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Los métodos, las palabras y los actos
de Pablo Podemos encajan perfectamente con el pensamiento del populista fascistoide
y totalitario. La última de tal sujeto y la organización que lidera es lo del
acoso a los periodistas que osan criticarlos. Hay pruebas (mensajes y llamadas
siempre desde el anonimato, claro), pero él y sus adláteres lo niegan, y cuando
las pruebas se impongan ya tienen preparada la respuesta, que consistirá en dar
la vuelta a las cosas, de modo que explicarán que su propósito siempre ha sido
denunciar el desamparo de los periodistas y su precariedad laboral; además,
dada su querencia al acoso callejero (eso que llaman escrache), al boicoteo de
actos de los demás y al apoyo a ‘sus’ violentos, lo del hostigamiento vía redes
sociales no es más que lo mismo pero desde casa. Son tácticas de manipulación,
persecución y amenaza más que conocidas y utilizadas por todos los dictadores
de uno y otro signo, tácticas que ya usaba el poderoso Ministro de Propaganda
nazi, Joseph Goebbels, quien era capaz de convertir una cosa en su contraria y
defenderla con gran vehemencia, como si de verdad él estuviera convencido de su
mentira. Tal que así se maneja Pablito, el hijo del terrorista del Frap (no
extrañará su cercanía al entorno etarra).
Otro ejemplo del sesgo de tiranuelo que
exhibe sin ningún rubor el mencionado individuo es el hecho de calificar a
quienes no están con él, a quienes discrepan de su opinión (incluso dentro de la
estructura que preside), como ‘enemigos’; de este modo, sus ‘hitlerjugend’, sus
Juventudes Hitlerianas, tiran de acoso, de desprecio, de insulto, de
sentimiento de superioridad como parte del arsenal con que pretenden la
aniquilación del enemigo. Este Pablo ‘Podemos’ Iglesias (su segundo apellido es
Turrión, término del leonés antiguo que tiene su origen en los animales que
continuamente están embistiendo a otros animales y a personas, y que significa
cabezón, tozudo) es un hacha cuando se trata de humillar a sus ‘enemigos’
ideológicos pero, a la vez, se rebela cuando se le paga con la misma moneda.
Idéntico al pensamiento y proceder de Trump.
Igualmente utiliza la mentira con gran
naturalidad, sin descomponerse, demostrando que el suyo es un rostro de mármol;
y ello es así porque se piensa agraciado con la única verdad y, por tanto, se
siente legitimado para usar la trola y la engañifa con el fin de lograr sus
objetivos. En general, quienes se sitúan en la izquierda más pura o en la
derecha extrema están convencidos de que el fin, su fin, justifica sus medios…,
privilegio que, claro, no tienen otros fines. Así, con un rostro verdaderamente
pétreo, el muy turrión proclamó que uno de los suyos, apellidado Bódalo, estaba
en la cárcel por ser sindicalista (si así fuera no sería el único sindicalista
encerrado), cuando en realidad está condenado en firme por atizar a un concejal
del Psoe y por amenazar, insultar y zarandear a una mujer embarazada que
ejercía su derecho al trabajo en día de huelga (por cierto, esta mujer
declaraba que jamás olvidaría la expresión de odio y de rabia de semejante
estantigua). Una de dos, o Pablo sabe que está mintiendo, en cuyo caso el
calificativo que se merece es obvio, o está tan fanáticamente convencido de su
verdad que su nublado cerebro es capaz de arrinconar la razón e imponer como cierto
lo que le conviene. Y llegado el momento, ante pruebas y testimonios
concluyentes, el sectario recurrirá a lo de ‘esto es un montaje, una
persecución’. Es también digno de estudio cómo él, que menosprecia a quien le
parece (Iglesia, banca, empresa, ejército…), grita indignado cuando hay quien
denuncia sus excesos y los de sus cofrades, sus insultos y disparates, y
denuncia que existe una campaña contra ellos y que los grandes poderes no los
dejan en paz…, es como el terrorista asesino que exige sus derechos cuando lo
pillan con la pistola humeante ante el cadáver de su víctima.
El embuste es, en fin, una de las
principales herramientas de caudillo turrión y, por extensión, de todos los que
integran su corte. Lo curioso es que la trola muchas veces desemboca en
esperpento, en negación de lo evidente; por ejemplo, el tiparraco y sus acólitos
son capaces de declarar, entre otros desvaríos, que el chavismo ha acabado con
la pobreza en Venezuela (¿). Otra muy gorda la soltó hace unos días (III-17),
cuando largó que él nunca había exigido el control del centro de espionaje (el
CNI) en aquel intento de unión con el Psoe de Sánchez para alcanzar el poder;
sin embargo, el digital eldiario.es (algo así como el boletín oficial del
partido) publicó en febrero de 2016 que Iglesias pedía al Psoe, a cambio de su
apoyo y en caso de alcanzar la mayoría suficiente, la Vicepresidencia y, entre
otras cosas, la supervisión del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el
control del BOE y el del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Asombrosamente,
y dejando en evidencia una jeta más dura que una de AC DC, el trolero personajillo
vocea por ahí que él nunca pidió nada de eso. ¡Hay que tener un don natural y
mucho entrenamiento para mentir con tanto aplomo!
No es
que la mayoría de los que se dedican a esta desprestigiada y vilipendiada
profesión no utilicen las mismas herramientas para retorcer la realidad a su
conveniencia (todos presionan a la prensa, aunque no todos acosan), pero es que
lo de esta criatura bordea lo patológico. Tal es el engreimiento y descaro con
que se maneja esta gente.
CARLOS DEL RIEGO
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