Hay que imaginarse el terror de niños y profesores en la escuela de Pakistán donde entraron los asesinos islamistas |
Cuentan los supervivientes, que las bestias de dos
patas que mataron a más de cien niños en una escuela de Pakistán les preguntaron
por el Corán, y al no ser capaces de recitarlo de memoria les descerrajaban un
tiro en la cabeza; hay que imaginarse el terror de alumnos y profesores. Asimismo,
el prosimio que secuestró a unas cuantas personas en Australia mató a las que
pudo porque esa era su verdadera intención: liquidar infieles. Son dos casos de
violencia islámica de la que no pocos musulmanes se quieren desligar, pues
argumentan que no todos los mahometanos tienen intención de acabar con los
infieles y con las culturas ajenas a Alá. Sin embargo, analizando las cosas en
profundidad, es preciso discrepar de esos que se dicen moderados, pacíficos
seguidores del profeta.
El gran problema (se ha repetido hasta la saciedad)
es que la religión musulmana vive un enorme retraso respecto a otras, un
retraso cultural, social, elemental, que se puede cifrar fácilmente: 622 años;
precisamente esa es la fecha en la que comienza su calendario, por lo que, en
realidad, ellos viven en 1392, así que no puede extrañar que tengan pensamiento
y mentalidad del siglo XIV, no de 2014. Las sociedades occidentales dieron el
paso definitivo a partir del momento en que se socializa la Ilustración, la
cual da lugar a conceptos como Democracia o Derechos Humanos, pero como los
sarracenos viven en el siglo XIV, todavía no han llegado a la Ilustración y,
por tanto, todavía tienen pensamiento medieval (todo esto se ha expresado mil
veces de mil maneras diferentes, pero sigue sin resultar innecesario su
recuerdo).
Por otro lado están los musulmanes que viven en
países occidentales y sí condenan la violencia que ejercen sus correligionarios.
Estos emigrantes huyeron de África o Asia y se instalaron en occidente porque
en sus países de origen no existe la libertad ni se atisba nada parecido a la
justicia o los Derechos Humanos; escaparon de estados donde la violencia es
cercana, cotidiana y, en fin, renunciaron a vivir allí donde se impone por la
fuerza la religión más fanática. Por todo esto abandonaron sus raíces y
buscaron regímenes democráticos para rehacer sus vidas. Sin embargo,
asombrosamente, una vez en el país de acogida, rechazan integrarse en esa nueva
sociedad, se encierran en guetos, apenas salen de ellos y su relación con los
autóctonos se ciñe a lo imprescindible; desean mantener sus costumbres incluso
por encima de las de las personas que los acogen y, por si fuera poco, exigen que
sus tradiciones (algunas tan despreciables como el sometimiento de la mujer)
sean respetadas aunque vayan contra la ley legítimamente instaurada; es más,
muchos de esos musulmanes que renunciaron a la sociedad islámica se han negado
obstinadamente a aprender el idioma del país que les ha abierto sus puertas.
Podría deducirse, por tanto, que estos mahometanos moderados tratan de que el
lugar donde pretenden empezar nueva vida (lejos del dogmatismo cerril y la
violencia fanática) termine por ser como su país de origen. Se trata de una
contradicción muy similar al caso de Ceuta y Melilla: muchos marroquíes claman
por que esas ciudades sean devueltas a Marruecos (cosa imposible, pues no se
puede devolver a alguien algo que nunca fue suyo; se le pude regalar, alquilar,
vender…, pero no devolver), sin darse cuenta de que llegado ese caso, ambas
ciudades serían idénticas a Fez o Chauen, con lo que ya no servirían de destino
a quienes quieren buscar un futuro.
En resumen, los mahometanos moderados, en realidad
no son inocuos, no son tan inocentes, sino que lo que persiguen es imponer su
visión retrógrada del mundo pero sin violencia, pensando más en una invasión
pacífica que en una guerra sangrienta; no en vano muchos de ellos proclaman
convencidos que “el Islam se impondrá en el mundo gracias al vientre de
nuestras mujeres”. En lo que no parecen haber caído esos agarenos que se creen
tolerantes es en que si eso sucede alguna vez, si la imparable natalidad de las
musulmanas termina por desembocar en aplastante mayoría de población para luego
imponer los usos de su tierra, el mundo se llenará de nuevos Yemen, Irán,
Afganistán o ese bestial estado islámico, con lo que esos que se dicen buenos
musulmanes dejarán de tener sitios a donde ir a buscarse una vida sin
fanatismos sanguinarios.
Imagínese que uno acoge en su casa a un invitado y
éste, una vez instalado, empieza a exigir un tipo especial de comida, un trato
diferente a las mujeres de la casa, unos horarios, unas costumbres… Pues tal
hacen los emigrantes procedentes de países islámicos. Así, se puede colegir que
no puede existir la figura del mahometano respetuoso si no se integra en la
sociedad que lo acoge, si no aprende el nuevo idioma, si no se relaciona con
los que lo han recibido, si no respeta sus leyes y costumbres, si no se adapta
y, en fin, si no reconoce que vive como invitado en casa ajena. El que no está
dispuesto a aceptar la nueva legalidad, la nueva realidad, no puede ser tildado
de razonable y moderado.
Por todo ello, cabe la expresión: “Si no te gusta lo
que te has encontrado en la casa que te acoge, vete, pues nadie te obliga a
quedarte”. Y por el contrario, bienvenidos sean los inmigrantes que agradecen a
quienes les abren sus puertas, bienvenidos los que se integran, aceptan las
leyes y respetan opiniones, tradiciones y opciones distintas a las suyas sin
exigencias culturales.
También forman parte del problema los nativos del
país de acogida que se solidarizan incondicionalmente con los recién llegados
(pidan lo que pidan), y reniegan de todo lo propio. Pero este es otro tema.
CARLOS DEL RIEGO
Es imposible que los musulmanes que han emigrado a nuestros países se integren a nuestras sociedades ya que Alá, por medio del Corán les enseña que no deben hacer amistad con nosotros porque somos lo peor de la creación.
ResponderEliminarA ellos se les manda a mantenerse alejados de la mala influencia de nosotros los infieles ya que corren el peligro de ser contaminados por nuestras mentiras y desobediencia a Alá. El problema radica en que es su religión, el Islam, la que impide su asimilación en otras culturas. El Corán les enseña que un Estado de Derecho es rebelión contra las ordenanzas de Alá, ya que está fundamentado sobre leyes humanas y no sobre los mandatos de Alá.
Amigo Emmanuel, tienes toda la razón, la filosofía del Corán se sustancia en el odio a toda libertad que se superponga a la religión; además, alienta la violencia, algo a lo que recurrió el profeta Mahoma muchas veces. Ese fanatismo ciego es un peligro mayor de lo que se cree. Gracias. Saludos.
Eliminarhttp://www.paraemigrantes.com/requisitos-basicos-para-emigrar-a-australia/
ResponderEliminarAmigo Carlos: Me refiero al final de tu artículo, cuando hablas de la postura de los españoles ante la llegada de los inmigrantes musulmanes. Creo que la cuestión habría que tomarla por el principio, es decir, la postura de las autoridades españolas para admitirlos. A título de ejemplo, poniendo nada más que un 10% de los requisitos que exigen en Australia. Ver el enlace del principio. Saludos. Andrés Quintero
Sí, amigo Andrés, ya conocía esos requisitos, y en toda Europa habría que estipular códigos similares; el problema está en los que, desde la comodidad del sistema democrático, se posicionan a favor de los que odian este sistema, ya sean bolivarianos o islamistas, que pondrían el grito en el cielo contra requisitos que llamarían, cuando menos, xenófobos. Es un poco como los jueces que están siempre buscando resquicios legales para poner en libertad a terroristas, asesinos, violadores... Son posturas hipócritas e incomprensibles. Gracias un abrazo
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