Hombre hasta los 35 años, competirá como mujer en los Juegos de Tokio
Los Juegos Olímpicos
de Tokio serán los más anormales y deficientes de la Historia. Y no sólo por
las enormes circunstancias por las que atraviesa el planeta, sino por las decisiones
de quienes gobiernan el Comité Olímpico Internacional. La última necedad de tan
poco fiable organismo ha sido la de admitir a un halterófilo en la competición
femenina; la penúltima es la inclusión de ciertos ¿deportes? en el programa
olímpico
Los Juegos Olímpicos
tienen sus protocolos y tradiciones, que son los que le dan su carácter, su
importancia, su trascendencia histórica. Por ello, parece más que un disparate
la inclusión de ciertas modalidades al albur de las modas y manías del momento;
más preocupante es, sin embargo, la posibilidad de que un hombre compita en el
apartado femenino.
Se llama Laurel Hubbard,
es neozelandés, tiene 43 años y va a participar en halterofilia en categoría
femenina. Este individuo compitió hasta los 35 años como hombre, aunque sin
llegar a destacar lo suficiente como para representar a su país en campeonatos
internacionales, es decir, no tenía nivel. En 2013 debió llegar a la conclusión
de que no tenía futuro como levantador de peso pero tal vez lo tendría como levantadora,
así que el tipo llevó a cabo un cambio de sexo. Y ahora sí, ahora que se ha
cortado la coleta y/o los moñitos y a ojos del COI ya es mujer, ahora ya ha
conseguido el nivel necesario para tomar parte en competiciones
internacionales. Hay que recordar además que, según el cada vez más dudoso COI,
ya ni siquiera es necesario que los hombres cambien quirúrgicamente de sexo
para participar como mujeres, pues basta con tener los niveles de testosterona
dentro de los límites exigidos al menos durante un año, claro que al hombre
tránsfuga se le permite el doble de testosterona que a la mujer biológica.
Aunque haya
prescindido de sus atributos sexuales masculinos, Hubbard sigue teniendo
constitución de hombre, por lo que la ventaja que tiene sobre quienes nacieron
y siguen siendo mujeres es totalmente antideportiva, inadmisible, fraudulenta.
Y así lo han manifestado sus rivales y asociaciones feministas, que se saben estafadas.
La razón es anatómica: los huesos y músculos no van a mermar, hombros y cadera
seguirán siendo masculinos por más que se cambie el sexo; debido a esta ventaja,
desde que el señor se transformó en señora ha ganado varias competiciones
femeninas, incluyendo un subcampeonato del mundo en 2017. Lógicamente, el
camino en sentido contrario no conduce a la élite deportiva: una mujer
deportista que se transforma en hombre jamás alcanzará el nivel necesario para
disputar un podio olímpico.
Si Hubbard va y gana,
tanto su victoria como los propios Juegos estarán siempre bajo la sospecha,
siempre serán dudosos. Como han manifestado ya tanto colectivos como las deportistas
que serán sus rivales: “… un varón mediocre va a robar medallas olímpicas”.
Además, si se sube al pódium, pronto abundarían los lanzadores y corredores, boxeadores
y nadadores de bajo nivel deportivo cumpliendo los requisitos exigidos por el
COI para poder competir como lanzadoras y corredoras, boxeadoras y nadadoras,
hasta que finalmente quienes disputen todos los trofeos femeninos sean
exclusivamente los trans, cosa que ahuyentaría a las chicas biológicas.
Por otro lado, gimnasia
rítmica, natación sincronizada, patinaje artístico o gimnasia acrobática (cama
elástica) no deberían ser considerados deportes sino artes, puesto que lo que cuenta
para ganar son valores exclusivamente artísticos, como la expresividad, la
coreografía, la coordinación, la elegancia de movimientos…, factores que en el
verdadero deporte no cuentan en absoluto; por ejemplo, un gol pletórico de
ejecución cuenta lo mismo que uno que entra tras cuatro rebotes, y una volea
elegante y precisa vale exactamente igual que un golpe que se da con el marco
de la raqueta, toca la red y pasa. Esto es verdadero deporte: sólo hay que
anotar más o llegar antes, haciéndolo bien o mal, bonito o feo, mientras que en
el falso deporte lo que vale es el factor artístico, el cómo lo haces, o sea, cuenta
la belleza. Razones como que esas disciplinas exigen entrenamiento y dedicación
no son válidas, ya que también es muy exigente la danza clásica y nadie piensa
que sea un deporte.
Otra circunstancia
que deja en evidencia lo dudoso de estos Juegos de Tokio 2021 (en realidad son
los juegos de 2020 aunque se celebren con retraso) son las modalidades
bochornosas, vergonzosas, admitidas en el calendario olímpico, como el
monopatín o el surf, y otras que jamás tuvieron carácter competitivo como la
escalada; dicen que entran para atraer jóvenes a los juegos, aunque conociendo
los antecedentes de los integrantes del COI seguramente haya motivos más…
tangibles; en todo caso el Comité Olímpico se pliega a la moda, al momento. Y luego
están los sucedáneos elevados a categoría de deportes olímpicos, como el
baloncesto 3x3 o el rugby a 7 o el vóley playa; lo próximo serán otros
sucedáneos como el pádel, el fútbol sala, el balonmano playa y otros que son
para jugar a la orilla del mar. Tampoco sería descartable que la industria del
videojuego presionara lo suficiente para que los juegos electrónicos entren en
el programa. Y ya puestos, pronto exigirán su entrada en el olimpismo los juegos
de cartas, los de mesa, la petanca…, y habrá competición de poesía, de arte, de
diseño…
¿Exagerado? ¡Quién
hubiera predicho que el monopatín sería olímpico o que un señor participaría
como señora!
CARLOS DEL RIEGO
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