John Denver tenía pasión por los aviones, escribió sobre ello y murió en un accidente aéreo. |
Está muy extendida la creencia (falsa) de que el
avión es el transporte más seguro…, cosa cierta mientras no tenga problemas en
vuelo (avería, atentado, choque), ya que de producirse alguno el resultado es
sinónimo de ‘no hay supervivientes’. El rock (el espectáculo en general) ha
pagado un tributo muy elevado al camino, al viaje, y por eso quienes lo
escriben han tratado el tema abundantemente, especialmente cuando el accidente
se produce en la carretera; sin embargo, aunque en mucho menor medida, tampoco
se olvidan de expresar su preocupación y su visión del peligro inherente al
vuelo. No es cuestión de volver a repasar la lista de héroes del rock que se dejaron
la piel a bordo de un avión (todo interesado sería capaz de recordar media
docena en el acto), pero sí que parece oportuno recorrer unas cuantas de esas
canciones que hablan de la catástrofe aérea; por cierto, se trata de títulos
poco recomendables para poner de música ambiental en cualquier viaje por aire.
Sí, como decía el gran Elvis Costello en 1979,
‘Ocurren accidentes’ (‘Accidents will happen’), aunque este tema nada tiene que
ver con el desastre y la muerte en tránsito (iba de infidelidad y
remordimiento). El cantautor estadounidense John Denver es un caso especial; a
pesar de tener pasión por los aeroplanos y de ser un piloto experimentado,
había compuesto en 1969 una pieza que no dejaba de traslucir cierta inquietud
por tomar aviones, la dulce ‘Leaving in a jet plane’, en la que decía: “Abrázame
como si no me dejaras irme, porque me marcho en un avión y no sé cuándo
volveré”; para su desgracia, el prolífico y comprometido artista pilotaba su
avión cuando cayó al mar y murió en 1997.
Los Everly Brothers cantaron la tragedia, en 1961,
en ‘Ebony eyes’; es una excelente melodía que tiene tres partes que describen
el suceso casi en directo; la primera muestra los pensamientos de la chica que
viaja en el avión; la segunda (hablada) cuenta la inquietud de su novio que la
espera en el aeropuerto, el vuelo se retrasa y él pregunta asustado en la
ventanilla, hasta que los altavoces dicen que los familiares y amigos de los
pasajeros del vuelo tal vayan a la capilla a informar…; la tercera parte vuelve
al avión, y aunque parca en la descripción, queda clara la situación: “sentí
una quemadura en mi interior”, y luego habla del cielo, de los ángeles, del
premio maravilloso.
Mucho más ambigua es la intención de Pink Floyd en
la letra de ‘Lerning to fly’ (1987), pues se han aportado hasta tres posibles
significados de la misma; uno de ellos apunta al pensamiento de un piloto que
ve cómo se forma hielo en las alas, y en sus versos explica: “no puedo mantener
mis ojos en el cielo que da vueltas (…) ninguna sensación se compara con esto,
animación suspendida, un estado de dicha”.
Realmente el asunto de los aparatos que se estrellan
no está demasiado presente en el repertorio de los grandes iconos del rock; sin
embargo en otros planos sí que hay ejemplos de canciones creadas pensando en
estas desgracias. Por ejemplo, el escasamente conocido grupo estadounidense Bright
Eyes publicó en 2005 ‘At the botton of everything’, un inquietante texto en el
que cuenta los pensamientos de quien sabe que es inevitable irse ‘a lo más
hondo’, mientras el piloto pide disculpas… Asimismo, la voz acariciadora de
James Taylor canta en su ‘Fire & rain’ estos descriptivos versos: “Dulces
sueños y máquinas voladoras hechas trizas sobre la tierra”. Descarnadas son las
palabras de los californianos Pavement, quienes en su ‘Hit the plane down’
decían con toda crudeza: “Asúmelo, no hay supervivientes, no hay supervivientes”.
Los Relient K (asociados siempre a lo que se conoce como rock cristiano)
sueltan en su ‘Down in flames’, 2001, palabras tan terribles como “finalmente
se quedó dormido en el avión, despertando para ver que estamos cayendo en
llamas”.
Son canciones, en todo caso, que reflejan
situaciones dramáticas y que, evidentemente, pueden poner nervioso al pasajero
timorato, sobre todo si hay turbulencias. Claro que sería peor que se
proyectaran películas como ‘El vuelo del Fénix’ o ‘¡Viven!’.
CARLOS DEL RIEGO
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