Madness, uno de los grupos más divertidos del último medio siglo. |
Pocos géneros musicales están tan asociados a la
diversión despreocupada, a la alegría porque sí, como el ska. Originado en
Jamaica y antecedente del reggae, fue reelaborado en Inglaterra en la segunda
mitad de la increíble década de los setenta del siglo pasado, y justamente hace
35 años se publicó el álbum que situó definitivamente el vivaracho ritmo en el
universo que dominan el rock y el pop. De este modo, aunque en aquel momento
hubo quien entendió aquello como poco más que ‘pachanga’ con charanga y
pandereta, lo cierto es que el irresistible atractivo del ska está ya tan
asimilado que cualquier banda de cualquier género puede hacer una en ese plan
sin que nadie se sorprenda. Aquel disco era, claro está, el ‘One step beyond’
de los inigualables Madness.
Comenzaba ese álbum con un discursito en el que se definían
como posesores del “sonido más marchoso y facilón que existe actualmente”.
Después, una auténtica locura: ritmo hiperacelerado, un instrumental bastante
limpio, dirigido por el saxo, dinámico y sin demasiada floritura, con atmósfera
festiva y saltarina que invitaba a dejarse llevar; ciertamente la cosa era muy
simple, demasiado simplona dijeron algunos (incluso hubo quien aventuró que eso
no tendría el menor futuro), pero el caso es que contagiaba ganas de saltar, de
dejarse llevar por esa algarabía bulliciosa que desprendía su vibrante ritmo y
su aire despreocupado y optimista. En el vídeo del tema homónimo del LP, ‘One
step beyond’, mostraban cómo hacer para disfrutar de aquello plenamente, o sea,
cómo bailar ska; el resultado es desternillante y aun hoy produce un efecto
similar al del Flautista de Hamelín, es puro movimiento, vitalista y divertido,
gamberrismo inocuo. Pero aquel álbum emblemático contenía mucho más. ‘My girl’
es medio ska medio reggae (en realidad éste es la versión lenta de aquella) y
presenta una melodía encantadora. ‘Night boat to Cairo’ es vehemente, emotiva,
y tiene un saxo que deja clara la conexión con el jazz, sobre todo en sus
arrebatados pasajes instrumentales. ‘In the middle of the night’ ralentiza la
cosa y, sin perder tensión, tiende más al reggae. ‘Madness’, la que cierra el
disco, es otro canto a la despreocupación y la intrascendencia en el que se
repite eso de ‘madness’, locura. Además hay instrumentales encantadoramente
desquiciados, como el delicioso ‘Tarzan´s nuts’ o la adaptación skatalitica de
‘El lago de los cisnes’ de Tchaikovski, que el grupo se atrevió a hacer con un
resultado sorprendente…, mostrando también una ingenua y sana inconsciencia; es
como si quisieran decir algo así como “eh, sí, hacemos música fácil, pero
podemos tocar lo que sea”. En fin, se trata de un disco ideal cuando la
trascendencia agobia y se necesita perspectiva: tiene efectos euforizantes.
Por otro lado, aquel 1979 vio cómo aparecía otro de
los emblemas del género, el primer Lp de los Specials que, producido por un tal
Elvis Costello, regalaba joyas skatalíticas como ‘A message to you’, ‘It´s up
to you’, ‘Nite club’ o la pegajosa ‘Monkey man’.
El caso es que aquello del ska, la propuesta más
enloquecida del universo de la música popular, arraigó de tal modo que es rara
la banda que no se marca uno de vez en cuando, aunque habitualmente camine por
otros terrenos; incluso hay grupos que mezclan punk y ska para arremeter contra
todo. Por cierto, entonces, al final de los setenta, uno de los pioneros del género
en español tenía una muy buena que recomendaba “Salid por las noches, no
pringuéis en casa”...
CARLOS DEL RIEGO
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