Esto ocurrió |
En realidad no puede sorprender mucho que Ucrania
reniegue de todo lo que tenga que ver con el comunismo. Y es que en aquel país
no se olvida el ‘holomodor’, la atroz hambruna que se llevó por delante a
millones de ucranianos en 1932-33. Al respecto, los autores prosoviéticos (que
apuntan a no más de millón y medio de muertos) afirman que el hambre se debió a
la requisa de cosechas impuesta por el régimen colectivizador estalinista, que
expropió tales cantidades de cereal que dejó sin recursos a millones de
agricultores en toda la Unión Soviética, especialmente en Ucrania (la obsesión
era exportar grano e importar maquinaria industrial); los autores
antisoviéticos (que elevan la cifra de muertos hasta los diez millones)
aseguran que el hambre fue provocada artificialmente para controlar al
campesinado (que protestaba porque les confiscaban casi todo el producto de su
trabajo), y para machacar cualquier atisbo de contestación al régimen. Asimismo
también hay historiadores que se quedan en el medio y opinan que aquella
catástrofe alimentaria (que, según las estimaciones más razonables, acabó con
la vida de cuatro millones de personas) se debió a una combinación de ambas
causas; también existen los que, defendiendo una u otra postura, añaden una
mala cosecha. En cualquier caso, nadie se atreve a negar que fue el régimen
bolchevique el responsable directo de aquella monstruosa mortandad (Rusia lo
admitió hace años). Por ello, parece comprensible la animadversión que existe
en este país para con todo lo que suene a comunismo.
Ambos símbolos representan la negación de la libertad y los Derechos Humanos |
Volviendo al asunto, la hoz y el martillo
representan el comunismo, y siendo que el comunismo (al igual que cualquier
totalitarismo) se impone y mantiene aplastando cualquier atisbo de disidencia
(como se demuestra al examinar todos los países donde se implantó o se mantiene
el comunismo), la hoz y el martillo representan la negación de los Derechos
Humanos y de cualquier libertad. Además, si alguno de los países donde se
implantó el comunismo hubiera respetado las libertades y los Derechos Humanos
de su población, podría defenderse que ese modelo económico tenía
respetabilidad o legitimidad; pero la realidad es que los gobiernos marxistas,
estalinistas, maoístas… negaban (niegan) hasta la libertad para salir del país.
En fin, es una obviedad que el comunismo es un régimen absolutamente
liberticida, tanto como el nazismo; de hecho, desde un punto de vista político,
uno y otro coinciden punto por punto, siendo la única diferencia el modelo
económico: capitalista o planificado.
Sin embargo, no está mal visto que un ciudadano que
vive en un país democrático (imperfecto, sí, pero sin duda el sistema menos
malo) se proclame con orgullo como comunista, pero nadie se atreve a
significarse fascista abiertamente pues será insultado, menospreciado, acusado
(lógicamente, merecidamente). La esvástica se identifica, como es natural, con el terror de los campos de
concentración, pero hoz y martillo no se asocia a las purgas y los gulags. Y
ello a pesar de que ambas ideologías causaron (causan) millones de víctimas y que
coinciden en su desprecio por cualquier tipo de libertad. Por otro lado,
cualquiera de los que hoy defienden el comunismo marxista leninista,
estalinista o de cualquier tipo, fácilmente hubiera sido víctima de las purgas
de Stalin, la Purga y la Gran Purga que diezmaron el ejército, el Politburó, el
Komintern, el NKVD, el Partido Comunista de la Unión Soviética (Pcus),
comisarios políticos o humildes agricultores…, o sea, proclamarse comunista en
la URRS no era garantía de tranquilidad; es más, no pocos de los que acusaron y
sentenciaron fueron luego acusados y
ejecutados, incluyendo nombres tan sonoros como Beria o Yagoda.
En fin, el Parlamento Ucraniano (y los de otras
repúblicas exsoviéticas) se sacude prejuicios, complejos y miedos y pone los
puntos sobre la íes: comunismo equivale a nazismo, campo de concentración es lo
mismo que gulag, la Gestapo es igual que el KGB, hoz y martillo significa lo
mismo que esvástica…, y ambos símbolos son totalmente contrarios a democracia
(de hecho, no hay que olvidar que Hitler y Stalin firmaron en 1939 el acuerdo ‘Ribbentrop-Molotov’).
Tan horrible e indeseable es una cosa como la otra, y los testimonios de las
víctimas de una y otra ponen los pelos de punta de idéntica manera (se sabe de
casos de algunos desdichados que estuvieron en Siberia y en Auswitz). A pesar
de ello hay ciudadanos que justifican o desprecian a las víctimas de un lado a
la vez que se compadecen de las del otro.
Y ya no es el primer parlamento en dejarlo escrito.
CARLOS DEL RIEGO
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