Cuando los dirigentes de los partidos políticos no atienden a razones se vuelven irracionales, y sólo buscarán la destrucción del rival. |
Los partidos políticos en España han dejado de tener el bien
común como objetivo prioritario (si es que alguna vez fue así), de manera que son
los intereses políticos partidistas los que deciden el camino a seguir, los que
determinan cuál será la posición a tomar; dicho de otro modo, la condición
‘sine qua non’ que tienen todas las agrupaciones políticas a la hora de aceptar
o rechazar una propuesta es el bien del partido, la conveniencia política,
quedando muy relegado el beneficio de la población. Tal cosa se demuestra en
España de modo irrefutable revisando la actuación de los parlamentarios de la
oposición, los cuales desaprueban sistemáticamente cualquier propuesta del
partido de gobierno (que, dicho sea de paso, actuó y actuará de modo idéntico) sin
atender a la conveniencia del país; al contrario: pretenden dañarlo a través de
los ciudadanos.
Es como el marido maltratador que quiere hacer daño a la
mujer pegando una paliza a los hijos. Tal es lo que hacen los que se
posicionaron en contra de la ley que, impuesta por la Unión Europea, trata de
actualizar la situación del sector de la estiba (los que cargan y descargan los
barcos). Lo incoherente es que, si estuviera en el poder cualquiera de esos dos
partidos, sin la menor duda exigirían al parlamento el cumplimiento de la
legislación europea. Queda demostrado que a los políticos que han votado en
contra de la ley no les importa que haya que pagar una multa diaria, puesto que
el dinero saldrá de todos los españoles… Muy distinto sería si fueran los diputados
(el Senado es un costoso cero a la izquierda) quienes corrieran con ese gasto;
se puede hacer una sencilla cuenta: hay 350 asalariados en el Congreso y la
multa es de 134.000 euros al día, por lo que si la tuvieran que abonar los
verdaderos responsables del desaguisado (los políticos) saldrían a unos 383
pavos cada uno cada día…, en dos minutos se pondrían de acuerdo y en tres
estaría resuelto el problema. Hay que recordar, asimismo, que la sanción por no
haber solucionado a tiempo el asunto, en 2014, venía siendo de unos 22.500
euros al día, que deberían haber pagado los diputados del partido gobernante.
Por otra parte, otras proposiciones necesarias para el país también le son
negadas al gobierno con el fin de perjudicar al partido que lo sustenta; así,
no hace mucho, el principal partido de la oposición declaró que votaría en
contra de los presupuestos…, a pesar de que ni siquiera se habían redactado ni,
evidentemente, presentado; es decir, les importaba un rábano lo que contuviera
esa previsión de ingresos y gastos, siempre la rechazarían por venir de quien
venía y porque apoyar al rival político, aunque sea en beneficio de todos, va
contra su ideario político: el partido por encima de todo y de todos.
Luego está el asunto que ha provocado la cosa, los
trabajadores de los puertos, los estibadores. Sin conocer la problemática a
fondo (cosa que pocos controlarán), resulta sorprendente que hayan rechazado
ofertas irrechazables, como prejubilaciones a los cincuenta con sueldo de
ministro; así, cabe preguntarse ¿qué será aquello a lo que no quieren renunciar
que vale más que esas suculentas condiciones?, ¿quién rehusaría aceptarlas? Es preciso no olvidar que la ley promulgada
por la Unión Europea sólo trata de liberalizar el sector, y liberalizar es lo
contrario de monopolizar; es decir, el Parlamento Europeo no se mete en temas
como pagas o derechos, sino que sólo pretende que ese sea un mercado libre.
En fin, aunque parezca innecesario, es preciso recordar que
los políticos son empleados de los ciudadanos, asalariados a quienes la
población ha puesto ahí para buscar y encontrar soluciones, no para entorpecer
la labor de quien las busca; así, si no se está de acuerdo se hacen las
propuestas oportunas y se señalan condiciones, modificaciones, mejoras… pero no
parece razonable ni constructivo limitarse a negar y echar abajo por sistema,
porque interesa al partido. No están ahí para destrozarse unos a otros
utilizando conflictos y sucesos como armamento.
Todo esto sucede porque los políticos llevan demasiado
tiempo en política, y muchos de ellos no se han dedicado a otra actividad en su
vida, de manera que han convertido la política en su única meta. Y eso sin
contar con constantes como el trinque, el amiguismo, la comisión-mordida, el
fraude…
CARLOS DEL RIEGO
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