La noche del 30 de junio al 1 de julio de 1520 Hernán Cortés sufrió una dura derrota al huir de la capital azateca, aunque se resarció en la batalla de Otuma una semana después |
Si la gran aventura
americana la hubieran protagonizado Ingleses, franceses o alemanes en lugar de
los descubridores y conquistadores españoles, no sólo el mundo sería
completamente distinto, sino que dicha epopeya no tendría la mala prensa que
tiene actualmente entre parte de los especialistas y parte de la población. La
conocida como la ‘Noche Triste’ fue la del 30 de junio al 1 de julio de 1520, y
supuso una durísima derrota para Cortés y su ejército, quienes unos días
después se resarcieron al vencer a los mexicas en la batalla de Otumba. En
otros países hubieran sacado, con orgullo desbordado, mucho partido a episodios
tan trascendentes
La mayor parte de
países tienen en gran estima su historia,
sus grandes personajes, sus logros y hazañas…, de manera que su población,
gobiernos y especialistas se rebelarán si desde fuera o desde dentro se ataca a
sus grandes figuras históricas. Igualmente, sus artistas están siempre
dispuestos a engrandecer cualquier episodio a través, sobre todo, de la
literatura, el cine o la televisión. Hace cinco siglos Hernán Cortés, junto a
unos cuantos cientos de españoles y varios miles de indios aliados, pasó por
dos trances asombrosos, dos aventuras fabulosas que, de haber nacido en York, París
o Hamburgo y no en Medellín, hubieran sido plasmadas en multitud de novelas,
ensayos, películas, series… Sobre todo teniendo en cuenta que a la gran derrota
de La Noche Triste, sucedió la gran victoria de la Batalla de Otumba.
Pero por muy extraño
que parezca, apenas hay literatura española sobre aquello, y mucho menos cine o
televisión. Es como si en España gran parte de su población, gran parte de sus
gobernantes y gran parte de sus ‘intelectuales’ se avergonzaran por algo que en
otros países sería motivo de desorbitado orgullo y causa de una enorme
producción artística, literaria y audiovisual.
La Noche Triste en
pocas palabras. Cortés abandonó Tenochtitlán (capital del imperio azteca) para
enfrentarse al ejército de Pánfilo de Narváez, que llegaba con orden de
deponerlo. En su ausencia, Pedro Alvarado quedó como capitán de unos 80
españoles y unos dos o tres mil tlascaltecas; temiendo un levantamiento,
Alvarado atacó primero y ejecutó a algunos jefes, señores y aristócratas,
mientras que los tlascaltecas se ensañaron con mujeres y niños (así era su odio
a los aztecas). Españoles e indios se parapetaron y defendieron; Moctezuma (que
permanecía con ellos como rehén) fue muerto a pedradas por sus súbditos…
Regresó Cortés con parte del ejército de Narváez, pero sólo para convencerse de
que eran muy pocos para hacer frente a un ataque abierto, así que esa noche del
30 de julio decidieron huir. Descubiertos, se desató la batalla, en el agua, en
los puentes de canoas que habían construido, en tierra, a caballo, cuerpo a
cuerpo…, murieron unos 600 españoles y miles de aliados, y muchos fueron
capturados. Pero aunque fue una durísima
derrota (agravada por los gritos de los desgraciados que horas después eran
sacrificados, alaridos que debían escucharse en todo el valle), los mexicas no
remataron la faena, de modo que españoles y aliados tuvieron una semana para
reponerse, reorganizarse, rearmarse y prepararse…
Dicen los cronistas
que justo antes de la batalla de Otumba los aztecas lanzaron al campamento de
Cortés partes de los cuerpos de los españoles que habían sido sacrificados,
gritando que tenían mal sabor y no servían ni para comer… Quedaban unos
quinientos o seiscientos españoles (había mujeres, entre ellas la aguerrida y
temible María Estrada) y sobre mil o mil quinientos tlascaltecas para
enfrentarse a no menos de 20.000 guerreros aztecas. Además, apenas contaban
con artillería y caballos, casi todo
perdido en la Noche Triste (incluyendo gran parte del oro). La batalla fue
intensísima y muy sangrienta, con continuas cargas aztecas contra los
defensores, que luchaban con todo, cuerpo a cuerpo, con ballestas, con picas,
con espadas, y los indios con sus armas; rodeados, una y otra vez consiguieron
repeler las arremetidas de los atacantes, produciéndose muchísimas bajas en
ambos bandos. Visto que, de seguir así, la derrota llegaría antes o después,
Cortés decidió atacar con los pocos caballos que tenía el puesto del jefe de
guerra mexica, distinguible por su vistoso penacho. Rompiendo las líneas
enemigas, el golpe de mano resultó, de modo que al ver el penacho de su jefe (tomado
por un soldado llamado Salamanca) y sus estandartes en manos españolas, el
ejército azteca se dispersó y abandonó la lucha.
Al día siguiente, todos
heridos, ensangrentados, hambrientos y agotados física y moralmente, los
españoles y tlascaltecas supervivientes llegaron a territorio amigo, Tlascala,
donde fueron cuidados y donde se repusieron y rearmaron. Hubiera sido
facilísimo para el pueblo tlascalteca haber acabado con aquellos pocos y
derrengados españoles, que llegaron en un estado lamentable tras las dos
batallas. Sin embargo, y a pesar de la propuesta de los aztecas de paz a cambio
de la entrega de Cortés y los españoles, los tlascaltecas mantuvieron tanto la
fidelidad a sus aliados europeos como el odio a sus eternos enemigos americanos.
Ese mismo año de 1520 Cortés empieza a planear la toma de la capital azteca…
Una triste derrota y
una sangrienta victoria en apenas una semana. ¿Cuántas películas, libros,
artículos de prensa o series de Tv habrían hecho en Francia o Inglaterra sobre
este doble episodio? ¿Y en EE UU? ¿Cuánto se ha publicado en España sobre el
asunto?
CARLOS DEL RIEGO
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