La sonrisa y la trompeta, junto a su voz, sus señas de identidad
No, Louis Armstrong
no era un músico de rock, sin embargo sería difícil encontrar fanáticos de ese
género musical que no sientan simpatía y sincera admiración por el trompetista
y cantante de jazz. Su estilo, su clase, su voz pedregosa, su sonrisa, su
pañuelo, su enorme boca…, lo convierten en algo más que un gran músico de jazz.
Vivió tan intensamente como cualquier pionero del rock…, mucho más tal vez.
Nació hace 119 años y murió hace 49
Algunas de sus
canciones han sido revisadas y versionadas por grupos de rock, lo que significa
que su aportación trascendió la frontera del jazz, y el rock y la música en
general no hubieran sido iguales sin él. Fue Louis Armstrong una auténtica
estrella de la música, posición que le procuró una existencia apasionante,
contradictoria, dura, ingrata, que comenzó en la más mísera pobreza.
Nació en agosto de
1901 en uno de los barrios más marginales de Nueva Orleans conocido como el ‘distrito
de color rojo’, donde todo eran teatrillos de vodevil, burdeles, salones y
casas de juego... Tendría cuatro o cinco años cuando su padre se largó para
siempre; su madre, adolescente, se vio forzada a prostituirse de vez en cuando,
cuando el hambre más apretaba. Él y su hermano iban a los barrios altos para
buscar en la basura; sin embargo,
siempre dijo que a pesar de todo “éramos felices”.
Con seis años conoció
a unos niños que tampoco eran bien mirados, ya que eran judíos; con ellos se
dedicó a recoger chatarra, cajas, trapos, botellas y cualquier cosa que les
llamara la atención; luego, con esa familia, los Karnofsky, recorría la ciudad
vendiendo su ‘botín y tocando una especie de corneta de hojalata para atraer
clientes. Con los Karnofsky hizo gran amistad, lo invitaban a cenar y él escuchaba
las canciones que cantaban a su bebé: “eran almas maravillosas”, recordó Armstrong
en sus memorias. Igualmente escribió que “no sólo los negros están
discriminados, también hay blancos que discriminan a otros blancos”,
refiriéndose a cómo eran despreciados sus amigos los Karnofsky; en su recuerdo
el trompetista llevó gran parte de su vida una estrella de David colgada del
cuello a pesar de ser baptista. Algunas fuentes sostienen que fue el señor
Karnofsky quien le regaló su primera trompeta, aunque otras dicen otra cosa.
Su situación en
aquella Nueva Orleans debió ser durísima, tanto por la pobreza como por la
discriminación racial. Estuvo en una cárcel para menores cuando tenía 9 ó 10
años (él recordaba una cosa pero los documentos dijeron otra); unos dicen que fue
detenido por ser ‘personaje sospechoso y peligroso’ y otros que ‘disparó al
aire en un desfile en Nochevieja’.
Muchas otras veces le
persiguió el racismo. Según un especialista,
en los años 30 “Armstrong era un músico moderno, sofisticado, del norte
y bien pagado", pero al mismo tiempo era negro. En el 31 él y su banda
tocaban en Menphiss, Tennessee; todos subieron a un autobús, Louis se sentó al
lado de una blanca e inmediatamente fue señalado y arrestado, y de nada sirvió
que la mujer fuera la esposa de su representante, que viajaba con toda la banda
y declaró a su favor. El caso es que Armostrong y su banda y pasaron la noche
en la trena. Al día siguiente tocaron en un hotel para una audiencia cien por
cien blanca; abrieron dedicando a la policía una canción titulada (más o menos)
‘Me alegraré cuando estés muerto, cabrón”…, lo curioso es que el Departamento
les agradeció la dedicatoria. Aun así la situación debió ser apurada, ya que lo
normal es que allí abundaran los racistas y los miembros del Ku Klux Klan, sin
embargo, astutamente, siempre tocaban un tema muy sureño, ‘Cuando es la hora de
dormir en el sur’, que recordaba nostálgicamente aquel sur de los campos de
algodón.
Tuvo relaciones con la
mafia, pero hay explicación. De entrada, es evidente que en esa época la
prohibición, el jazz y la mafia iban de la mano. La mafia era propietaria de
los clubes y procuraba que no faltara el alcohol (malo) y la música (buena)
para que la juerga no decayese. Dicen que Al Capone y Armstrong arribaron a
Chicago casi a la vez en los locos años 20. Fue en Nueva York donde se convirtió
en una estrella emergente, pero quiso volver a tocar en Chicago. Cuentan que en
1931 estaba actuando en esta ciudad, y que durante un descanso se le acercó un
pistolero (llamado Fankie Foster), le aplastó el cañón en la cabeza y le dijo:
“mañana estarás tocando en Nueva York”. Y estuvo. Armstrong pasó los siguientes
años huyendo, nunca se quedó en un lugar demasiado tiempo y finalmente se fue a
Europa para esperar a que las cosas se calmaran. Al regresar pensó que lo mejor
era unirse a un tal Joe Glaser, que dirigía clubes nocturnos de Capone, una relación
que benefició a ambos: Glaser protegía a Armstrong y éste le llenaba la sala.
La peor parte de su
potentísimo modo de tocar la trompeta se la llevaron sus labios, que se le
abrían fácilmente, continuamente. Sus labios estaban cubiertos de callos tan
duros que regularmente usaba una cuchilla de afeitar para eliminar lo peor del
tejido cicatrizado; esta afección labial es común entre los trompetistas y se
produce cuando se rompen los músculos de los labios (hoy se llama ‘síndrome de
Satchmo’). Por esa causa dejó de tocar durante más de un año.
Una constante durante
toda su vida fue la discriminación racial. En febrero de 1957 El trompetista y
su banda tocaban en un parque de Knoxville, Tennessee ante miles de personas,
blancas y negras. Tras un descanso se produjo una potentísima explosión en la
calle. Todos, músicos y público, quedaron paralizados, sólo Louis conservó la
calma y (seguramente con su mejor sonrisa) dijo: "Está bien amigos. Eso
sonó como un borracho cayendo por el balcón". Reanudaron el concierto. Al
terminar todos quedaron espantados al ver el enorme socavón que la bomba había
producido a unos metros de la entrada. Los testigos declararon que desde la
ventanilla de un coche con las luces apagadas habían lanzado la bomba.
Pero el racismo no
sólo lo atacaba desde el lado blanco. Muchos artistas negros le acusaban de ser
un ‘Tío Tom’, y le afeaban que siempre sonriera a los blancos. Otros
trompetistas le echaban en cara esa actitud; Miles Davis declaró: “Me encanta
cómo tocaba Louis la trompeta, claro, pero odiaba la forma en cómo sonreía para
agradar a los blancos"; y Dizzy Gillespie lo describió como un “promotor
de la imagen de la plantación". Una visión injusta y sesgada de la actitud
siempre sonriente y alegre de Armstrong. Él explicaba: “No socializo con ciertos
blancos después de un baile o un concierto. Estas personas pueden linchar a un
negro a la vuelta de la esquina”. Y del presidente Eisenhower dijo que era “un
presidente sin agallas, de dos caras”.
Para colmo, en 1955
Nueva Orleans prohibió las bandas integradas (de negros y blancos). Armstrong y
su grupo fueron invitados, pero sin los blancos, así que se negaron y no
regresaron hasta que terminó la prohibición, más de una década después. Explicó:
“Ni siquiera puedo tocar en mi ciudad natal porque tengo blancos en la banda. Podría
ganar un millón si toco sólo con los negros, pero al diablo con el dinero. Si
no podemos tocar allí como en cualquier otro lugar, no tocamos. Si a mi gente
no le gusta como soy, lo siento”.
Según The New York
Times, Louis Armstrong no fue solo una sensación del jazz, sino que fue la
primera estrella del pop de la era de las grabaciones.
CARLOS DEL RIEGO
Una de las mejores canciones de la saga de James Bond es "We have all the time in the world", que cantó Armstrong para la película "007 al Servicio Secreto de Su Majestad", y fue su última vez. Se cuenta como anécdota que John Barry, el compositor, cuando se reunió con Armstrong, le dijo que era un lujo poder contar con él, y que le admiraba profundamente. Y también se cuenta que Louis Armstrong lloró, y le dio las gracias a John Barry por darle esa oportunidad, que ya nadie pensaba en él.
ResponderEliminarCarlos, muchas gracias por todos tus artículos.
No conocía la anécdota. Sin duda fue un músico excepcional, imprescindible. Gracias por contarla y por tu amable comentario.
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