A pesar de sus limitaciones físicas, Ian Dury enumeró y cantó un sinfín de razones para estar alegre.. |
El sentimiento general (siempre hay excepciones) en la noche del 31 de diciembre es de júbilo, cosa que ocurre, en mayor o menor medida, en los cinco continentes. Y en todas partes se celebra el estreno del año con fiesta, música, baile, buen humor y buenos deseos y propósitos. Una oportuna selección de canciones empuja al jolgorio, sobre todo si se trata de títulos sin mayores pretensiones, sin otro afán que la diversión. Muchas son las canciones de la estirpe del rock & roll que se hicieron con ese propósito. Estas que siguen son sinónimo de guateque, de bailoteo, de sarao…
Pocas tienen más carga de contento y
disfrute como el clásico de Kool & the Gang ‘Celebration’. Su ritmo
contagioso, su cadenciosa guitarra funk, sus arreglos de viento, su melodía,
sus voces…, todo conduce a eso, a la celebración. Es perfecta para poner a todo
el mundo en movimiento. No en vano, cuando la escuchó la madre del cantante del
grupo (JT Taylor) le dijo “vas a estar cantando esta canción el resto de tu
vida, así que prepárate”.
Otra que constituye un seguro de
complicidad con cualquier audiencia es el inmortal ‘Land of 1000 dances’,
versión Wilson Picket en 1966. Y es que resulta del todo imposible resistirse
al ‘na na na na na’, y a las sucesivas invitaciones a bailar como el watusi,
como Long Tall Sally, como el cocodrilo, en el callejón o sobre tu espalda; la
versión original, de 1962, mencionaba hasta 16 tipos de baile.
También procedente de los sesenta puede
pincharse el ‘Dancing in the estreet’ con la seguridad de que todo el personal
la va a agradecer. El título (escrito, entre otros, por el genial Marvin Gaye)
ha conocido un sinfín de versiones en todas las épocas y estilos; sin embargo,
la que más encanto atesora es la de Martha & The Vandelas. La entrada con
saxos y trombones es infecto-contagiosa, y a partir de ahí ya no hay quien se
resista. A pesar de su contenido no es más que “hace buen tiempo para bailar en
la calle” (más o menos), como se hizo en el apogeo de la lucha por los derechos
civiles en USA, muchos interpretaron que en realidad animaba a manifestarse por
las calles.
Pieza ligera, saltarina, revoltosa,
simpática es el ‘Dancing in heaven (Orbital be-bop)’, de los británicos Q Feel,
un grupo que sólo hizo un álbum y de quien sólo se recuerda esta canción. Es electro-funk-pop
intranscendente, tanto que fue compuesta con un baratísimo teclado Casio, el
cual se consideraba en aquellos años (1982) como lo más cutre, poco más que un
juguete (lo peor que se podía decir de un sonido tecno era: ‘parece hecho con
un Casiotone’). El ritmo es vivísimo, con un sonido limpio y melodía muy
marcada; habla de eso, de bailar, de dejar que los pies te lleven muy lejos… Y
nada más.
Pero sin duda, quien propone más
razones para ser feliz es el malogrado Ian Dury con su rítmica ‘Reasons to be
cheerful, part 3’. La canción se le ocurrió después de que un par de ‘pipas’
que montaban su escenario para un concierto estuvieran a punto de morir
electrocutados, entonces, a Ian Dury se le ocurrieron razones por las que
merece la pena estar alegre y no avinagrado. Así, con un endiablado toque
funky-disco, el poco agraciado cantante va enumerando una lista de razones por
las que hay que estar contento; por ejemplo Buddy Holly y el ‘Good Golly Miss
Molly’, Elvis y Scooty (Moore, su guitarrista), el sexo, la generosidad y la
cortesía, el vino y el servicio nacional de salud, Woody Allen, Dalí y Dimitri
(Shostakovich, un compositor ruso), salir de la cárcel, sentarse en el inodoro
o una cura para la viruela, Harpo, Groucho y Chico (Marx, claro), ser un poco
tonto, sonreír, compartir… Sí, a pesar de sus limitaciones físicas, el
inolvidable discapacitado tenía razón: hay muchas razones para estar alegre.
Y un título tópico, de esos que lo
dicen todo, es el ‘Shiny, happy, people’, de los estadounidenses REM. Este
‘Gente feliz y radiante’ surge cuando Michael Stype vio un poster de propaganda
chino con una leyenda parecida luego del suceso de la plaza de Tianamen. Es un
tema luminoso, alegre y optimista con el que Stype quiso demostrar que podía
ser más gracioso que lo que aparentaba en la mayoría de temas de su repertorio,
en los que da impresión de gravedad.
Alegrías de todo el planeta convergen
con el inicio del nuevo año. Más vale conservar esas sensaciones hasta el
próximo, y nada mejor que ayudarse con la música más alegre.
CARLOS DEL RIEGO
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