Johnny Kidd and The Pirates, esencias de rock & roll desde un segundo plano. |
Cuando se habla de rock & roll
clásico o de rockabilly se piensa en las figuras más añejas: Elvis, el viejo
Chuck, Jerry Lee, Little Richard, Burnette, Hank, Buddy y sus sempiternos
compañeros de viaje, Fats, Bill, Roy, Gene, Eddy, Bo, Perkins, Cats…, pero no
sólo fueron ellos los que construyeron este monumento, sino que hay muchos
otros que, con menor renombre, han contribuido lo suyo para que no faltara nada
a la obra, encargándose de escenarios menos vistosos pero igual de necesarios.
Así, a pesar de sus largas trayectorias, siempre ha sido difícil ver un
concierto de aquellos; mucho más fácil ha sido disfrutar un directo de algunos
de los segundos espadas del rockabilly, algunos de los cuales mantuvieron la
llama encendida cuando el calor de las modas se iba hacia otras direcciones.
Además, aunque muy esporádicamente, tipos
como Sleepy, Cavan, ‘Fingers’ o Matchbox también disfrutaron de sus momentos de
gloria. En común tienen, además de su pasión incondicional, una irresistible
querencia por el directo, lo que los lleva a estar casi permanentemente de
gira; de hecho, varios siguen en activo.
¡Cómo no recodar a Sleepy La Beef! Ese
grandísimo grandullón de voz profunda y clara llegó a compartir escenario con
Elvis, e incluso contó en cierta ocasión que éste le pidió prestada la guitarra
(aunque el rey no tocaba) y se la devolvió hecha unos zorros… Su primer single
es de 1957; ahora, octogenario y más delgado, todavía se planta ante el micro
guitarra en mano para dejar caer un arrollador ‘Hello Josephine’, por ejemplo.
Como dato curioso se puede señalar que ha publicado discos en seis décadas
diferentes.
Procedente de los primeros tiempos, hay
que hablar de Johnny Kidd (y Los Piratas), que fue de los primeros británicos
en entender de qué iba este invento, con lo que se convirtió en auténtico
predicador del rock & roll en la Inglaterra de los últimos cincuenta del
pasado siglo; lo suyo es esencia de rock & roll con clase y personalidad, a
lo que contribuía su parche en el ojo (él contaba que una vez que afinaba el
bajo se rompió una cuerda y le destrozó el ojo…) y su aparatosa puesta en
escena (sable de pirata, velas como fondo). Excelente compositor, dejó para la
historia un clásico omnipresente en cualquier antología del género, el mil
veces revisitado ‘Shakin´ all over’. Desgraciadamente se lo llevó la carretera en
1966. Sólo tenía 30 años. Escuchándolo hoy dan ganas de enrolarse en su
tripulación.
Como él, Freddie ‘Fingers’ Lee también
era inglés y lucía parche (éste perdió el ojo de niño). Fue un pianista
incendiario y con directos impactantes: podía quemar, aporrear, romper el piano.
Brillaba Freddy cuando deslizaba sus dedos por las teclas y cantaba cosas como,
por ejemplo, ‘One eye boogie boy’ (‘El boogie del chico tuerto’); era un incondicional
de Jerry Lee y se codeó con los Beatles en el mítico Star Club de Hamburgo. La
enfermedad se lo llevó en 2014.
Shakin’ Stevens es otro incansable
rockero británico (de Gales) que alcanzó sus grandes éxitos cuando peor estaban
las cosas para el rock & roll al viejo estilo, es decir, en los años
ochenta; entonces, de manera sorprendente, alcanzó varios números uno tirando
de clásicos (‘Green door’) o de piezas de cosecha propia (‘Oh Julie’). El también
galés Crazy Cavan (con sus Rythm Rockers) se ha recorrido Europa de escenario
en escenario distribuyendo rock & roll vivaracho y entusiasmado; y sigue en
las mismas, sin pensar en los años y en la pérdida del tupé…
Tanto mérito tiene el estadounidense
Robert Gordon, cuya voz busca una inflexión y sonoridad semejable a la de
Elvis; inconfundible resulta ese brioso y evocador ‘Rockabilly boogie’. No se
puede olvidar a los neoyorquinos Sha Na Na, divertidos, alocados, guardianes de
las poses y gestos, coreografías, voces y ritmos de los años infantiles del rock
& roll; desde 1969 lleva la multitudinaria formación regalando directos
plenos de vitalidad y buen rollo.
También hay que incluir en este segundo
plano del rockabilly a los Matchbox, quienes se vieron obligados a convivir con
el punk y ‘new wave’ en aquellos excitantes últimos años setenta del XX, cuando
eso del rock & roll a la clásica se veía casi como una excentricidad; desde
1971, con el lógico baile de integrantes, la banda no ha dejado de llevar su
irresistible ‘Rockabilly rebel’ por toda Europa. ¿Y los escoceses Shakin’
Pyramids?; los más incondicionales recordarán su extraña formación de dos
guitarras y batería y su trepidante rockabilly acústico… En fin, podría
ampliarse la lista mucho más.
Igualmente es necesario un recuerdo
para todos esos grupos españoles que, con corazón de rock & roll, mantienen
el buen nombre del género por puro amor al arte, sin pretensiones de grandeza.
Basten mencionar tres bandas que, con todo el mérito del mundo, ofrecen y
transmiten rock & roll y rockabilly con toda la pasión del mundo: Los Bilbobillies,
Los Rock & Bordes, o los inagotables Olaf y Los Bidones. Por ejemplo.
Puede que ninguno de los aquí señalados
aparezcan en las páginas de honor de las enciclopedias, pero sin la menor duda
merecen todo el reconocimiento y admiración.
CARLOS DEL RIEGO
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