Rob Halford, de Judas Priest, en el juicio en el que se les acusó de incitar con sus letras al suicidio de dos jóvenes. |
Los discos de vinilo, singles o elepés,
permiten hacerlos sonar al revés, marcha atrás. Y claro, al hacerlo pueden aparecer
mensajes que el artista escondió de ese modo. Lo curioso es que, si al oyente
no le dicen qué es lo que va a escuchar al hacer sonar el disco al revés, lo
más fácil es que no entienda nada; es decir, sólo entenderá una frase si
previamente le han dicho cuál es esa frase. El asunto tiene largo recorrido en
la historia de este negocio del rock, e incluso hay grandes títulos
‘enriquecidos’ con leyendas de este tipo.
Sin duda, la canción más enigmática (y
larga) de los Beatles es el indescifrable ‘Number 9’ (1968); de hecho, esa
atípica pieza encendió la llama de la supuesta muerte de Paul. John explicó que
la hizo a base de bucles y regrabaciones tomadas de archivo de EMI; cortaba las
cintas, las ponía al revés y así conseguía los efectos de sonido. La voz que
repite ‘number 9’ es la de un ingeniero que estaba probando y decía: “Esto es
de EMI, test series número 9”; Lennon cortó y se quedó sólo con el insistente
‘número 9’. Pero lo mejor es que un fan estadounidense la escuchaba una y otra
vez, adelante y hacia atrás, hasta que entendió un sonido como el de un coche
chocando y, a continuación, una voz diciendo “Enciéndeme (o excítame), hombre
muerto” con lo que se convenció de que era el del supuesto accidente de Paul. Y
los ‘hallazgos’ de aquel ‘beatlemaníaco’ no quedaron ahí, ya que haciendo sonar
al revés el verso “no estoy de humor para usar ropa”, el ‘investigador’
concluyó que decía “había dos, no hay ninguno ahora”. Llamó a una emisora de
radio de Detroit y desveló al locutor sus descubrimientos, el cual emitió las partes indicadas al revés con el
consiguiente impacto entre los oyentes, que empezaron a aportar muchas otras
‘pruebas’. La leyenda ya estaba construida. Pero, ¿había mensaje oculto o era
otra de las muchas bromas de John?
Uno de los muchos títulos
imprescindibles de Led Zeppelin es, claro, el ‘Starway to heaven’, cuyo texto
es puro enigma. "Dependiendo de qué día sea, interpreto la canción de modo
diferente” aseguro su autor, Robert Plant, que añadía “escribí en un chispazo
de inspiración, miré las palabras y casi salté de la silla”, puesto que “pensé
que algo movía el lápiz”. Tales declaraciones llevaron a muchos a deducir que
había sido el mismo diablo quien le dictó esa letra, sobre todo si se tenían en
cuenta la inclinación de Jimmy Page hacia lo esotérico y su querencia por el
ocultista Aleister Crowley (1875-1947); además, también está el ‘argumento’ de
que si se pone hacia atrás se entienden mensajes satánicos. La leyenda estaba
servida, y para no pocos ‘expertos’ Satanás debería ser acreditado como coautor
junto a Page y Plant.
The Queen fueron pródigos en eso de
escribir textos de difícil interpretación. Uno de sus temas más desconcertantes
es ‘Another one bites the dust’ (‘Que otro muerda el polvo’, 1980), escrita por
John Deacon y en cuya grabación tocó
casi todo. Los versos iniciales dicen “Steve camina con cuidado por la calle,
con el ala bajada, sólo oye el sonido de sus pies, la ametralladora está lista
para empezar” ¿Qué querrá decir? Y las últimas palabras de la canción son:
“Dispara. Sí, claro”. No faltan aquí tampoco las interpretaciones de lo que se
escucha si el disco se toca al revés; así, cuando Freddy repite ‘que otro
muerda el polvo’, puesto hacia atrás parece decir ‘decide fumar marihuana’… Grabar
un disco deber ser fácil y por eso se entretienen con cosas así.
Pink Floyd fueron más lejos y escondieron
a propósito un mensaje para que fuera encontrado. Concretamente en ‘Empty
spaces’ (1979), que si se pone al revés hacia el minuto 1,12 sí que dice
claramente “Enhorabuena, has descubierto el mensaje secreto. Envía tu respuesta
a Old Pink a cargo de Funny Farm, Chalfont”, y a continuación “¡Roger! Carolyne
está al teléfono!”. Se dice que la las palabras ocultas se refieren al descenso
a la locura de Syd Barret, aunque lo más seguro es que todo fuera lo que
parece. También hay adivinanza en la titulada ‘Varias especies de pequeños
animales peludos reunidos en una cueva y bailando (o vacilando) con un picto
(antiguo pueblo de Gran Bretaña)’; hay mensajito en el minuto 4.20 en el que se
escucha “esto ha sido bastante vanguardista ¿no?”, aunque para entenderlo hay
que poner el plato a menos revoluciones (o frenarlo). Igualmente se rumorea que
hay acertijo en el título del Lp, ‘Ummagumma’, que en lenguaje callejero es
acto sexual; y además se comunica con el término ‘rock & roll’, que en su
origen también aludía a eso mismo.
Claro que el caso más escandaloso lo
protagonizó Judas Priest, cuyos miembros fueron acusados y llevados a juicio
por meter en sus letras mensajes que llevaron al suicidio a dos jóvenes estadounidenses.
En 1988 dos chavales de 18 y 20 años se pusieron hasta el culo de alcohol y
drogas mientras escuchaban una y otra vez el ‘Stained class’ del grupo
británico, hasta que decidieron coger la escopeta y volarse la cabeza; el
primero lo consiguió, el segundo falló y quedó horriblemente desfigurado, pero
murió tres años después. Acusaron al grupo de escribir versos tan incitadores
como “¿Por qué hay que morir para ser un héroe? Es vergonzoso que la leyenda
empiece por el final”, y cosas así. Halford, cantante, declaró que puestos a
meter mensajes, meterían uno que indujera a comprar sus discos… Fueron
absueltos.
CARLOS DEL RIEGO
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