miércoles, 11 de octubre de 2017

EL LEONÉS QUE DESPUÉS DE MUERTO ACOJONÓ AL GRAN MOCTEZUMA. El 12 de octubre es una fecha aprovechada por desinformados y malintencionados para vilipendiar todo lo referido al descubrimiento y conquista. En todo caso, se produjeron hechos muy curiosos, como el del leonés cuya sola cabeza espantó al monarca azteca.

En una de las batallas de los españoles y sus aliados tlaxcaltecas contra loz aztecas murió el leonés de enorme cabeza, Juan Argüello 

Ignorantes de un lado y otro del Atlántico siguen empeñados en modificar la historia. Así, hay sitios donde el 12 de octubre ha sido designado como el día de la resistencia indígena. Y ello sin tener en cuenta o sin saber que cuando llegaron los españoles, los territorios que hoy conforman México estaban en permanente y violentísima guerra de todos contra los aztecas; eso explica por qué tantos y tan fácilmente se aliaban con los recién llegados, como los tlaxcaltecas, los totonaques, los zapotecas…, que resistían al dominio mexica y cuyos caciques se quejaban continuamente, insistentemente, de la tiranía sangrienta que ejercían los mexicanos. Una anécdota narrada por Bernal Díaz del Castillo (testigo ocular, presencial) en su imprescindible ‘Historia verdadera de la conquista de la Nueva España’ es más que ilustrativa: Un enviado de Hernán Cortés llegó a un pueblo llamado Guazacualco, cuyos caciques, al entender que eran enemigos de los aztecas, les ofrecieron toda su ayuda y les contaron que “había poco tiempo que tuvieron una batalla con ellos, y que cerca de un pueblo de pocas casas mataron los de aquella provincia a los mejicanos muchos de sus gentes, y por aquella causa llaman hoy en día donde aquella guerra pasó Cuylonemiquis, que en su lengua quiere decir donde mataron a los putos mejicanos”. Este y otros muchos episodios similares demuestran que la mayoría de los habitantes del territorio que hoy es México no hacían más que resistirse a la sangrienta opresión ejercida por el pueblo dominante, el azteca, regido por el gran Moctezuma. Esta es la verdadera resistencia indígena.

Este emblemático monarca mejicano se las vio con la cabeza cortada de un leonés… y salió huyendo en cuanto la tuvo delante. Cuenta Bernal que Cortés dejó una pequeña guarnición de cuarenta soldados, auxiliados por unos dos mil totonaques, en la Villa Rica (Veracruz) mientras él avanzaba hacia México-Tenochtitlán. En cierto momento, fuerzas mexicas atacaron, pero los aliados de los españoles les tenían tal pavor que a la primera refriega escaparon gritando aterrorizados; los españoles se quedaron solos y aun así consiguieron resistir , aunque al final casi todos murieron, capitán incluido, pero no un soldado que, capturado malherido, lo llevaban a Moctezuma como gran trofeo. Díaz del Castillo explica: “Le llevaron un soldado vivo, que se decía Argüello, que era natural de León, y tenía la cabeza muy grande y la barba prieta y crespa, y era muy rebusto (sic) de gesto y mancebo de muchas fuerzas”.

Es preciso imaginarse el aspecto del tal Argüello (con orígenes, seguro, en la comarca leonesa de Los Argüellos, cuyo nombre está acreditado desde el siglo XIV) como un tipo alto y muy fuerte, criado en los rigores y fríos de la montaña con las mejores cecinas y embutidos, con un cabezón enorme y una negra y frondosísima barbaza; asimismo es fácil deducir que el angelito, una vez metido en batalla, debía repartir a diestro y siniestro con una fiereza y contundencia que asustó y asombró a los atacantes.

Un poco más adelante, el soldado-cronista detalla cómo fue el encuentro entre el gran Moctezuma y el cabezón del leonés: “… y aun le llevaron presentada la cabeza del Argüello, que paresció ser murió en el camino de las heridas, que vivo le llevaban. Y supimos que el Montezuma, cuando se la mostraron, como era rebusta y grande y tenía grandes barbas y crespas, hobo pavor y temió de la ver, y mandó que no la ofreciesen a ningún cu de Méjico”. Es decir, el poderosísimo Moctezuma (hay especialistas que afirman que su nombre era Motecozuma), sentado en su trono y rodeado de muchos caciques, capitanes y soldados, casi se lo hace encima cuando le presentaron la inmensa y barbadadísima testa de Argüello, la cual, seguramente, conservaría una expresión de rabia, un acongojante rictus de furia, como si en cualquier momento pudiera recobrar la vida y lanzarse contra todos los que le rodeaban…; por eso el soberano azteca ordenó que no se ofreciese en ningún templo de su ciudad.     

Y esa es, casi, toda la información que existe en torno a este grandón (leonesismo). Casiano García publicó en 1946 un interesante estudio titulado ‘Leoneses en América’, en el que compendia los nombres de todos los leoneses (de los que se tiene noticia) que tomaron parte en la conquista. Este autor añade que el cabezón se llamaba Juan Argüello, y dice que “le hirieron muy malamente y le cogieron a tiempo que no podía ser socorrido y así lo llevaron queriendo hacer presentación de él al Emperador y sacrificarlo en sus templos. Aun herido mucho les costó llevarlo, pues sus fuerzas extraordinarias le ayudaron a que se defendiera como un toro de todos los que le rodeaban. Consiguieron atarlo y, aun así, su gesto era tan terrible que les infundió pánico y no se atrevían a mirarlo. Murió por fin de las heridas (...) y le cortaron la cabeza (…) cosa que hicieron los capitanes”.

Esto es todo lo que se sabe de aquel tiarrón de cabeza desmesurada, espesas barbas y una fuerza de la naturaleza en combate, aquel leonés que, con dos riñones, impresionó de tal modo a Moctezuma y sus huestes, que no se atrevía ni siquiera a mirar su cabeza inerte… Hay que suponer que, incluso sin vida, sus ojos abiertos debían ser ciertamente aterradores, sobre todo para los mexicanos que lo habían visto pelear y, seguro, escuchado sus desaforados y amenazantes gritos.

Juan Argüello, español de León, murió en México a finales de 1519. Han quedado para la historia su tremenda figura y su indomable valentía.  


CARLOS DEL RIEGO

No hay comentarios:

Publicar un comentario