El primer círculo se ha cerrado. |
Algunos ceporros desarrollan pasiones casi
patológicas por, sobre todo, artistas. Esto se da muy habitualmente en el campo
del pop y el rock, donde cada espectador verdaderamente interesado puede tener
más química, más empatía con unos que con otros, y de entre todos siente una
identificación especial, una especie de confluencia orgánica con uno en
concreto. Tal hecho se comprueba con la extinta banda neoyorquina The Ramones
como objeto de aquella inexplicable pasión.
Tommy puso velocidad al estrepitoso sonido Ramones |
Así es, el singularísimo grupo está instalado al
completo en el difuso universo de la leyenda (en realidad ya estaba ahí), y es
rarísimo el adicto al rock que no tiene al cuarteto de ‘locos de Forest Hills’
entre sus nombres de cabecera. En este sentido, resulta curioso que pueda verse
una camiseta de Ramones en cualquier parte del mundo (por cierto, cuando dos se
encuentren sería casi emocionante que una exclamara ‘¡hey ho!’ y la otra
respondiera ‘¡let´s go!’ levantando discretamente el puño) y también lo es el
hecho de que sus canciones hayan entrado en la cultura popular a través del
cine, las series de televisión, la publicidad…, curiosidad que reside en que
nunca fue un grupo de grandes ventas (su primer disco alcanzó la cifra de medio
millón hace unos días) y en que su sonido era simplón y ruidoso, cualidades
poco mercantiles.
Poco antes de grabar su histórico primer álbum, en
el lejano 1976, Joey era el batería y Dee Dee bajista y solista, pero como éste
era incapaz de cantar y tocar a la vez, decidieron que Joey pasara al micrófono
y que un colega, Tommy, se encargara de baquetas y timbales, puesto no muy
comprometido ni exigente dado lo esquemático de aquellas primeras canciones. De
este modo, Tamas Erdelyi (húngaro él) pasó a ser Tommy Ramone; tres elepés
absolutamente gloriosos contaron con el ritmo generado por él, pero como no le
gustaban las giras y el viaje permanente, se pasó a la parte de atrás del
escenario, convirtiéndose en productor del grupo, al que conocía a la perfección
(claro). Todo incondicional de esta pandilla (que, seguro, conoce estos
detalles) habrá notado una sacudida, un estrujón a su corazón al enterarse de
que el cáncer se llevaba al último vivo de los que estaban allí en aquel
momento. Sí, como todos esos saben, Joey sucumbió al cáncer en 2001, Dee Dee a
las drogas en 2002 y Jonnhy también al cáncer en 2004.
Seguro que habrá ceporros que desde hoy se sentirán
‘okupados’ por la emoción y no dejarán de colocar en el plato (o como sea el
reproductor) un disco, una canción del estrepitoso y genial grupo. Y es que los
momentos más excitantes, los sentimientos más profundos, las experiencias más
potentes de muchas vidas se produjeron mientras atronaban las canciones de
Ramones…, y pocas cosas tienen el poder evocador de una canción. El propio
Tommy lo dijo: “Más que música, Ramones eran una idea, y devolvieron al rock el
‘feeling’ que había perdido”.
Ramones es ya puro mito, banda de culto, y a partir
de ahora, su leyenda irá creciendo hasta que llegue a la altura de los grandes
héroes de esta revolución permanente que se llama rock & roll.
Sin embargo, aun se mantiene un último rescoldo de tan
mítica banda, pues el segundo batería del grupo, Marky Ramone, recorre
escenarios de todo el mundo empeñado en recordar sus títulos emblemáticos;
ojalá pueda seguir haciéndolo muchos años.
Dee Dee, ya estáis todos, ya puedes soltar eso de
“¡Ua, ta, fi, o!”.
CARLOS DEL RIEGO
No hay comentarios:
Publicar un comentario