Screaming Lord Sutch saliendo de casa |
Sí, lo de la fiesta de Haloween llega procedente de
Estados Unidos, motivo suficiente para muchos para rechazarla al tenerse por
símbolo de colonización yanqui, aunque lo cierto es que su origen es europeo,
celta por más señas, y además, hay muchas otras cosas surgidas en USA que han
sido aceptadas de buen grado en todo el mundo como, por ejemplo, el mismo rock
& roll. Desde el primer momento de éste hubo quien vio las posibilidades de
combinar rock y horror, eso sí, sin impostura y con todo el sentido del humor
posible. La lista es más amplia que lo que en principio pudiera parecer.
El primero que hizo tal cosa fue el americano (¡cómo
no!) Screaming Jay Hawkins, que gustaba de montar espectáculos disparatados,
circenses y a veces con tintes macabros, y tal cosa empezó a verse en escena
nada menos que en 1956, cuando lanzó su primer disco y su mayor éxito, el
fabuloso ‘I put spell on you’, pieza mil veces versionada y que, curiosamente,
parece recobrar brillo cada vez…, y es que composición tan acertada será
revisada dentro de un siglo y seguirá resultando cautivadora. La lástima es que
el bueno de Hawkins, a pesar de haber editado una docena de álbumes y actuado
hasta el agotamiento, apenas volvió a lanzar canciones para el recuerdo (tal
vez ‘Feast of the mau mau’). Murió a comienzos del año 2000.
Su influencia fue inmediata en un inglés que incluso
se hizo llamar Screaming Lord Sutch y que ya en 1958 tenía su propio grupo.
Este curioso y singular personaje es de los que dejan huella. Fue el primer músico
inglés que se atrevió a llevar el pelo largo, sí, antes que Beatles, antes de
los sesenta. Sus espectáculos eran desternillantemente terroríficos,
carnavaladas disparatadas con él vestido al supuesto modo de Jack el
Destripador, rodeado de calaveras, saliendo de un ataúd, gritando
desaforadamente y, en fin, adelantándose años a lo que luego será habitual en
los grandes conciertos de rock: el espectáculo paralelo a la música. Su estilo
era eminentemente rock & roll, arreglado de modo original y contundente,
con mucha clase y gusto; pero lo mejor es que anticipó incluso facetas puramente musicales, pues hizo
auténtico punkabilly mucho antes de que aparecieron los Stray Cats o el punk, y
para demostrarlo nada mejor que escuchar su trepidante ‘Scream & scream’ o
cualquier otra de las que aparecen en la cara Rock de sus vinilos, pues
habitualmente en sus discos no había cara a y cara b, sino ‘Rock side’ y
‘Horror side’. En ambas hay canciones memorables que, injustísimamente, están
en el saco del olvido, como la insuperable ‘Jack the Ripper’, la increíble
‘Rockabilly madman’, la maravillosa ‘She´s falling in love with the moster man’
(esos coros), ‘All black & hairy’, ‘Monster rock’…, y qué decir de sus
visiones de clásicos del rock como ‘Good golly miss Molly’, ‘I´m a hog for you’
o ‘The train ketp a rollin’…, buenísimas, únicas. Por si fuera poco, este pintoresco
personaje tiene mucho más que contar, como que a su lado tuvo guitarristas como
Jimmi Page, Jeff Beck o Ritchie Blackmore, bajistas como Noel Redding
(Hendrix), baterías como John Bonham (Zeppelin), Mitch Mitchel (Hendrix) o el
mismísimo Keith Moon. Ah!, y también montó una emisora de radio pirata, y fundó
un partido político (con aires paródicos) con el que se presentó más de 40
veces al Parlamento Británico sin lograr nunca su objetivo. Pero ese humor
ácido y burlesco tenía su contrapartida; padecía fuerte depresión y murió (se
suicidó) en 1999.
Alice Cooper fue (cuenta la leyenda) una bruja que
vivió en América en el siglo XVII, y otra leyenda afirma que el espíritu de
aquella indicó a Vince Fournier, a través del tablero de la ouija, que adoptara
su nombre para su nuevo grupo y para él mismo. Brujerías aparte, Alice Cooper
ya estaba en marcha en 1964 y vivió una década como banda, aunque el cantante
sigue en solitario desde entonces, y con muchas ganas de asustar al personal.
Serpientes enroscadas por su cuerpo, ahorcamientos simulados, guillotinas,
sillas eléctricas…, sus actuaciones fueron de lo más teatral que se ha visto.
Su sonido también fue pionero, con guitarras muy distorsionadas y con sucesión
de acordes muy característicos, tanto que las primeras veces que se mencionó el
término ‘heavy metal’ se referían precisamente a Alice Cooper. Siete elepés con
su grupo y más de dos docenas en solitario señalan que el macabro cantante
nunca ha estado mano sobre mano. Títulos suyos para el recuerdo son ‘School´s
out’ (la entrada de guitarra es crucial en el posterior devenir del heavy),
‘Elected’, ‘I´m eigteen’, ‘Under my wheels’… Lo curioso es que tan siniestro
artista es un cristiano devoto: “destrozar una habitación y beber cerveza lo
hace cualquiera, lo difícil es ser cristiano, eso es rebelión”, dijo hace unos
diez años.
En los primeros setenta del siglo pasado surgió un
grupo que supo meter en la marmita los ingredientes más aterradores para
conseguir la pócima de un sonido novedoso y hoy inconfundible. The Cramps tomó
rock & roll como base, le puso un ambiente de 60´s garaje y remató con
rabia punk; el resultado fue una de las propuestas más escandalosamente
esquemáticas que hayan sonado en el planeta rock, pues apenas una guitarra
(poco distorsionada y tendente al punteo) coronaba a una sección de ritmo
simple hasta el extremo; la voz grave y profunda de Lux Interior (muerto hace
tres o cuatro años) aumentaba la poderosa personalidad de un grupo único. Su
estética, además, tendía a películas y series de televisión de los cincuenta y
sesenta, como las pelis de terror de serie B o la Familia Monster; por si fuera
poco, la guitarrista, Poison Ivy, destila morbo por los cuatro costados, y
cuando al bajo estaba Candy del Mar el escenario ardía como el mismísimo
infierno…, con Lux poniendo voz ‘frankenstinesca’. Sus canciones son de una
sencillez a veces insultante, pero poseen un atractivo casi absoluto, pues
resulta imposible escapar del embeleso divertidamente tenebroso de piezas como
‘What´s inside a girl’, ‘Get off the road’, que suena como si se hubiera metido
una grabadora en un aquelarre, ‘I ain´t nothing but a gorehound’, puro
rockabilly, o la poderosa ‘Weekend on mars’, que destila punk y rock de
principio a fin (vídeo imprescindible). De todos modos, cualquier álbum de The
Cramps merece la pena.
Muchos otros han entrada, por una u otra puerta, en
el lado oscuro. Se puede mencionar a los increíbles Alien Sex Fiend, que además
se niegan a dejar de ser lo que han sido toda la vida (necesario escuchar su
‘Ignore the machine’); a los casi olvidados The Lords of the New Church, con el
‘dead boy’ (muerto en 1990) Stiv Bators a la voz solista (que procedía de un
grupo llamado Dead Boys) y con un sonido muy pulido e incluso elegante (títulos
imprescindibles son ‘Dance with me’, ‘Live for today’, ‘Roussian roulette’); además,
muchos grupos heavys y góticos han utilizado recursos, poses y técnicas
‘inventados’ por aquellos. Hasta el excesivo y barroco Marilyn Manson podría
hacer una buena escena Haloween.
CARLOS DEL RIEGO
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