El violista Jordi Savall, especialista en música antigua, exige subvención para todos los artistas y la Cultura en general |
Este especialista en música antigua ha rechazado el
Premio Nacional de Música como protesta por las actuales directrices del
Ministerio de Cultura y, en general, por la postura del ministro respecto a la
Cultura en general. Para empezar, hay que destacar la coherencia y honradez del
artista, quien ha obrado en consecuencia con sus ideas: está en desacuerdo con
los gobernantes y, por tanto, no acepta prebendas de estos; contrasta esta
actitud con la mostrada hace unos meses por unos estudiantes premiados por el
mismo ministerio y su titular, los cuales abominaron de las políticas e incluso
de las ideas del susodicho pero, asombrosa e hipócritamente, a la vez que se
negaban a darle la mano, alargaban la otra para aceptar los dineros. De todos
modos, también es oportuno recordar que Savall sí aceptó no hace mucho una
distinción similar procedente de la Generalidad de Cataluña, la cual sólo
promociona y subvenciona obras de arte (cultura en general) cuando esconden o
exhiben ideología catalanista, postura con la que comulga el músico en cuestión.
En fin que, bien mirado, tampoco se puede señalar a Savall como modelo de
congruencia.
Declara que renuncia porque este ministro (al igual
que los que le han precedido) no lo ha recibido para escuchar sus propuestas,
pensadas para “preservar, difundir y grabar el maravilloso patrimonio musical
antiguo”, y porque nunca ha visto a Wert en sus conciertos. El compositor,
investigador e intérprete de música de otras épocas denuncia asimismo la falta
de subvención a los creadores en general.
En resumen, Savall exige en voz alta más dinero, más
subvención para todo el que se dedique al arte y la cultura. Quiere decirse,
por tanto, que el músico de Igualada reclama al gobierno que se encargue de sostener
(costear) todos los gastos que ocasionen las trayectorias de todos los artistas
de España, y por tanto grita para que el erario ingrese dinero a los grupos de música
antigua, orquestas sinfónicas, dúos, tríos, cuartetos de cuerda, quintetos…, a
todos los tenores, sopranos, mezzos, contraltos…, a todos los grupos de danza
clásica, flamenca, moderna…, y en general a todo tipo de bandas y agrupaciones
musicales; y sin olvidarse de ciclos, festivales, certámenes, concursos,
montajes, grabaciones, ediciones… Por supuesto, el eminente violista no se
olvida de otros artistas ajenos a la música, y así exige que se pague a todos
los directores y actores de cine y de teatro (¿profesionales y aficionados?, ¿y
los de televisión?), y también para todas las películas, series y obras teatrales
(incluyendo otras artes escénicas como la danza) que se ruedan o ponen en
escena. No se olvida de pedir para todos los escritores (novelistas y
narradores, poetas, ensayistas, historiadores), pintores, escultores y
grabadores, para todos los dibujantes e ilustradores (incluyendo los de cómic y
los de los periódicos), orfebres, ceramistas y el resto de quienes trabajan las
artes plásticas; ¿y los grafiteros? Tampoco hay que excluir del maná a los
especialistas en ‘performances’, ‘happenings’, instalaciones y, en fin, a
quienes se dedican al denominado arte contemporáneo. Ni que decir tiene que
también han de tener derecho al reparto de efectivo las bandas de gaitas y las
de música tradicional, los combos de saxofones o las masas corales. E
igualmente también son cultura y deben percibir subsidios los grupos de heavy y
de punk, de jazz, de pop y demás subgéneros de ahí derivados (regaetón incluido).
¿Y por qué no las orquestas de verbena? ¿La moda y la gastronomía no son también
cultura?...
Y todo eso sin contar apartados culturales ya
subsidiados, como puedan ser la restauración y conservación de patrimonio
histórico-artístico, las bibliotecas, los museos… La lista puede seguir
desglosándose casi hasta el infinito, y más a día de hoy, cuando cualquier cosa
puede señalarse como arte, tener acceso al museo o al escenario y, ¡cómo no!,
derecho a la beca correspondiente. En resumen, que si el Estado (el
contribuyente, vamos) tiene que pagar a todo el que decida dedicarse al arte,
todo artista se convertirá en funcionario, por lo que habría que ir pensando en
las consiguientes oposiciones, ya que todo el mundo se declararía artista. Sea
como fuere, la partida destinada al capítulo del arte y los artistas se
elevaría hasta lo delirante, lo insostenible.
Eso sí, la propiedad intelectual sigue perteneciendo
al artista, es decir, el ciudadano ha de pagar si quiere disfrutar de la obra
artística, y da igual si la película, concierto o montaje, si los discos,
libros o cuadros gustan y se venden o no. Quiere decirse que el artista exige
pago estatal contributivo por ser un artista y, a mayores, pago individualizado
a cargo del consumidor. Lo que sí es inadmisible, sin embargo, es la
disparatada carga impositiva que recae sobre las obras y actividades
culturales, que las convierte en artículos de lujo; si no exentas, su iva
debería ser mucho más bajo.
En este pedir y pedir a papá Estado sólo falta que
se le exija una ley que obligue a todos los españoles a consumir artes y
culturas, a acudir a un mínimo de conciertos y eventos culturales (música, cine,
teatro, danza), a comprar un mínimo de libros, discos y obras plásticas…, y si
no es así, se sancione al ciudadano. En caso contrario Jordi Savall tachará de
ignorantes (término que siempre tiene en boca) a todos los que no coincidan con
él en cuanto a gustos y preferencias, gastos y subvenciones.
Alguien lo dijo alguna vez: las subvenciones siempre
son injustas, pues es imposible subvencionar a todos.
CARLOS DEL RIEGO
Creo, amigo Carlos, que has dedicado demasiada tinta a este señor. Está claro. tú mismo lo apuntas, el carácter catalanista de su actitud. Y por otro lado, subvencionar toda la Cultura, en todas sus manifestaciones, sin medir su grado de importancia ¿es posible? ¿se le puede exigir a un gobierno ese cumplimiento? ¿No son suficientes asignaciones de premios, como el que él ha rechazado, para ayudar a los que destacan en su parcela cultural? Lo dicho, demasiada tinta. Un saludo cordial.
ResponderEliminarGracias amigo Andrés. Por si fuera poco, hoy escuché al director teatral Albert Boadella (crítico con el catalanismo), que hablaba de cómo las instituciones catalanas le boicoteaban en Cataluña, hasta el punto de que éstas presionaban incluso a los empresarios para que no contrataran a su grupo (Els Joglars). Es esa misma Generalidad a la que elogia Savall..., porque a él sí que le subvenciona... En fin, no hay peor ciego...
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