The Who en vivo eran imparables |
Cuando el disco de vinilo perdió la exclusiva
también se perdieron otros elementos, piezas intangibles que daban a la
producción final un plus de encanto, un toque mágico que ningún otro formato ha
recuperado o, en el mejor de los casos, suplido. Ya no es la portada cargada de
arte e intención, ya no es aquella carpeta que se abría, ya no es el rito de la
lectura de créditos y hojas interiores, que también, sino que cuando el elepé
dejó de ser el formato-rey para el rock y el pop, se olvidó la jugosa tradición
del disco en directo; sí, es evidente que se siguen publicando álbumes
registrados en vivo, pero un Cd (y menos otros soportes) no posee capacidad
suficiente para cobrar su propia personalidad, no tiene ese atractivo del
‘doble en directo’ que se contaba (se cuenta) como pieza especial en la
discografía de cualquier banda de rock de los años gloriosos.
Es por eso que desde hace décadas no se edita un
disco en directo que esté a la altura de los clásicos, es decir, no hay ediciones
comparables al emblemático ‘Made in Japan’ (en este caso es innecesario señalar
el grupo), al emocionante ‘At Fillmore East’ de los Allman Brothers Band, al
magnífico ‘Live & dangerous’ de Thin Lizzy, al revelador ‘Bursting out’ de Jethro
Tull, al muy completo ‘Live Killers’ de Queen, al trepidante ‘Supidty’ de Dr.
Feelgood, al monumental ‘Yessongs’ de Yes (¡y su portada!), al prodigioso
‘Live’ de Lou Reed, al exquisito ‘Weld’ de Neil Young, al arrollador ‘Kick out
the jams’ de MC5, al cálido ‘Frampton comes alive’ de Peter Frampton, al iniciático ‘Under a blood red sky’ de U2, …, y así se
podría seguir enumerando muchos discos cargados de talento en estado crudo. Además,
también pueden sumarse los que recogieron para la eternidad festivales
legendarios, como el de ‘Woodstock’, ‘Bangla Desh’ o ‘The Last Waltz’, por
citar sólo tres. En fin, que hace mucho, muchísimo tiempo que no se lanza un
disco en vivo que se acerque a la categoría de los mencionados (que son sólo un
escaparate del género de los grabados en escena).
Puede llamar la atención que entre los destacados no
aparezcan The Beatles, pero la cosa tiene explicación: cuando ellos iban
inventando las formas, usos y costumbres del pop y el rock, también tenían que
ir inventando los cómos, de modo que al ser el primer grupo que tocó en grandes
escenarios, tuvieron que experimentar por sí mismos los problemas (equipos
escasos) para que luego se encontrara solución; pero además, como quiera que el
público no dejaba de gritar enardecidamente durante sus actuaciones, los cuatro
de Liverpool eran incapaces de escucharse a sí mismos, y todo el que haya
pasado por ese trance sabe de la imposibilidad de tocar sin oírse. Por eso
dejaron no sólo de grabar si no incluso de volver al escenario.
Todo buen aficionado al rock tiene sus favoritos y experimenta
mayor empatía con este que con aquel ‘live’, tanto que a veces llega a sentirse
allí mismo, en el sitio donde se grabó. Así, además de los mencionados, hay
quien tiene en lugar de privilegio el histórico ‘Live at Leeds’ de The Who, el ‘Live’
de Uriah Heep y el ‘It´s alive’ de The Ramones.
Uriah Heep en los tiempos heroicos del rock |
El primero, de 1970, es considerado imprescindible
cuando se trata el asunto de los conciertos grabados y editados. El cuarteto
liderado por Townshend había publicado el año anterior su inmortal ‘Tommy’ y
luego se embarcó en una larga gira, de la que sólo se quedaron con el concierto
de Leeds (dicen que el guitarrista destruyó el resto de las grabaciones). La
cara a del ‘Live at Leeds’ es antológica, con temas propios y versiones
escogidas entre lo más granado del rock & roll clásico (ese ‘Summertime
blues’ pone los pelos de punta); la b sólo tiene dos temas, un larguísimo,
variopinto y sorprendente ‘My generation’ con pasajes para los anales, y un
segundo clásico del grupo, el necesario ‘Magic bus’.
Otro que también recoge como pocos el ambiente de
directo es el poderoso ‘Live’ de los londinenses Uriah Heep. Se trata de un
doble con valiosas páginas interiores, con repaso a lo mejor de lo propio y del
rock & roll histórico y, en fin, con todo lo que requería el género en
aquel 1973. El sonido épico de la banda, rebosante de hechicería, rocoso…, en
una palabra, ‘heavy’ en estado puro, luce en este disco, fiel reflejo de ese
tipo de rock que da sensación de ser algo así como una locomotora de sonido
que, gigantesca, se te echa encima abrumadoramente. Con este fantástico álbum
uno puede sentir al grupo a unos metros; por destacar sólo un título de una
colección insuperable en su género, bien puede decirse que ‘Easy livin’ está en
la cumbre del estilo.
Pero tal vez sea el agotador ‘It´s alive’ de The
Ramones el directo que mejor lleva a los altavoces del salón de casa el
ambiente de una actuación; en este excitante doble no hay tregua, no hay
descanso, el inconfundible grito de entrada de Dee Dee no permite distracción.
Registrado en Londres en fecha tan temprana como la Nochevieja de 1977 (y
editado en el 79), es toda una demostración del mejor y más dinámico punk-rock,
algo que asombró entonces y hoy todavía más. A toda velocidad, con una
ininterrumpida sucesión de descargas de adrenalina de apenas dos minutos,
ritmos desenfrenados y guitarras como látigos, estos pioneros dieron muestra de
qué es lo que hay que dar al público cuando un artista está ante los
micrófonos. Han pasado casi 40 años, pero nadie se atrevería a bajarlo del
podio de los mejores en vivo.
Un casi olvidado grupo austriaco lo dijo una vez: el
directo es vida.
CARLOS DEL RIEGO
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