El rap no es música sino poesía, y por eso el rapero recita pero no canta |
La irrupción de la música rock & roll a mediados
de los cincuenta del siglo pasado supuso, además de nuevas posibilidades para otros
ámbitos culturales en todo el mundo, la apertura de múltiples puertas que mostraron
nuevos caminos por los que se iniciaron los diversos subgéneros; es decir,
aquel tronco fue origen para abundantes ramas. Pero el caso es que también se
adosaron al tronco elementos ajenos a su esencia, algo así como parásitos que
nada tienen que ver con la naturaleza principal del ya sexagenario género
musical. El principal huésped indeseado es el rap.
Ocurre en ocasiones que una actividad consigue
introducirse en lugares que no le corresponden y adquiere así una condición que
le es absolutamente impropia. En el terreno artístico, por ejemplo, hay
supuestas obras de arte que se exhiben como enormes hallazgos en centros de
arte contemporáneo, ‘cosas’ que muestran tanto talento como el vaso medio lleno
de agua que, asombrosamente, inconcebiblemente, se pretende tenga el mismo
estatus que un goya, un bernini o un gaudí; sin embargo, por mucha palabrería
vacua, por mucha retórica petulante que suelten mequetrefes envanecidos, el
vaso con agua es lo que es, y no es arte. Y qué se puede decir de
especialidades incluidas en el programa olímpico como la natación sincronizada,
el patinaje artístico o la gimnasia rítmica que, en realidad, en puridad, no
son deportes; así, en este sentido hay que recordar que una competición
deportiva no se decide en función de valores como belleza, coreografía,
sincronización, elegancia…, que son imprescindibles en las artes escénicas, en
la danza, en los mencionados falsos deportes, pero que ni cuentan ni sirven en el
auténtico deporte: un gol vale igual sea un churro tras tres rebotes o una
maravilla de combinación y ejecución, da igual que sea una preciosidad o una
chapuza. De modo que, al igual que aquello no debería tenerse por arte ni esto
por deporte, el rap no puede considerarse música.
No, el rap no es música por varias razones. La
música puede ejecutarse de modo instrumental: cualquier pieza musical (folk,
jazz, clásica, rock, medieval, infantil…) posee una melodía y, por tanto, puede
reproducirse con un gran piano o con una humilde flauta. Igualmente, uno puede
tararear, silbar o canturrear canciones o fragmentos melódicos. Sin embargo,
resulta imposible tararear rap o tocarlo de manera instrumental, y si no puede
ser instrumental no puede ser música.
Reflexionando sobre el asunto se puede llegar
fácilmente a la conclusión de que la música no necesita de letra para ser
música, sin embargo, la letra sin música no puede llamarse música; por ello, un
texto precisa irremediablemente acoplarse a una secuencia melódica para formar
parte de una creación musical. En fin, la letra sin más puede definirse como poesía
o prosa, pero en ningún caso música; y se puede completar la explicación
dándole al rap la etiqueta que le corresponde: poesía callejera, que también
tiene su mérito. El hecho de que cuenten con una base rítmica o acompañamiento
musical no convierte los versos en canción.
Una anécdota resulta oportuna. En el transcurso de
un festival de música pop en España, dos veteranos de los sesenta de la pasada
centuria explicaban la evolución del género durante una rueda de prensa; así,
el rock & roll era una botellita de agua, el pop de los sesenta otra, el
heavy otra…, y cuando llegó el turno del rap, uno de ellos tiró la botellita con
rabia y desprecio hacia atrás negándole la condición de música. Y es que todo
autor de canciones sabe de la dificultad de encajar versos en una partitura, y
le fastidia que los raperos sean considerados músicos, pues las rimas que estos
escriben se declaman, se recitan, se interpretan, pero no se cantan. Y si no se
puede cantar…
CARLOS DEL RIEGO
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