miércoles, 30 de agosto de 2017

ESCENAS DE TEATRO DEL ABSURDO EN CATALUÑA. Resulta difícil entender cómo tantos catalanes han accedido a subirse a un escenario tan surrealista como el que se ve hoy en esa región. Un ejemplo perfecto del absurdo que no teme el ridículo lo dieron en la TV3 cuando dijeron que en México se habla mexicano.

Como en El flautista de Hamelín, muchos catalanes siguen, como hipnotizados, a unos líderes que los conducen a un sitio imaginario, inexistente.
Lo que está protagonizando el gobierno autonómico de Cataluña con respaldo de una parte significativa de la población, más allá de la ruptura de la legalidad democrática, semeja una puesta en escena surrealista, puro teatro del absurdo. No sólo se inventan y retuercen la Historia a su conveniencia, sino que hay quienes se han autoconvencido de que las cosas son y serán como ellos desean, no como son en realidad. Es por eso que el independentismo defiende con vehemencia que Leonardo da Vinci, Cervantes o Colón (entre otros) eran catalanes, que todas las esferas políticas mundiales están pendientes de ellos y acogerán su invento con entusiasmo, o que la democracia consiste en pasar por encima de las leyes que estorban e imponer una idea por riñones. A ojos de la realidad esto choca con la razón, pero a ojos del que vive su propio imaginario todo eso coincide con la absoluta verdad, y no hay argumentos ni evidencias que le hagan siquiera dudar.

Durante la manifestación de repulsa a los atentados de Barcelona y Cambrils, en donde algunos mostraron ese fanatismo que antepone la idea política a todo lo demás, los comentaristas de la televisión catalana, la TV 3, dejaron en evidencia sus bochornosos prejuicios y una buscada y consciente ignorancia; así, se atrevieron a decir: “A mi espalda unas personas mexicanas que han hecho sus lemas en mexicano, México está con vosotros”. Soltar tal disparate muestra (otra vez) que los segregacionistas no tienen miedo al ridículo; en primer lugar, en México no se usa el vosotros, sino el ustedes, por lo que el lema ni siquiera estaba escrito en la variante mexicana; y por otro lado, en este país norteamericano se habla español…, salvo que también exista el uruguayo, el costarricense o el ecuatoriano; están dispuestos a cualquier cosa, incluso a la mayor necedad, antes que mentar las palabras prohibidas. Es una prueba muy ilustrativa de lo que sucede en Cataluña: todo es lícito si ayuda a la separación, sea verdad o mentira, legal o ilegal, moral o inmoral; por eso, queda claro que se pretende imponer una idea prejuiciosa y generalizadora de todo lo que suene a español. De paso puede afirmarse que en la televisión catalana (así como en todo organismo controlado por el gobierno autonómico) sólo entran los que manifiesten una adhesión incondicional a la idea separatista, en lo que es un caso claro de discriminación en función de creencias políticas.

Y en ese mismo planeta imaginario viven los políticos segregacionistas. Así, en el utópico e imposible caso de que esa región española se desgajara, nunca sería una auténtica democracia, pues la idea que tienen los que conducen este disparate (los políticos desleales) es controlar todos los poderos, el legislativo, el ejecutivo, el judicial y el mediático; más aun, afirman que promulgarán una ley por la que entrarán automáticamente a formar parte de la Unión Europea, así como otras para continuar, unirse o separarse de otros organismos y pactos internacionales…, sin tener para nada en cuenta la opinión y legislación de esos organismos. Pensando exclusivamente en los catalanes independentistas, dan ganas de animarlos a que se lancen a ese abismo para que así comprueben por sí mismos que las cosas no son como les prometen; sin embargo, hay que tener en cuenta y apoyar a la mayoría de catalanes, que no quieren esa situación porque son conscientes de que se trata de una auténtica locura de consecuencias imprevisibles aunque, seguro, calamitosas.

Como no podía ser de otro modo, muchos de los embarcados en este titanic se sienten unidos a grupos antisistema, justifican el terrorismo yihadista, se identifican con bandas proetarras, dan muestras evidentes de xenofobia y, en fin, ven con simpatía a otras facciones de ultraizquierda.

Teniendo todo esto en cuenta, ¿es posible imaginar un estado de derecho en estas condiciones y con estos individuos en el poder?     

CARLOS DEL RIEGO


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