Una gran parte de los
que se dedican a esto del rock suelen tender a los atuendos llamativos,
sugerentes, provocativos, extravagantes, pues no hay que olvidar que han de
llamar la atención con todo; y la tendencia se dispara en no pocas de las
grandes estrellas. Así, algunas figuras del rock consiguieron hacer de sus
indumentarias algo casi tan identificativo como sus canciones, de modo que todo
aficionado reconocería al artista con sólo ver ese traje
En este universo del
rock & roll hay de todo, desde lo más académico y conservador hasta lo más
avanzado y temerario pasando por infinitos términos medios. Y tal cosa sucede
también con los ropajes con que se presentan los músicos, puesto que los hay
siempre discretos y elegantes como Bryan Ferry (Roxy Music) con sus trajes
clásicos y su peinado perfecto, pero también exagerados como cualquiera de los
‘nuevos románticos’. Entre uno y otros, exuberante variedad, puesto que la
presencia, la puesta en escena tiene enorme importancia. La prueba son los casos
en que los vestidos que lucieron resultaron tan reconocibles como sus melodías,
cosa que ocurrió con Elvis, Beatles, Bowie...
Pocas voces son tan
fáciles de reconocer como la de el rey, pero también es inconfundible uno de
sus modelos, concretamente aquella especie de mono con que se presentaba en Las
Vegas o Hawái; blanco, rematado con unos enormes cuellos tiesos arriba y
gigantescas campanas abajo, profusamente decorado con lentejuelas y brillantes
de todos los colores, cinturón dorado, con o sin capa… Elvis se hizo
confeccionar muchas variantes sobre el mismo tema, pero con sólo ver la silueta
de ese traje nadie tendrá la menor duda. De hecho, los miles de imitadores
profesionales de Elvis rara vez usan otro atuendo para trabajar.
Igualmente el
conjunto con que se presentaban en vivo los Beatles en sus primeros años.
Trajes de chaqueta ceñidos (a medida), de color negro, corbata estrecha,
botines y corte de pelo a tazón. También lucieron un uniforme parecido, aunque
gris, con chaqueta sin cuello y tan cerrada que apenas dejaba ver la corbata. Seguramente
influyeron en la moda de la ropa de los años sesenta…, igual que en la música y
en tantas otras cosas.
¿Un guitarrista
genuinamente heavy que salta a escena vestido de escolar de colegio inglés con
pantalón corto?, sólo hay uno, Angus Young, de AC DC (aunque siempre habrá
imitadores). En realidad él es menudo y pequeño como un colegial, con guitarra
en lugar de mochila. Además, como casi nunca se ha lanzado al directo con otras
galas en las últimas cuatro décadas, el pantaloncito de tirantes es ya tan
icónico como sus movimientos, sus solos, sus muecas y visages. Con chaquetita o
a pecho descubierto, con o sin gorrita, camisa y corbata, esa prenda tan
infantil es ya como una bandera, suya y de su banda.
Bowie puede ser
reconocido por varios de sus atuendos, ya que la mutación, la transformación
era una de sus constantes. Muchos de sus diseños le identifican inmediatamente,
puesto que aunque fueran exagerados, nadie más que él podía vestirlos con
gracia y encanto. Pero el que más se asocia a su nombre era el de Ziggy
Stardust, aquel mono de rayas rojas y grises verticales con hombreras gigantescas
y botas altas con plataforma, varias capas de maquillaje, pelo rojo…, un
delgadísimo extraterrestre que disparaba pasión en forma de rock & roll.
También Elton John gustaba
de indumentarias exageradas y extravagantes en sus conciertos, algo que siempre
era celebrado por sus fans y destacado por la prensa. Pero el modelito que más se
le recuerda, el que más atención llamó fue su disfraz de Pato Donald, en el que
no le faltaban ni los pies palmeados. ¿Un Pato Donald cantando y tocando el
piano?, está claro, Elton John.
Pero cuando se trata
de vestuario estrafalario nadie supera a Kiss. Deben necesitar horas y varios
ayudantes para prepararse para cada ‘show’: enfundarse esos trajes de
superhéroes de chiste que seguro que se tienen en pie por sí mismos, colocarse
todos los exagerados complementos, calzarse las botazas, los peinados y el kilo
y medio de maquillaje… Seguro que estar listos para empezar el concierto les lleva
más tiempo, mucho más, que el propio concierto. Los dos palmos de lengua colgando
van aparte.
Parece algo
secundario, pero cada uno de ellos sería un poco menos él mismo sin esa forma
de vestirse.
CARLOS DEL RIEGO
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