Los castellanos Celtas Cortos hicieron uno de los mejores temas sobre los viejos tiempos |
Las épocas cercanas a la navidad pueden dar pie a la
exaltación de la amistad, sobre todo si se dan reuniones de antiguos compadres.
La amistad, por otro lado, es uno de los temas preferidos por los autores de
canciones de rock, pop y derivados. De hecho, raro es el grupo o solista que no
ha dedicado el tiempo necesario para escribir versos en torno a los amigos. Y dentro
de este amplio estante también caben las estrofas y estribillos que recuerdan
con nostalgia a los viejos colegas, a esos que marcaron la niñez, la
adolescencia o juventud de cada uno, a esos a los que perdiste la pista hace
mil años pero permanecen tan vivos en el pensamiento. Esas canciones miran al
pasado con añoranza, unas veces para evocar momentos únicos e inolvidables,
otras para señalar simplemente cómo eran las cosas, y otras más incluso para
ajustar cuentas. Dentro de las piezas que, en el ámbito del pop-rock español,
tocaron esta combinación de memoria y camaradería pueden mencionarse el ‘Mis
amigos dónde estarán’ de Topo y su antecedente directo, el ‘Días de escuela’ de
Asfalto, el ‘77’ de Loquillo y Trogloditas y el ‘20 de abril’ de Celtas Cortos.
Asfalto, de Vallecas, funcionaba antes del fin del
franquismo e incluía en sus filas a algunos de los que luego integrarían bandas
de referencia en el rock español. En el 78 lanzaron un primer álbum con algunas
canciones memorables, entre ellas la magnífica ‘Días de escuela’. Se trata de
un canto a los compis del cole de los sesenta sin que falten los retratos y los
profes con bigote, los capones y el himno, la cruz y el catecismo, la estufa y
la leche en polvo…, pero también el bocata del recreo, los cromos y el tacón
(hay que tener cierta edad para saber cómo se jugaba al tacón y las pelis), la
complicidad con los camaradas de pupitre, pasillo y patio, los primeros amigos.
Sí, eran escuelas grises, frías y constreñidas, pero a pesar de ello reconforta
recordar años y compadres infantiles.
Al poco de aparecer ese primer elepé de Asfalto,
varios de sus componentes renegaron del resultado, de modo que se marcharon y
formaron Topo. Éste grupo lanzó unos pocos meses después un disco que,
escuchado con perspectiva, no se diferencia demasiado de aquel que ocasionó la
desbandada, ya que ambos encajan perfectamente en la denominación de rock
urbano y callejero, con sonido limpio y más bien austero. No puede extrañar,
por tanto, que en el álbum con que Topo se daban a conocer (enero del 79) se
incluyese un tema, ‘Mis amigos dónde estarán’, en el que se narra cómo se
conserva aquella amistad escolar ahora en los setenta, en los futbolines y los
billares (equivalente de entonces a las salas de videojuegos de hoy), en las
manifas y las carreras, en los bares y los bailes, con copas y cigarros. La
respuesta a la pregunta al paradero de los viejos secuaces tiene, finalmente,
su carga de desencanto: “en un tresillo se aplastarán”.
A mediados de los ochenta del XX Loquillo era uno de
los nombres emergentes de la nueva ola española. Siempre acompañado por buenos
compositores, el catalán había cambiado Intocables por Trogloditas, y con estos
publicaba uno de los mejores trabajos de su carrera, ‘¿Dónde estabas tú en el
77?’, cuyo tema central era precisamente ese ‘77’ (con letra del propio José
María Sanz). La fecha se refiere al año del punk y sus primeras hornadas, las
autodestructivas, las de las drogas, las broncas y el alcohol, las del ‘no
future’, ‘anarquía’ y ‘no more heroes’; las calles ardían en el 77, pero “qué
quedó de aquellos tiempos”, del amigo vacilón, de las chicas, “del Araña” y
demás camaradas con los que descubrieron aquel invento llegado de Londres. Esa
idea se engarzó en un ritmo cercano al rockabilly pero con guitarras más
potentes. No hay duda, aquellos con los que se comparte un descubrimiento, una
novedad, siempre dejan huella profunda, recuerdo indeleble.
Ya en los 90, los pucelanos Celtas Cortos, dentro de
su tercer álbum, regalaban una de las mejores canciones de su época, un tema
que se sigue escuchando hoy con gusto y que se muestra tan cautivador como en
su momento, ’20 de abril’. Se trata de una carta a una antigua novieta en la
que, además de preguntarle cómo le van las cosas (genial la frase “qué tal te
va con el tío ese”), trata de tocar su fibra más sensible al recordarle las
noches en aquella cabaña y las risas que se hacían entre todos los troncos… La
nostalgia se vuelve a imponer al señalar cómo ha pasado el tiempo y cómo ha
cambiado ‘la basca’. El ritmo vivaracho, el estribillo pegadizo, los arreglos
de flauta y violín (como corresponde a un grupo con base celta) y lo fácil que
se canta, hacen de esta melodía algo verdaderamente especial para mucha
gente.
Sí, estos cuatro significativos títulos de la
historia del rock español miran atrás con añoranza y melancolía, como lamentándose
de que los viejos tiempos sean irrecuperables. De todos modos, resulta
imposible sustraerse a la magia del recuerdo, sobre todo en reuniones de viejos
amigos.
CARLOS DEL RIEGO
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