Asombra que haya personas que no se avergüencen de perpetrar cosas como esta. |
Unos ‘cráneos privilegiados’ han tenido
la infeliz ocurrencia de convertir una obra ligera y cargada de gracia como ‘El
Principito’ en un texto burdo y zafio, se han atrevido a sustituir un brillante
ejercicio de lenguaje por un escrito en el habla… vulgar. Y es que, para
empezar, ‘el andaluz’ no existe como idioma (están más cerca del concepto de
idioma el leonés o el asturiano), sino que es un dialecto, una variación
lingüística del español que en ningún caso alcanza la categoría de idioma. Por
otro lado, es un habla muy apta para expresar guasa y gracejo, sin embargo, su
sonsonete e inflexión vocal demuestra poco esfuerzo por ser correcto en la
pronunciación; así, ese acento puede resultar difícil de entender para no pocos
hispanohablantes, y eso a pesar de que sólo difiere de otros en la dicción. En
definitiva, el andaluz es un dialecto, y como tal, escrito es como una tanda de
ganchos, directos’ y ‘uppercuts’ en ojos, nariz y mentón…, salvo que se haga
con intención jocosa, como hacían algunos dibujantes de la extinta revista
satírica y neurasténica ‘El Papus’.
Esta ‘iniciativa’ (ocurrencia, dislate,
grosería) es la exaltación del cateto, el orgullo del palurdo, puesto que se
está dando estatus de idioma a lo que es castellano o español mal pronunciado y
horriblemente escrito (¿por qué habrán copiado del estilo vasco la abundancia
de zetas y kas?), y se hace alarde de ello como si de un gran logro se tratara.
Es algo así como decir que en Uruguay se habla uruguayo, en Cuba cubano, en
Australia australiano y en Brasil brasileño…, y sentirse erudito.
Este atrevimiento ignorante no surge de
modo aislado. En los últimos años se ha notado en España una curiosa tendencia (seguro
que en otros sitios ocurre lo mismo): la idiocia y la torpeza han perdido
totalmente cualquier atisbo de rubor cuando se trata de demostrar tal condición.
Las causas hay que achacárselas al hecho de que las redes sociales permiten que
cualquiera con menos cerebro que un calcetín tenga el mismo altavoz y difusión que
la opinión más informada y autorizada (a veces más); pero este fenómeno también
tiene su raíz en aquel momento en que alcanzó el poder un individuo tan simple
como José Luis Rodríguez Zapatero, el cual, no hay que olvidarlo, pensaba que
la pobreza se soluciona repartiendo dinero, e incluso tuvo la ‘genial’ idea de
cambiar padre y madre por progenitor A y progenitor B. Y es que los desvaríos y
procesos mentales del ex presidente concuerdan a la perfección con un
esperpento como ese de ‘Er Prinzipito’, perpetrado para más inri por criaturas
que sueñan con algo tan delirante como la independencia de Andalucía.
Es el actual el tiempo de máxima
exposición pública de la figura del tontaina (con carrera o sin), el cual ha
perdido totalmente el miedo a decir y hacer las mayores majaderías sin tener en
ningún momento la sensación de ridículo. En fin, ejecutar de este modo la obra
de Saint-Exupéry, aunque es algo totalmente innecesario, como gracieta podría
pasar, pues sería algo así como transcribir los versos de Lorca a la jerga
‘cheli’; pero si quienes han perpetrado semejante gamberrada van en serio el
asunto es preocupante. Como lo sería si esta cosa hubiera contado con
financiación pública.
De todos modos, seguro que hay
muchísimos andaluces a los que esto no les ha parecido gracioso.
CARLOS DEL RIEGO
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