domingo, 3 de febrero de 2019

CUANDO LA CARA B, EL PATITO FEO DEL DISCO, IGUALA O SUPERA A LA CARA A En los años felices de la historia del rock, cuando el disco de vinilo era el rey, cuando los grandes éxitos venían en formato single, cada cara A era una apuesta de éxito destinada a pelear en las listas, mientras la cara B era, casi siempre, un complemento, quedando muchas veces olvidada. Sin embargo, en algunas ocasiones, la pieza secundaria lograba igualar e incluso superar a la protagonista del disco

Imposible señalar cuál de las dos merece más la cara A.
Una de las grandes meteduras de pata de ejecutivos y productores, relegar 'Maggie May' de Rod Stewart a la cara B.


Quienes manejen singles de vinilo saben que las caras B quedan muchas veces sólo para apoyar el disco sobre el plato, convirtiéndose en algo así como el patito feo de la producción. Pero existen en este cuento del rock & roll ocasiones en que el patito se convierte en cisne e incluso llega a superar al que iba en letras grandes.

De hecho, el considerado primer rock & roll de la historia, el ‘Rock around the Ccock’ que Bill Haley & His Comets publicó en 1954, se editó inicialmente como cara B de una semi-olvidada canción titulada ‘Thirteen woman’. El disco pasó desapercibido hasta que el año siguiente se estrenó la película ‘Semilla de maldad’, que incluía el ‘Rock around…’, y la cosa estalló. Luego, se reeditó el single con cada canción en el sitio que le correspondía. Evidentemente, quienes decidieron relegar el seminal título no debían tener mucha visión.

Poco después, en 1956, Elvis hacía reaccionar a jóvenes y mayores (de distinto modo, claro) con temas como ‘Don´t be cruel’, cuya cara opuesta era ‘Hound dog’. No sería fácil señalar cuál merece más el lado honorífico, ya que ambas alcanzaron el número uno en diversas listas y en muchos países, aunque el ‘Perro de caza’ tiene un punto rebelde del que carece ‘la cruel’.

The Beatles publicaron infinitos éxitos en el formato single, y en muchos de ellos no sabría decirse cuál debería ser la cara A, puesto que cada uno de los títulos es imprescindible. Solía decirse que la segunda cara era para John, que hacía piezas más innovadoras y atrevidas, mientras que la primera la ocupan los temas de Paul, más pop y.asequibles… En todo caso, el cuarteto lanzó cuantiosos singles con dos (o cuatro) canciones a cada cual mejor, y casi todas fueron, son y serán enormes e inolvidables. ‘I am the Walrus’ fue la B de ‘Hello goodbye’ (1967), y es evidente que hoy tiene más peso simbólico la morsa que los saludos; además, parece que a John le sentó fatal la decisión de colocar su ‘walrus’ detrás. Aquel año también apareció ‘Penny Lane’, cuya B era ‘Satrawberry fields forever’, y sí, las fresas tienen encanto especial, pero la callejuela también. ¿Y cuál es mejor, el ‘Hey Jude’ (1968) de Macca en la cara uno o el ‘Revolution’ de Lennon en la dos? ¿El ‘Get back (1969)’, en la A y de Paul, o el ‘Don´t let me down’, en la B? Este año también salió el ‘Come together’ (de John) en un lado y el ‘Something’ (de George) en el otro, o viceversa, pues se presentó anunció como doble cara A, lógicamente. Pensándolo detenidamente, la mayor parte de los singles de Beatles podían intercambiar sus caras y a nadie extrañaría.

Sus ‘colegas’ Rolling Stone casi siempre acertaban a la hora de elegir la canción destinada a ser la titular del single, aunque alguna vez mostraron cierta ceguera comercial. Por ejemplo con el ‘Let´s spend the night together’ (1967), cuyo otro lado era la exquisita ‘Ruby Tuesday’. El caso es que eso de ‘Vamos a pasar la noche juntos’ resultaba un tanto fuerte para la época (fue censurada en varias emisoras), de modo que los pincha-discos radiaban una y otra vez su cara B, la encantadora ‘Ruby Martes’; ésta llegó al número uno y aquella no pasó del 55; sin embargo, ciñéndose a parámetros de calidad, no hay tanta diferencia.

En 1971 Rod Stewart (que seguía en  Faces) publicaba su tercer disco en solitario, cuyo primer single fue ‘Reasons to believe’ (de Tom Hardin), que en su cara B presentaba ‘Maggie May’ (del propio Stewart); cuentan que un disc-jockey se molestó en escuchar el otro lado y le gustó tanto que la radió insistentemente, cosa que imitaron otros hasta que se estacionó en el número uno durante meses. También dicen que, desde entonces, el cantante de la voz arenosa decidió dejar de hacer caso a ejecutivos y productores. Sabia decisión.

Otro error calamitoso se produjo cuando, en 1964, Van Morrison al frente de su grupo Them publicaba un single con una versión del clásico del blues ‘Baby please don´t go’, en cuya cara B aparecía nada menos que ‘Gloria’, Ésta se ha convertido en un clásico, una canción que nunca pierde su frescura a pesar de estar construida con apenas tres acordes; Morrison tenía 18 años cuando la compuso. El viejo blues es genial, pero no deja de ser una versión, mientras que ‘Gloria’ es original y todo un himno del rock.

Los Creedence también lograron muchísimos éxitos y en muy poco tiempo. Y tampoco se descuidaron con las caras B.  Así, en 1971 volvieron a deslumbrar con la evocadora ‘Have you ever seen the rain’ como principal y la electrizante ‘Hey Tonight’ como secundaria. Cuando ‘cotizaron’ por separado la B llegó más alto, aunque en las principales listas iban inseparables, como doble A.

En 1977 The Queen estaban en la cima del rock, lo cual quiere decir que estaban obligados a mantener el nivel, a sorprender, a impresionar. ¡Y vaya si lo hicieron!  El primer single de su Lp ‘News of the World’ ofrecía en su cara principal ‘We are the champios’ y en la B ‘We will rock you’, pero fácilmente podría haber sido al revés. Ambas son contundentes, emblemáticas, inconfundibles, únicas. Las dos se han convertido en himnos. Una y otra suenan a diario en todo el mundo desde entonces y han entrado en las listas muchas veces. Vale aquello de ‘tanto monta…’.

No han sido pocas las caras B que se han ‘rebelado’ contra lo que la portada del disco decía, exigiendo al menos tanto protagonismo como las otras. En fin, con la llegada de los formatos y dispositivos electrónicos de reproducción se acabó aquello de los dos lados del vinilo. Aunque, ¡quién sabe!, las tendencias cambian, los gustos son tornadizos y casi todo es cíclico. 

CARLOS DEL RIEGO

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