La desbordante personalidad de Nina Simone se materializa cuando canta el emblemático tema. |
Elvis en aquel concierto en Hawaii en el que hizo su 'My way'. |
El primer centenario del nacimiento de Frank
Sinatra, La Voz, ha vuelto a traer a la actualidad a aquel crápula colérico,
mafioso y hedonista, a aquel cantante de la voz inquebrantable e inconfundible
que jamás dejó de hacer todo a su manera, o sea, ‘My way’. Sí, esa declaración
se convirtió en uno de sus títulos emblemáticos, una canción que siempre evoca
a un Frankie exultante. Esa pieza, escrita por franceses y reescrita en inglés
por Paul Anka, ha resultado irresistible para una auténtica legión de cantantes
en las últimas cuatro décadas, algo que no resulta extraño pues, como todo
interesado sabe, la letra de la canción viene a ser como una reafirmación de
todo lo hecho a lo largo de una vida, una presentación orgullosa de todas las
emociones experimentadas y todas las acciones (buenas y malas) realizadas en
tiempos mejores…, pero todo ello, siempre, “lo hice a mi manera”. Lo curioso es
que Sinatra odiaba esta pieza porque decía que era como exhalar sus últimas palabras,
como si estuviera dictando su testamento; en realidad los versos van por ahí:
“ahora que el fin está cerca” o ese que habla de “el último telón”.
Cientos de versiones de la icónica partitura, con
arreglos y envoltorios del más diverso pelaje, han sonado por los más
pintorescos escenarios; y es que su texto encaja a la perfección en la
atmósfera rock, pero también queda que ni pintado en la voz del cantautor
contestatario o en la del pop más intrascendente. Entre las abundantísimas
miradas que se han echado sobre esa composición pueden extraerse la que hizo
Elvis a comienzo de los setenta, la de Nina Simone por la misma época y, ¡cómo
no!, la que perpetró Sid Vicous a finales de la misma década.
Elvis la canta con gran fidelidad a la melodía y
ciñéndose escrupulosamente a la letra. Como cabe esperar, el rey usa de su voz
profunda y cálida para darle un matiz más pop, como si fuera una canción
pensada para que él la convirtiera en número uno. En aquel momento (hacia 1973)
ya estaba en sus últimos años, su salud empeoraba día a día e incluso mucha
gente en todo el mundo lo consideraba como un cantante ‘horterilla’…; sin
embargo, con él esta partitura brilla de modo deslumbrante: los graves suenan
pletóricos, solemnes, y alcanza las notas más altas con una naturalidad
pasmosa, y además, la hace tan fácil que llega a emocionar. Si se tiene química
con Elvis, cuando él entona este texto que tan bien se ajusta a su
circunstancia, se puede sentir una sensación indescriptible…, sí, no hay
palabras, mejor escuchar.
Nina Simone era luchadora incansable, contestataria,
apasionada hasta el exceso, altiva y a veces insolente, comprometida con las
causas de los débiles y humillados, con un temperamento poderoso e imprevisible
y, casi siempre, con un poso de amargura imposible de esconder en escena, donde,
en fin, era un auténtico talento. Al acercarse a esta canción no se resiste a introducir
en la letra ciertas variaciones que le dan al sentido final una mayor
profundidad sicológica, como si pretendiera ratificar con orgullo su postura;
así, quita ‘diversión’ y pone ‘música’, cambia ‘vergüenza’ por ‘cielo’ o
incluye un firme “tú no eres yo” en lugar de “a mí no”. En cuanto a la música,
lo normal es que combine susurros con encendidos y pasionales gritos que casi
parecen pedir explicaciones…, aunque depende de la versión, del momento y el
lugar. Sea como sea, su ‘My way’ tiene una personalidad apabullante, abrumadora…,
parece contar su vida con detalles. No es pop, no es jazz, no es soul…, es sólo
Nina, un carácter endiablado y a la vez tierno. Si hubiera sido hombre hubiera encarnado
una combinación de Martin Luther King y Muhamad Ali-Cassius Clay…, pero incluso
así, hubiera sido a su manera.
Sid Vicious la envolvió en sonido punk con guitarras
simples y distorsionadas y ritmo muy vivo. El ‘sex pistols’ se arranca burlón,
sarcástico, paródico al comienzo, donde echa gallos y desafina, y luego se
torna desafiante, agresivo, malhablado, amenazante. El texto que canta resulta a veces
irreconocible, pues mete morcillas y modifica unos cuantos versos, incluye
palabras malsonantes y, según dice la leyenda, improvisó varias frases, ya que
se olvidaba de la letra. Un punk de primera promoción no lo podría hacer de
otro modo. No, Franki nunca se hubiera presentado tan malencarado ni habría soltado
tacos en escena; y de ningún modo hubiera acabado así una actuación.
Frank cumpliría 100, Nina 82, Elvis 80 y Sid 58:
además de esa canción, tienen en común que están todos muertos. El primero y el
tercero entendieron ‘My way’ de un modo más complaciente, si no como disculpa
sí como justificación, como explicación, como diciendo ‘a mi manera, ¡qué le
vamos a hacer!’; pero la segunda y el cuarto la hicieron como desplante, como
increpando y retando: ‘a mi manera, ¿pasa algo?’.
CARLOS DEL RIEGO
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