El negocio de la música está desorientado, y por ello no deja de dar palos de ciego |
El negocio de la música, o sea, su distribución y
comercialización, sigue dando palos de ciego, desconcertado y dudoso; seguro
que más de un ejecutivo añora aquellos años en que su único problema era la
humilde cinta de casete. Ante la caída del soporte físico y los múltiples
problemas de las ventas digitales (incluyendo probaturas tan torpes como la de
regalar álbumes enteros), las discográficas han optado por fiar todo al
márketing y ver qué trucos pueden sacarse de la manga los expertos en
manipulación de masas. De este modo, éstos han pergeñado una estrategia basada
en concentrar toda la novedad musical en un solo día, en lanzar a los mercados
todo producto musical el viernes y solo el viernes; algo así ya lo viene haciendo
la industria del cine desde hace años a pesar de que las cosas no experimentan
mejoría.
Anuncia la asociación Promusicae que discográficas
(multinacionales, independientes, subsidiarias y mediopensionistas), artistas y
distribuidoras se han puesto de acuerdo en publicar todos a la vez. Así, han ideado
un engendro llamado ‘New Music Fridays’, en español ‘Los viernes tu nueva
música’, el cual busca que todo aficionado y/o comprador identifique los
viernes con los nuevos lanzamientos discográficos (en soporte físico y por
internet). Pretenden así que todos acudan como rebaño a la llamada de la
pitanza, pues en eso convierten la creación musical, en un producto de consumo.
Se trata, en fin, de una estratagema empresarial, industrial, algo típico de
cualquier rama del comercio. Sin embargo, este tipo de recursos chocan con la
insistencia de artistas, productores, promotores y distribuidores, que
sostienen que lo suyo es cultura, no industria, y por ello exigen que se cargue
su producto con impuestos culturales, no industriales. O sea, funcionan como
negocio al usar sus tácticas, argucias y herramientas, pero se reivindican como
guardianes de la cultura: se quedan a una carta u otra según convenga, o lo que
es lo mismo, viven instalados en la ambigüedad. Más aún, aseguran las
discográficas que han tomado esta decisión para que no haya aficionados que
accedan al nuevo disco antes que otros, con lo que están dando a entender que
lo único que persiguen es el beneficio del consumidor, ¿y qué es esto sino un
truco propagandístico usado por todo tipo de firmas comerciales?; ¿no dicen
éstas en los anuncios cosas como “cuidamos de usted”, o “su bienestar es
nuestro único objetivo”, o “para nosotros su salud es lo primero”?
Además de ser una medida que procura esquivar la
competencia, plantea posibles inconvenientes, como convertir los discos de la
semana anterior en obras pasadas al volcarse los medios con lo novedoso, o como
que quedarán perdidos en medio del mogollón la mayoría de los discos, sobre
todo los editados con menos o sin publicidad.
De todos modos, resulta difícil creer (por más
encuestas, consultas y estudios realizados) que presentando todos a la vez el
nuevo producto se consiga mejorar ventas, pues si fuera así, otros sectores
harían tal cosa; la experiencia del cine señala que se despachan más entradas
cuando una peli tiene tirón entre el público, pero de ninguna manera porque se estrenen
todas al mismo tiempo.
El negocio necesita entender que ya no valen los
patrones que valían hasta ahora, y que lo que precisa es una fórmula diferente
a los raídos e inútiles ganchos propagandísticos. El campo de internet es
demasiado grande para ponerle puertas.
CARLOS DEL RIEGO
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