Neil Young también brilló en 1975 |
Así es, la lista de discos convertidos en clásicos
de leyenda que se publicaron aquel año puede dejar boquiabierto a cualquier
aficionado que mire desde hoy con la perspectiva que proporcionan las cuatro
décadas transcurridas desde entonces.
No cabe duda de que eran los tiempos dorados del
rock. Extendido por todo el planeta, aún no era otro producto de consumo más,
es decir, los amantes de este género formaban casi una cofradía, una hermandad
no prohibida pero sí ligeramente marginada; es más, sus integrantes se sentían
muy cómodos siendo mirados como ‘peludos sin vacunar’. Además, tanto los grupos
de rock como sus incondicionales todavía estaban como rodeados de un halo de rebeldía,
pues el sonido grueso tan típico del género repelía a los condescendientes y
acomodados al sistema; era una forma de distinguirse, de sentirse diferente. Esa
música había superado su adolescencia, pero aún conservaba esa ingenua
arrogancia juvenil y se había convertido casi en una forma de afrontar la vida.
Y otra razón más, los discos de vinilo o las recién aparecidas cintas de casete
eran las únicas formas de tener rock en casa (rarísimas eran las emisoras de
radio que se atrevían a difundir alguna pieza con sonido rock), lo cual indica
el rito casi sagrado que significaba ir a comprar, luego escuchar mientras se
escudriñaba hasta la última letra de la portada y, finalmente, mostrar la joya
a los amigos ‘correligionarios’.
Aquel fue el año en que empezó a ser El Jefe |
El caso es que justo hace ocho lustros las musas
debieron irradiar toneladas de inspiración sobre los creadores de rock, pues la
relación de discos históricos aparecidos al cumplirse los tres cuartos del
siglo es asombrosa. Ahí van algunas de las joyas editadas en 1975 que siguen
asombrando hoy, que siguen escuchándose y vendiéndose y que, en fin, son ya
referencia.
The Queen había llamado la atención con su anterior
disco, pero entonces lanzaron una de las cumbres de la historia del rock, el
insuperable ‘A night at the Opera’; innovaciones sorprendentes, atrevimiento,
virtuosismo, creatividad a raudales…, fue un auténtico impacto que dejó
descolocados a muchos y que tanto tiempo después sigue provocando profundas
sensaciones; ¿quién puede resistirse a esa prodigiosa rapsodia?
Springsteen también estaba en ascenso, pero no fue
hasta la publicación de ‘Born to run’ que el mundo supo de él; la fuerza
irresistible del rock lucía en todos sus matices, y el poderío sencillo y sin
dobleces de ‘The Boss’ llegaba para quedarse; en ese momento entró en el Olimpo.
En ese momento empezó a ser ‘El Jefe’.
Pink Floyd estaba en la cima. Tanto en el plano
comercial como en el artístico había llegado a la luna con un disco que parecía
insuperable. A pesar de todo, con ‘Wish you where here’ se mantiene en la
excelencia, regala piezas inmortales y, de paso, reivindican la retorcida
personalidad de su fundador. Ojalá siguieran aquí, ojalá siguieran así.
También Neil Young estaba muy bien situado en el
negocio; había formado parte de lo que se llamaba un supergrupo (con Crosby,
Stills y Nash) tras militar en bandas heroicas, así como evidenciado una gran
facilidad para crear ambientes intensos y, a la vez, sosegados. Entonces lanzó ‘Zuma’,
un disco en el que brilla su facilidad para el country y deslumbra su granítica
percepción del hard-rock. El extenso ‘Cortez the killer’ achaca al conquistador
y elogia a (Mocte) Zuma, aunque el propio Young especificó que no sabía de la
historia más que cuatro tópicos (en España se tituló ‘Cortez Cortez’ en uno de
los últimos actos de la ya agonizante censura).
Led Zeppelin también estaba en su mejor momento tras
la fantástica acogida de sus dos discos anteriores (sobre todo ‘IV’). Ahora se
atrevían con un doble álbum cuya portada mostraba un edificio cuyas ventanas
podían abrirse y mirar dentro… Heavy rock en su sentido más estricto, con
piezas para el recuerdo y (¡cómo no!) acusaciones de plagio muy concretas.
Los alemanes Kraftwerk habían inaugurado una nueva
posibilidad, una visión mecánica y robótica del rock con su anterior disco; el
año en cuestión confirmó la alternativa del techno con el inquietante
‘Radio-Aktivität’. La fórmula no parecía muy complicada: sonido aparentemente
frío pero mucho más cercano de lo que parece, melodías simples pero con más
alma que lo que muchos lograron ver, y letras muy directas con versos casi
independientes. Esa peligrosa radioactividad (“está en el aire para ti y para
mi”) resultó irresistible para muchos, que quedaron contaminados para siempre entre
los irreales sonidos sintetizados.
Pero los discos que vieron la luz aquel año y que
han traspasado la barrera del tiempo fueron muchos más. ‘Crisis? What crisis?’,
se preguntaba Supertramp. Bee Gees anunciaban la fiebre con un excelente y
trepidante ‘Main course’. El gran Bob Dylan dejaba otra muestra de genio con
‘Bood on the tracks’ (su decimoquinto álbum). Patti Smith adelantaba la
explosión del punk con el deslenguado ‘Horses’. Los inconfundibles barbudos ZZ
Top dejaban claro que todo en Texas tiene una personalidad poderosa, especialmente
el rock, con su electrizante y divertido ‘Fandango!’. Los ingleses Camel
mostraban lo elegante que puede ser el rock con su ‘The snow goose’… Y no son
todos.
Sí, ¡qué discos los de aquel año!
CARLOS DEL RIEGO
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