lunes, 23 de diciembre de 2013

LOS ESPECIALISTAS DEL ROCK MELÓDICO O SOFT ROCK La baladita, la pieza lenta siempre ha tenido su espacio en el universo del rock, y tal vez por eso el soft rock siempre ha contado con legión de seguidores; dentro de este subgénero destaca por encima de todo el grupo californiano de los setenta Bread


David Gates, cantante, guitarrista, compositor y líder de Bread
Desde el primer momento hubo lugar para la canción melódica dentro del rock, de hecho sería difícil señalar algún grupo de este estilo que no haya hecho nunca una lenta, una baladita, una pieza de ritmo pausado y ambientación ligera. Sin embargo, a finales de los sesenta y durante los setenta del siglo pasado surgieron un buen número de bandas que apostaron por quitar peso al sonido, por suavizar la distorsión y ralentizar las cadencias, por rehuir las letras trascendentes y, en fin, eliminar todas las aristas, bordes punzantes e irregularidades que siempre caracterizaron al rock en su más estricto sentido. Sí, las canciones de ambiente acaramelado han existido siempre y muchas de ellas deslumbran por más tiempo que pase; sin embargo, para que una canción pausada resulte ha de estar basada en una melodía inspirada, ha de tener gracia y clase, y esa armonía que parece engarzar a perfectamente con los correspondientes receptores cerebrales…, y esto es francamente difícil, requiere mucho talento, ingenio y acierto a la hora de dar forma a la idea; y si no es así se cae fácilmente en el saco de de la música ambiental (del hilo musical) o, peor aún, en el vagón de los “miguelnosé”, “alexlumbago” o “pabloalmorrán”. 
  

A aquellos grupos que quisieron hacer rock sin rabia ni mala leche se les inventó un término, soft rock o light rock, subgénero que ha realizado una importante aportación a la causa de la música, con algunos grupos excelentes y un puñado de canciones inolvidables. La lista puede ser larguísima, pero se pueden mencionar nombres fácilmente recordables que hicieron rock ligero, como Chicago, que comenzó más cercano al jazz-rock y luego fabricó clásicos del soft, James Taylor, con su modulada y sugerente voz, Carole King, autora de suaves delicias, Gilber O´Sullivan y sus tiernas creaciones, los Bee Gees hasta lo del ‘sábado noche’, Al Stewart, que nunca dio una voz más alta que otra, el Gran Chris Rea, The Carpenters e incluso Crosby, Stills & Nash tienen espacio en este saco (cierto que casi todos trabajaron también en otros campos con buenos resultados). Por cierto, aunque muchos lo colocan en la misma estantería, lo que se llamó AOR (rock orientado para adultos), del tipo de Toto, Steely Dan, Peter Frampton…, no es en puridad soft rock por más que también ofrezca un sonido pulido y repeinado.



Pero tal vez sean los californianos Bread los que más merezcan el título de abanderados del rock menos ruidoso. Aunque se reunieron en alguna ocasión, su momento óptimo dura desde 1969 hasta 1972, con cuatro álbumes muy recomendables, sobre todo si se sabe degustar la melodía elegante y delicada. Algunos de los temas de Bread son verdaderas joyas por las que no pasa el tiempo; se trata de canciones firmadas por el líder del grupo, David Gates, un músico de formación clásica (su padre era profesor de piano) y muy dotado para la composición que supo adornar sus canciones con una pizca de sicodelia, sutiles matices folk, graciosas armonías vocales y comedidos arreglos de guitarra, teclado, cuerda... Pero por encima de todo, lo más valioso de su aportación, lo que realmente perdura, son sus melodías, a las que el paso del tiempo no hace sino mayores.

En esos cuatro años mágicos Bread despachó una docena de números uno, títulos que hoy siguen fascinando por la finura y elegancia de sus melodías, el buen gusto de los arreglos, la clase y distinción de los acabados y, en fin, lo fácil que resulta retener esas armonías. Entre las canciones imprescindibles del cuarteto de Los Ángeles está la emocionante ‘Everything I own’, auténtica maravilla cuyo dulce estribillo mantiene su magia y atractivo aunque hayan pasado cuarenta años; la enamoradiza ‘Baby I´m a want you’ con sus cambios de intensidad y su característico toque de guitarra; ‘If’, que comienza con un trémolo sicodélico y se abandona en la atmósfera más relajada; la cálida, aterciopelada, acogedora ‘Make it with you’; ‘Look what you´re done’, tan fácil de tararear; ‘Guitar man’, que a veces parece arrancarse; la estupenda y más ágil ‘Too much love’ y su sutil acercamiento al country-rock; ‘Let your love go’, que casi suena contundente, igual que ‘Down on my kenees’; o ‘Modern freedom’, con la que recuerdan que lo suyo no deja de ser rock.     
    
Y es que este estilo no sólo admite el volumen brutal, la distorsión ruidosa, los ritmos como estampida y, en fin, el sonido más salvaje, sino que también permite las buenas melodías en ambientes calmados, las voces y expresiones más educadas y acicaladas, la decoración primorosa y exquisita. 


CARLOS DEL RIEGO 

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