Algunos que se dicen animalistas son fanáticos violentos_ además, esclavista se escribe con S, no con X_ evidentemente su ignoracia abarca todos los campos.. |
Fue en un pueblo de Madrid pero ha
sucedido en otros lugares; además, pintadas con insultos, amenazas y maldiciones.
No ha sido el primer ataque ni será el último, pero los descerebrados asaltantes
han subido un peldaño más en la escalera de la violencia; asimismo, como es
lógico, en algunos casos los agredidos se han defendido, lo que quiere decir
que los ataques pueden derivar en sangrientas riñas callejeras.
Se mire por donde se mire, parece claro
que sólo una mentalidad totalitaria puede amenazar de muerte y dar de
garrotazos a un desconocido que no le ha hecho nada y que está dentro de la ley,
y da igual cuál sea el motivo de ese comportamiento. Por eso, lo de la
protección de los animales es sólo un pretexto, una manera de justificar sus
ansias de imponer su idea por la fuerza; es decir, podría servir cualquier otra
cosa para dar rienda suelta a su ira. A nadie le parece mal que haya quien se preocupe
por el trato correcto a los irracionales, de modo que si en un circo, en una
vivienda o en una granja se vulnera la ley que los protege contra el maltrato
(que no es éste el caso), lo suyo es denunciar, no agarrar una estaca para
aporrear de un modo salvaje e irracional al prójimo.
Si el amigo de los animales actúa con
arreglo a la razón y las normas, puede hacer mucho por ellos y a nadie le
parecerá execrable su postura, pero si lo que mueve a la persona es la rabia y
la frustración más que otra cosa, el resultado de sus actos le será muy
contrario. A diferencia de los integrantes del resto del reino animal, que se
rigen según sus instintos y su bioquímica, los homo sapiens cuentan con armas
para contener sus impulsos, sus deseos, sus furias. Sin embargo, como queda
comprobado, hay especímenes del único mamífero bípedo que no son capaces de
sujetar sentimientos como la frustración, la insatisfacción, los arrebatos de
cólera…, con lo que se dejan llevar por sus instintos más salvajes. El ser que
no cuenta con la posibilidad de razonar no puede hacer otra cosa que la que
hace, pero el racional posee recursos como la inteligencia, la conciencia o la
posibilidad de elegir. No obstante hay casos en que parece que el humano
arrincona la inteligencia, no hace caso a la conciencia y elige comportarse
como una bestezuela parda; entonces, cuando este individuo se encuentra con
personas e ideas contrarias, con situaciones que no le gustan y no entiende,
reacciona según lo que dicten sus instintos primarios, que se materializan en
forma de frustración, insatisfacción, enfado supino. Al recurrir a estos
métodos y comportamientos, este sujeto, este tipo de criatura demuestra que con
quien está frustrado, insatisfecho y enfadado es consigo mismo, y por eso su
reacción es furibunda y violenta independientemente de la ‘causa’ que lo mueva.
Si a ello se añade la sensación de superioridad moral, de poseer la verdad sin
la menor duda o matiz, es fácil convertir la frustración, la insatisfacción y
la ira en violencia. La mentalidad totalitaria y fascistoide siempre encuentra
culpables, siempre se cree legitimada para señalar a los reos de paliza y ejecutarla.
Eso sí, si alguien se atreve a pagarles con la misma moneda, si otros utilizan contra
ellos los mismos métodos, enrojecerán de indignación y se les llenara la boca
de ‘fascistas’, ‘violentos’, ‘ultras’.
En fin, lo del amor a los animales es
la excusa elegida, puesto que no sólo pueden verse por ahí animalistas matones,
sino que esta actitud es idéntica a la de los que protestan contra el sistema y
destrozan cajeros, coches o escaparates, idéntica a la de quienes irrumpen en
una tienda amenazando para llevarse mercancía o imponer la huelga, idéntica a
la de quienes impiden que se dé una charla en la universidad, idéntica a la de
quienes golpean a las mujeres, idéntica a la de los que desean la muerte de un
niño enfermo… ¿Cómo puede alguien decirse amante de los animales y, a la vez,
proclamar su odio hacia personas?
Más que preocupación por los animales,
estos falsos animalistas que recurren a la agresión alevosa evidencian preocupación
por sus congéneres, pues al igual que aquellos, carecen de capacidad mental para
controlar sus impulsos más primarios y, por tanto, para imponer su humanidad sobre
su instinto animal.
CARLOS DEL RIEGO
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