Los extraterrestres son, de momento, cosa de ciencia ficción |
Raro es el día que los medios de comunicación no
publican alguna noticia relacionada con los extraterrestres y con la
posibilidad de vida lejos de la Tierra, con hipotéticas civilizaciones en otros
lugares de la galaxia, con descubrimientos de planetas parecidos a este o con
ciertas señales que podrían ser de seres que viven a años luz… Asunto tan
apasionante atrae tanto a científicos como a profanos. Lo curioso del caso es
que existe una elevada proporción de especialistas en el Cosmos (también entre
la población en general) que dan por segura la existencia de vida e incluso de
inteligencia en incontables planetas. Sorprende que expertos en la materia
exijan pruebas concluyentes en otras cuestiones, mientras en esta se conforman
con posibilidades estadísticas, con supuestos teóricos, con conclusiones que
parten de hipótesis indemostradas y, de momento, indemostrables.
Unos investigadores de una prestigiosa universidad
estadounidense han publicado hace unos días su estimación al respecto: la Vía
Láctea podría albergar 78 millones de civilizaciones inteligentes; es más,
afirman que antes de 1.500 años algunas de ellas se habrán puesto en contacto
con nosotros (no hacía falta fiarlo tan largo, con que hubieran dicho cien años
valía, pues ninguno de los presentes estará aquí para entonces, ni ellos para
decir “os lo dijimos” ni el espectador para recordarles la errónea predicción)…
Otros grupos de cosmólogos sostienen con rotundidad que es totalmente imposible
que no haya más planetas que alberguen vida superior, o sea, inteligencia
tecnológica. Incluso el famoso Stephen Hawking (de quien algunos de sus colegas
dicen que hay otros mucho más capacitados que él, pero con la desventaja
mediática de no ir en silla de ruedas) se atreve a dar por cierta la existencia
de vida racional fuera de este sistema solar; su última idea (cada cierto
tiempo publica una) es lanzar pequeñísimas y abundantísimas naves movidas por
un láser (a velocidades cercanas a la de la luz) hacia el espacio profundo con
la esperanza de que lleguen a alguien y que conteste… Conjeturas parecidas se
adueñan de titulares casi a diario, pero lo cierto es que no tienen la más
minúscula base real.
Y también hay astrofísicos que se basan en la
llamada ecuación de Drake para dar por cierta la presencia de organismos
razonables lejos de la Tierra; así, la susodicha es un galimatías de variables
cuyos valores nadie tiene ni la más remota idea de cuáles pueden ser, o sea,
los factores son desconocidos y, en consecuencia, es imposible determinar el
resultado. No faltan sabios que afirman que se sabe con gran aproximación el
número de estrellas que hay en el universo…, a pesar de que los mejores telescopios
no han visto más allá de unos 13.500 millones de años luz, lo que quiere decir
que no saben qué hay más allá.
Lógicamente, es muy fácil dispersarse en un espacio
inimaginablemente grande. Por eso cabe preguntarse, ¿el universo es finito o
infinito?, si es finito ¿qué hay más allá?, y si es infinito ¿cómo lo asimila
una mente finita?; ¿cómo saber si el Big Bang que dio lugar al universo
conocido fue el primero y el único?, ¿qué había antes?, ¿cómo saber de dónde
salió esa partícula infinitamente pequeña e infinitamente densa qué ‘explotó’ y
produjo ese Big Bang?, ¿cómo saber si hubo otros antes o después, e incluso si
ahora mismo se están produciendo otros big bang a quinientos mil millones de
años luz, muy lejos del alcance de cualquier radiotelescopio?; ¿cómo saber si
las leyes que rigen aquí también son válidas en otros lugares? Y así
sucesivamente.
Por otro lado, al pensar en entes lejanos, el hombre
no imagina otra cosa que algo parecido a lo que conoce, o sea, algo basado en
su propia percepción; sin embargo, puede que existan otras modalidades de vida
que hoy ni siquiera se pueden soñar, del mismo modo que Sócrates jamás pudo
soñar con Instagram. Asimismo, es tremendamente difícil que la vida arraigue en
un planeta (u otro objeto celeste) y que éste sea tan propicio y estable como
para que la evolución conduzca a la inteligencia, pues depende de cientos de
variables, de manera que si una no aparece o se da en la proporción incorrecta,
la vida tal y como se entiende se vuelve imposible.
Sea como sea, hay que admitir que, de momento, no
existe ni el más mínimo atisbo de indicio de la existencia de seres
inteligentes si no es en el tercer planeta del Sistema Solar. Y por ello,
hablar de millones de civilizaciones en esta galaxia, y afirmar que antes de
milenio y medio tendremos noticias de ellos sin la mínima prueba indiscutible,
se acerca bastante a la adivinación y la futurología. Igualmente, basar esta
creencia en la cantidad de posibilidades que el universo proporciona tampoco es
una evidencia concluyente, ¿quién sabe?, tal vez la especie humana esté
destinada a ir colonizando planetas, sistemas, galaxias a lo largo de miles y
miles de millones de años…, algo parecido a lo que hizo el homo sapiens, que
desde el este de África alcanzó todos los rincones del planeta.
Lo más desconcertante es que gran cantidad de
astrofísicos y estudiosos del espacio aseguran no entender que haya ‘creyentes’
(en la religión) aun cuando no hay pruebas para creer, y sin embargo, no tienen
problema en confesar que ellos ‘creen’ que la vida es cosa común en el universo
a pesar de que tienen tantas pruebas para apoyar su creencia como aquellos en
la suya; bien podría afirmarse que unos y otros tienen una confianza, una
convicción, una fe muy similar, lo que vendría a contradecir a los que creen en
lo que creen pero desprecian a otros que creen otras cosas.
En fin, a la luz de los conocimientos actuales es
imposible afirmar con una base científica sólida que existan seres inteligentes
lejos de aquí. Lo cual no quiere decir que no existan…
CARLOS DEL RIEGO
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