Un parlamento democráticamente elegido no tiene poder para convertir en justa cualquier ley o disposición |
Existe en este país una asociación que lleva años
exigiendo la legalización de la pederastia. Asombrosamente, ¡su propuesta ha
sido debatida en el parlamento holandés como si fuera la subida del iva!, ¡incluso
un juez les llegó a dar la razón! De momento esta patulea, este ‘klan’ ha sido
prohibido, pero ¿y si sus asquerosas iniciativas hubieran sido aprobadas? ¿Cuál
sería la siguiente salvajada a debatir? Hay que tener en cuenta que, aunque
parezca increíble, aquella asociación de pervertidos tiene sus publicaciones,
con fotos deleznables, y el líder de la secta fue encarcelado por posesión de pornografía
infantil y por abusar de un niño de 11 años. Es de locos pero esta manada de
depravados no se esconde, tienen su lugar en la sociedad holandesa, que lo ve
como algo normal…, ya que de otro modo reaccionaría escandalizada. Además, la
asquerosa oferta añade que el sexo con los niños llegaría tras consensuarlo con
sus padres…, o sea, que desean convertir a éstos en proxenetas (“¿Le parece
bien que me lleve a su niño a mi casa un rato?”, preguntarían a los padres).
También viene de allí una ley que obliga a que los
animales sean convenientemente sedados antes de ser sacrificados; cabría
preguntar si los niños exterminados en el vientre de su madre son sedados o se
les sacrifica sin anestesia (hay que tener claro el concepto de que la criatura
dentro del vientre materno no es como el hígado o el corazón de la madre, sino
que es un ser diferente, vive dentro de ella, a su costa, pero no es ella, no
forma parte de ella, es otro ente, otra vida con un corazón que ya late a las
seis semanas de embarazo). De este modo, puede colegirse que en aquella tierra
una cabra de seis meses tiene más derechos que un no nacido de seis meses.
Y por si fuera poco, no sólo se permite la
eutanasia, sino que casi se anima a ella. La última innovación es permitir la
eutanasia a menores. Si hay que viajar a Países Bajos no sería exageración
proveerse de un gran letrero que dijera “No eutanasia”, puesto que según la
corriente actual si te rompes una pierna corres grave peligro de que te peguen
un tiro, como a los caballos heridos en el Oeste, y además lo harán convencidos
de que te están haciendo un gran favor… ¿Exageración?, puede ser, pero piénsese
que quien acaba por matar a su mujer suele empezar con un insulto.
Todas estas disposiciones han surgido del parlamento
holandés. Sin embargo, hay que tener presente que la democracia no legitima
todo, la votación democrática de un parlamento legalmente constituido no tiene
poder para convertir en justa cualquier idea, proposición o iniciativa. Por
ejemplo, antes de la Guerra de Secesión de Estados Unidos (1861-65) los confederados
(sudistas) tenían como legal la esclavitud, pues así se había decidido en los
estamentos principales de cada estado; cuando desde el norte les conminaban a
que terminaran con tan odiosa y antinatural práctica la Confederación contestó
que no se metieran en sus asuntos, que eso era cosa interna, que todos los
sudistas blancos estaban de acuerdo en mantener la esclavitud, que Lincoln y La
Unión estaban atentando contra su derecho y contra su libertad, incluso que sus
“negritos” eran felices así… Igualmente, también salieron de la cámara alemana
(surgida de las urnas) las llamadas Leyes de Nurenberg (1935), que permitían
todo tipo de agresiones contra los judíos; democráticamente fueron votadas por
los representantes del pueblo y lograron el consenso preciso; paradójicamente,
el III Reich también promulgó leyes que protegían a los animales, con durísimas
sanciones contra quienes les hicieran daño. Evidentemente, moralmente, una
votación democrática no es (no debería ser) instrumento para legitimar y justificar
cualquier salvajada que se proponga a debate.
Lo que subyace en esas leyes holandesas que
persiguen a los que viven en el vientre de su madre, a los menores y a los
enfermos, es un auténtico acoso y derribo, una auténtica caza de los más
débiles, de los más indefensos. Y todo ello con la apatía (cuando no con el
aplauso) del pueblo holandés.
¡Qué mentalidades! Abominan de lo que hicieron allí los
tercios y el Duque de Alba hace 500 años y ahora, hoy, ellos lo superan en
ruindad, egoísmo, cobardía, vileza (y sin recordar cómo institucionalizaron el
racismo, el apartheid, en Sudáfrica). Lo más chocante es que se piensan una de
las sociedades más avanzadas, sin embargo, facilitar la muerte de los más
desvalidos e inermes no es avance, es regresión, pura decadencia moral.
Aunque se consideren de otro modo, aunque sus leyes
surjan democráticamente, estas sociedades están dando los primeros pasos por el
camino que lleva a la animalidad.
CARLOS DEL RIEGO
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