El dichoso tratado en versión española e inglesa. |
El
asunto de Gibraltar recobra protagonismo. Incluso se puede llegar a pensar que,
por fin, un gobierno español va a intentar poner las cosas en su sitio. Así, si
Inglaterra se aferra al Tratado de Utrech para hacer valer sus derechos, España
está en el suyo de no otorgar nada que no aparezca en dicho pacto. Hay que
recordar que en aquel acuerdo no se decía nada respecto a aguas territoriales o
espacio aéreo, por lo que Gibraltar, en puridad, no tiene argumentos para exigir
tales cosas. Y del mismo modo las veces que los ingleses han expandido
ilegalmente la superficie de la colonia, apropiándose de terreno en base a
‘hechos consumados’. A ello se puede añadir que Gibraltar es un paraíso fiscal
(allí hay casi más bancos que habitantes) en el que se blanquea dinero de
droga, de narcotráfico, de tráfico ilegal de armas…, que vive como parásito de
España, pues los gibraltareños no cotizan pero se aprovechan de servicios
españoles, que lleva a cabo prácticas prohibidas en todos los puertos
occidentales (como la existencia de barcos-gasolinera o el lavado de los
tanques de combustible), que cuando les parece se dicen colonia y cuando no que
son estado soberano…
Aunque
parezca innecesario, es bueno recordar que Inglaterra atacó Gibraltar sin estar
en guerra con España, ya que simplemente apoyaba a uno de los pretendientes a
la corona española a comienzos del siglo XVIII; pero como quiera que su
candidato ya había abandonado la lucha, atacó el peñón sin motivo o
provocación, mostrando su vocación de pirata, y se quedó con él. Luego, en el
mencionado tratado (en realidad fueron varios) había que elegir entre continuar
la guerra o hacerse a las pérdidas.
Durante
el presente año (2013) el gobierno español ha venido poniéndose más y más serio
respecto al (según parece) irresoluble problema de Gibraltar, volviéndose
absolutamente escrupuloso respecto a la consideración y trato de un territorio
ajeno a la Unión Europea. Lógicamente han puesto el grito en el cielo todos los
enemigos declarados de España: primero Inglaterra y el propio gobierno de
Gibraltar, y luego los que detestan a este país desde dentro, los que odian
desde el nombre hasta la última de sus tradiciones, como los partidos
nacionalistas catalanes o los partidos políticos nominalmente de izquierdas;
por cierto, alguien debería recordar a los catalanistas cómo Inglaterra rompió
el pacto con ellos y los abandonó cuando comprobó que su candidato no ganaría y
que, por otro lado, obtendría grandes ventajas comerciales con el Tratado (como
el monopolio de la trata de esclavos). Curiosamente todos esos enemigos de
España han coincidido en señalar que estas no son maneras, que era mucho mejor
el trato con el anterior ministro, y subrayan que exigir rigor y el
cumplimiento estricto de la ley no es más que “acoso” o “chulería”. Sin
embargo, si tus adversarios añoran lo bien que estaban con el predecesor y
denuncian la mala situación actual, no exige demasiada cavilación concluir que
lo de hoy les molesta; es decir, si los que te odian se enfadan con lo que
haces es que has tomado una medida beneficiosa para ti y mala para el enemigo: el
mal de mi enemigo es el bien para mí, y viceversa.
La
disputa con Inglaterra viene de muy atrás, ya que quisieron participar en la
conquista y comercio americanos costara lo que costara, usando diplomacia o
piratería; y es que son muy legalistas hasta que la legalidad interfiere en sus
intereses.
El
asunto de Gibraltar tiene muy difícil solución. Por un lado están los
gibraltareños, que se sienten muy ingleses unas veces y muy soberanos otras,
según convenga; por otro los ingleses, que nunca han cedido más que cuando no
han tenido más remedio (Revolución Americana); y finalmente los españoles, que
consideran que el ataque al peñón fue un acto de traición (Inglaterra no estaba
en guerra con España) y piratería. Los primeros viven muy bien, sin impuestos y
con todos los servicios, los segundos ocupan un lugar estratégico, y los
terceros apenas tienen armas con las que imponer sus razones. Y ahora la cosa se
complica, pues se incorporan a la disputa los enemigos que España tiene dentro.
Sea
como sea, Inglaterra no va a soltar su presa, al menos sin llevarse algo a
cambio.
CARLOS
DEL RIEGO
BUENA LA NOTA, ESTAÌS VIVIENDO EN CARNE PROPIA LO QUE SUCEDE EN ISLAS MALVINAS ARGENTINAS. LOS PIRATAS INVADIERON CON ISLEÑOS ARGENTINOS VIVIENDO ENTONCES Y LO QUE ES PEOR CON UN GOBERNADOR EN FUNCIONES. SE LAS QUEDARON POR LA FUERZA Y A PARTIR DE ALLÌ NUNCA MAS, HASTA HOY Y A PESAR DE LAS ORGANIZACIONES MUNDIALES, SE DIGNARON A DISCUTIR NINGUN TIPO DE NEGOCIACION. TODO ESTO ANTE EL SILENCIO COMPLICE DE TODOS LOS PAISES EUROPEOS Y POR SUPUESTO DE SUS SOCIOS YANQUIS. PAISES IMPERIALISTAS ESTOS DOS QUE SE CANSARON DE ROBAR, JUNTO A ESPAÑA LAS RIQUEZAS NATURALES DE NUESTRO CONTINENTE. BIEN, ALGUN DIA SE HARA JUSTICIA.
ResponderEliminarJUANCHI, ARGENTINA.-
Amigo argentino, estoy de acuerdo en todo (los piratas ingleses, el apoyo yanqui, el olvido de Europa respecto a las Malvinas...), excepto en lo de que España robara las riquezas. Salvo que pertenezcas a etnia nativa, estás hablando de tus antepasados; Argentina lleva dos siglos independiente, y a los españoles de hace quinientos años sólo les interesaba el oro, no las tierras u otras riquezas naturales. De todos modos, si hubieran llegado antes a Sudamérica los ingleses (mira lo que hicieron en el norte, mataron a todos los que había y se quedaron con todo), holandeses (en Sudáfrica impusieron la segregación racial), franceses (repasa lo que hicieron en Argelia o Indochina) o chinos (su invasión de Corea)..., hubiera sido peor, y alguien tenía que llegar.
ResponderEliminarVolviendo al principio, el robo de las Malvinas es un acto de piratería inglesa muy parecido al robo de Gibraltar y sólo les interesa a los afectados, o sea, a los demás países les tiene sin cuidado Malvinas y Gibraltar (por cierto, España lleva más tiempo que Argentina viviendo en carne propia los actos de estos piratas).
Gracias. Saludos