FALSOS DEPORTES
ATLETISMO DEPORTE |
Los Juegos
Olímpicos se han convertido en el evento de mayor impacto entre la población a
escala mundial, primacía sólo discutida por otras citas deportivas. Y tal vez
sea por esto que el calendario de los juegos no deja de crecer: cada vez son
más las disciplinas que se convierten en olímpicas.
Hay que
reconsiderar, en mi opinión, la presencia de ciertas competiciones en el
programa olímpico. Por un lado están los deportes nuevos que surgen al albur de
la moda, y por otro las modalidades que, en sentido estricto, no deberían ser
consideradas deportes.
Entre las
actividades que no deberían entrar en el planeta del deporte están algunas con
tanto seguimiento como la natación sincronizada, la gimnasia rítmica y el
patinaje artístico, disciplinas que en ningún caso han de ser consideradas
olímpicas. Tal afirmación les parecerá a algunos una barbaridad, pero existen
argumentos que la sustentan. El más contundente es el hecho de que ninguna de
las tres está sometida a la dictadura del centímetro, del segundo, del
marcador, sino que lo que cuenta en ellas es la belleza, la sincronización, la
coreografía, la elegancia..., conceptos que nada tienen que ver con el
verdadero deporte, en el que no importa si lo has hecho bonito o feo, elegante
o desgarbado mientras el balón entre o llegues a meta antes que tus rivales.
PATINAJE ARTÍSTICO, DANZA |
Por otro lado
podría discutirse, no sin base, si la otra gimnasia, la antes conocida como
gimnasia deportiva y ahora como gimnasia artística, se mueve en los mismos
parámetros y, por tanto, si tampoco es deporte y si no debiera estar en los
Juegos Olímpicos. Sin embargo hay matices que diferencian una y otras
modalidades. En primer lugar que la gimnasia deportiva está en los juegos desde
el primer momento, siendo este un factor determinante; en segundo lugar que
ningún aparato del programa masculino y sólo uno del femenino precisa música
(de hecho ningún deporte se realiza con música, salvo descansos); y finalmente
que en la gimnasia deportiva cuenta lo lejos y lo alto que llegues en los
saltos y piruetas, el tiempo que el gimnasta aguanta “el cristo”, las
sueltas...
Nadie negará
el mérito que tienen aquellos patinadores, gimnastas y nadadoras, nadie negará el
deleite que producen la belleza y elegancia de sus movimientos, como tampoco su
esfuerzo, su constancia y dedicación, su capacidad de sufrimiento y superación...,
pero no se puede olvidar que también los acróbatas y malabaristas del circo se
ejercitan duramente, que los bailarines de danza clásica practican hasta la
extenuación, que los toreros se entrenan con disciplina y entusiasmo (de hecho
todas las actividades de la vida exigen estos valores); y sin embargo, nadie pensaría
en llevar nada de esto a los Juegos Olímpicos.
En el ámbito
olímpico, en todos los deportes de su calendario, debe imperar el lema ‘más
rápido, más alto, más fuerte’ (el evocador ‘citius, altius, fortius’), pero no
‘más bello, más elegante, más artístico’. Las tres modalidades mencionadas deberían
salir del programa olímpico y organizar sus propias pruebas y exhibiciones,
pues lejos de ser verdaderos deportes sí que han de ser consideradas arte, ya
que en realidad se trata de danza o baile sobre hielo, agua o suelo. Por eso,
en tanto que disciplinas artísticas, no persiguen un resultado objetivo, un
marcador, un registro, una marca, sino que lo verdaderamente importante, lo que
cuenta en ellas es la belleza de los movimientos, la expresividad, el ritmo, la
emoción que transmiten, la sincronización con la música... Es decir, en
realidad, la natación sincronizada, la gimnasia rítmica y el patinaje artístico
no pretenden la victoria propia o la derrota del rival más que a través de la
perfección en el desarrollo de la actividad, y esto está muy alejado del
deporte en sentido estricto, donde lo único que al final cuenta es el resultado,
lo que indique el marcador, sin que tenga la más mínima bonificación la
perfección de la ejecución del
ejercicio.
Incluso cuando
se practica deporte en el patio del colegio o en competiciones de veteranos
siempre se persigue anotar más o llegar antes que el rival, y en absoluto se
tiene en cuenta la forma de correr o la postura que se ponga al ejecutar el
golpe, si se menea la cabeza en cada zancada, como un pato, o si se gana el
punto golpeando la bola con el marco de la raqueta. Esta es la verdadera
esencia del deporte: lo importante es superar a los rivales anotando más o
llegando antes o más lejos, no haciéndolo más bonito o más artístico; es por
eso que muchas veces se producen resultados deportivos que se señalan como
injustos al entenderse que el derrotado ha hecho más méritos o mostrado más
gracia o refinamiento que el vencedor, pero nadie se indignará por ello, pues
se entiende que lo importante es que éste hizo un punto más, una décima menos,
y es lo único que cuenta.
Y por otro
lado, finalmente, están los deportes y competiciones que no deberían entrar en
los Juegos Olímpicos, como el voley playa, el snow board (tabla de esquí), la
cama elástica y otros surgidos en los últimos años, al igual que algunos ya
tradicionales como la doma clásica o el curling. Unos no deberían ser olímpicos
porque caen en el problema anteriormente mencionado, y otros porque conducen a la
vulgarización de los juegos, ya que de seguir así las cosas (añadiendo especialidades
según vayan apareciendo y ganando practicantes) se volverá a incluir el
soga-tira (que ya fue olímpico a principios del siglo XX) y se podrían añadir las
carreras de sacos, los concursos literarios, el wrestling (lucha libre
americana), la lucha de brazos, el breakdance, el monopatín, el parkour, la capoeira,
el rodeo..., el fútbol sala, el fútbol playa, el futvoley, el fútbol
australiano, el hurling, el padel..., actividades que también exigen esfuerzo y
dedicación, pero que jamás deben estar en los Juegos Olímpicos.
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