Esto también es Cataluña. |
Muchas veces, los catalanes catalanistas esgrimen
que no hay nada que los una a España (en realidad lo correcto es “al resto de
España”), pero están muy equivocados o simplemente manipulados por
historiadores forofos y fanatizoides, tanto que afirman que “los que exigen
educación bilingüe para sus hijos los están maltratando, están abusando de
ellos”; y es que hay infinidad de lazos entre esta región y el resto, empezando
por la historia de Hispania que iniciaron los romanos. Cataluña se benefició de
la mano de obra andaluza, extremeña o castellana y ésta prosperó allí; por eso,
hay miles y miles de catalanes que se apellidan García, Fernández, Pérez o
Rodríguez, y también hay Gracia, Carbonell, Alba, Cervera, Rivelles o Roca en
otras regiones españolas; los siglos en común han propiciado apellidos gallegos
y extremeños en los antiguos condados catalanes, igual que a la inversa. ¿Puede
haber algo que una más?
Por ejemplo, siempre se ha tenido como uno de los
principales vínculos las ligas y competiciones deportivas; así, ¿de verdad todo
el barcelonismo podría pasarse sin enfrentamientos regulares con el madridismo?
Las ligas españolas (de fútbol, baloncesto y balonmano sobre todo, pero no
solo) perderían muchísimo sin los equipos catalanes, pero sin duda éstos
perderían mucho más.
Otro de los nexos entre la esquina oriental y el
resto está en la cultura; los grupos de pop y rock, de jazz o de clásica actúan
en toda España sin atender a su procedencia, uno de Valladolid llena el Paláu y
todo el público corea sus canciones, e igualmente el de Barcelona en Madrid. Ni
que decir tiene que pintores o escritores exponen y presentan sin que se tenga
en cuenta el lugar de nacimiento. ¿Y la gastronomía?, ¿y la historia?, ¿y el
Arte?, ¿y Barcelona 92? Y por supuesto, el idioma castellano. Así en
prácticamente todos los planos.
No se puede olvidar que hay muchísimos eminentes
catalanes que se sienten heridos cuando contemplan cómo paisanos suyos silban y
abuchean al Rey, al himno, a la bandera de su país; la relación sería
interminable, pero se pueden mencionar a Montserrat Caballé y a Pau Gasol, a
Loquillo, Arcadi Espada, Albert Boadella, Eduard Punset… Y cómo no acordarse de
Tarradellas o de aquel directivo del Barça de entrañable recuerdo, Nicolau
Casáus, dos de los verdaderos exponentes del ‘seny’ (sensatez, cordura). Se
trata de personajes que no quieren que su tierra se vuelva más pequeña y
encerrada en sí misma, que no desean una Cataluña provinciana y endogámica; es
en estos grandes catalanes en quienes hay que pensar cuando los fanáticos
insultan y ofenden.
Y, por si fuera poco, la abundancia y proliferación
de políticos desvergonzados y trincones es tan común en Cataluña como en
Andalucía o Madrid (no parece necesario recordar nombres y casos); se trata de
otro factor de unión, de un denominador común entre los gobernantes y
dirigentes de cualquiera de las diecisiete comunidades. No hay que ponerse en
lo peor, pero es oportuno recordar que las mayores catástrofes del siglo XX
fueron provocadas con el pretexto último del nacionalismo más populista y
patriotero.
CARLOS DEL RIEGO
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