domingo, 26 de abril de 2015

1975, ¡QUÉ DISCOS LOS DE AQUEL AÑO! Si los años 1955 y 1965 fueron esenciales en la historia de ese género musical aparecido en el siglo XX y luego instalado y multiplicado en todo el mundo, otros diez años adelante, en 1975, se produce otra especie de vórtice rocanrolero.

Neil Young también brilló en 1975
Así es, la lista de discos convertidos en clásicos de leyenda que se publicaron aquel año puede dejar boquiabierto a cualquier aficionado que mire desde hoy con la perspectiva que proporcionan las cuatro décadas transcurridas desde entonces.

No cabe duda de que eran los tiempos dorados del rock. Extendido por todo el planeta, aún no era otro producto de consumo más, es decir, los amantes de este género formaban casi una cofradía, una hermandad no prohibida pero sí ligeramente marginada; es más, sus integrantes se sentían muy cómodos siendo mirados como ‘peludos sin vacunar’. Además, tanto los grupos de rock como sus incondicionales todavía estaban como rodeados de un halo de rebeldía, pues el sonido grueso tan típico del género repelía a los condescendientes y acomodados al sistema; era una forma de distinguirse, de sentirse diferente. Esa música había superado su adolescencia, pero aún conservaba esa ingenua arrogancia juvenil y se había convertido casi en una forma de afrontar la vida. Y otra razón más, los discos de vinilo o las recién aparecidas cintas de casete eran las únicas formas de tener rock en casa (rarísimas eran las emisoras de radio que se atrevían a difundir alguna pieza con sonido rock), lo cual indica el rito casi sagrado que significaba ir a comprar, luego escuchar mientras se escudriñaba hasta la última letra de la portada y, finalmente, mostrar la joya a los amigos ‘correligionarios’.
Aquel fue el año en que empezó a ser El Jefe
El caso es que justo hace ocho lustros las musas debieron irradiar toneladas de inspiración sobre los creadores de rock, pues la relación de discos históricos aparecidos al cumplirse los tres cuartos del siglo es asombrosa. Ahí van algunas de las joyas editadas en 1975 que siguen asombrando hoy, que siguen escuchándose y vendiéndose y que, en fin, son ya referencia.      

The Queen había llamado la atención con su anterior disco, pero entonces lanzaron una de las cumbres de la historia del rock, el insuperable ‘A night at the Opera’; innovaciones sorprendentes, atrevimiento, virtuosismo, creatividad a raudales…, fue un auténtico impacto que dejó descolocados a muchos y que tanto tiempo después sigue provocando profundas sensaciones; ¿quién puede resistirse a esa prodigiosa rapsodia?


Springsteen también estaba en ascenso, pero no fue hasta la publicación de ‘Born to run’ que el mundo supo de él; la fuerza irresistible del rock lucía en todos sus matices, y el poderío sencillo y sin dobleces de ‘The Boss’ llegaba para quedarse; en ese momento entró en el Olimpo. En ese momento empezó a ser ‘El Jefe’.

Pink Floyd estaba en la cima. Tanto en el plano comercial como en el artístico había llegado a la luna con un disco que parecía insuperable. A pesar de todo, con ‘Wish you where here’ se mantiene en la excelencia, regala piezas inmortales y, de paso, reivindican la retorcida personalidad de su fundador. Ojalá siguieran aquí, ojalá siguieran así.

También Neil Young estaba muy bien situado en el negocio; había formado parte de lo que se llamaba un supergrupo (con Crosby, Stills y Nash) tras militar en bandas heroicas, así como evidenciado una gran facilidad para crear ambientes intensos y, a la vez, sosegados. Entonces lanzó ‘Zuma’, un disco en el que brilla su facilidad para el country y deslumbra su granítica percepción del hard-rock. El extenso ‘Cortez the killer’ achaca al conquistador y elogia a (Mocte) Zuma, aunque el propio Young especificó que no sabía de la historia más que cuatro tópicos (en España se tituló ‘Cortez Cortez’ en uno de los últimos actos de la ya agonizante censura).

Led Zeppelin también estaba en su mejor momento tras la fantástica acogida de sus dos discos anteriores (sobre todo ‘IV’). Ahora se atrevían con un doble álbum cuya portada mostraba un edificio cuyas ventanas podían abrirse y mirar dentro… Heavy rock en su sentido más estricto, con piezas para el recuerdo y (¡cómo no!) acusaciones de plagio muy concretas.

Los alemanes Kraftwerk habían inaugurado una nueva posibilidad, una visión mecánica y robótica del rock con su anterior disco; el año en cuestión confirmó la alternativa del techno con el inquietante ‘Radio-Aktivität’. La fórmula no parecía muy complicada: sonido aparentemente frío pero mucho más cercano de lo que parece, melodías simples pero con más alma que lo que muchos lograron ver, y letras muy directas con versos casi independientes. Esa peligrosa radioactividad (“está en el aire para ti y para mi”) resultó irresistible para muchos, que quedaron contaminados para siempre entre los irreales sonidos sintetizados.

Pero los discos que vieron la luz aquel año y que han traspasado la barrera del tiempo fueron muchos más. ‘Crisis? What crisis?’, se preguntaba Supertramp. Bee Gees anunciaban la fiebre con un excelente y trepidante ‘Main course’. El gran Bob Dylan dejaba otra muestra de genio con ‘Bood on the tracks’ (su decimoquinto álbum). Patti Smith adelantaba la explosión del punk con el deslenguado ‘Horses’. Los inconfundibles barbudos ZZ Top dejaban claro que todo en Texas tiene una personalidad poderosa, especialmente el rock, con su electrizante y divertido ‘Fandango!’. Los ingleses Camel mostraban lo elegante que puede ser el rock con su ‘The snow goose’… Y no son todos.

Sí, ¡qué discos los de aquel año!    

CARLOS DEL RIEGO

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