de los idem (el original es del jamaicano Prince Buster) no es otra cosa que alegría y fiesta, que es a lo que se refiere esa ‘locura’. Todo lo contrario que lo que reflejan Tears For Fears en ‘Mad world’, donde un chaval vive en un mundo loco en el que todo es pesimista, la gente corriendo en círculos, de un lado a otro, y en el colegio la profe “hace como que no existo”, y “los sueños en los que muero son los mejores”. Finalmente parece oportuno recordar el angustioso ‘El hospital’ que Carlos G. Berlanga escribió para Alaska y Los Pegamoides; describe en primera persona los sufrimientos del desdichado que está internado en un sanatorio mental.

Sí, algunos están para ser internados.

CARLOS DEL RIEGO


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