El terror se dibujaría en el rostro de cualquiera ante esta visión |
Es difícil imaginar criatura más repulsiva |
Su estreno fue una auténtica convulsión para los
aficionados al cine, sobre todo para los amantes de las películas de serie B y
de ciencia ficción, de las de terror y suspense. A finales de 1979 un auténtico
monstruo, un ser horripilante y repelente recorrió el mundo, ‘Alien’, el
pasajero invasor que parece un ser y también una máquina, que tiene
exoesqueleto como un insecto y una boca extensible dentro de su boca, que puede
recordar a un dragón y que es cien por cien hostil…, nada imaginado o soñado en
la más alucinante pesadilla puede infundir el paralizante miedo que provoca
semejante atrocidad. Sin embargo, aun puede haber algo peor que quedar al
alcance de sus babeantes mandíbulas y sentir cómo te arranca la cara: puede que
no te mate, sino que te capture para colocarte, inmovilizado, ante un asqueroso
huevo del que saldrá la cosa que te introducirá por la boca el embrión del
monstruo, el cual te romperá el pecho desde dentro para nacer (los actores no
estaban avisados de lo que iba a pasar en ese momento, de ahí sus caras de
verdadera sorpresa, es más, uno incluso se desmayó del susto). Aterrador.
Además del escalofriante diseño del bicho (del suizo
Giger, fallecido hace unos pocos meses) y de la atmósfera angustiosa y
claustrofóbica que impera de principio a fin, además del modo en que es
‘concebida’ la bestia y otras muchas sorprendentes y novedosas ideas que aporta
la película (héroe chica, Ripley, chicos víctimas, hombre que ‘da a luz’ tras
introducirse en su boca el germen…), tal vez sea la incertidumbre que preside
todo el metraje lo que multiplica el efecto aterrador. Hay incertidumbre cuando
la nave cambia su rumbo sin saber por qué, ¿la señal es de auxilio o de
advertencia? Las dudas siguen cuando un ente asqueroso se pega al rostro de un
tripulante y no se sabe qué hacer, ¿permitir que entre ‘eso’ en la nave o
cumplir con el protocolo de cuarentena? Incluso cuando hay que abandonar y
destruir la astronave y recurrir a la auxiliar, la protagonista cambia de idea
e intenta volver… La inquietud por lo desconocido impregna de miedo a todos los
desafortunados viajeros. Pero la mayor incertidumbre, lo que aterra tanto a los
personajes como al espectador es el hecho de que ni un segundo aparece la
criatura claramente y en su totalidad, no se sabe exactamente qué es, cómo es,
cómo mata, qué pretende, qué les hace a sus víctimas…, sólo se atisba que es un
ser feroz, repugnante y muy violento. Es este uno de los grandes aciertos del
emblemático título, ya que el desconocimiento conlleva miedo; lo desconocido es
en este caso intuido en varios entrecortados y escasos instantes, lo justo para
provocar el estremecimiento, la angustia, el espanto de todo el que mira. Y
mucho más en aquel 1979, pues hay que recordar que hasta entonces los seres
procedentes del espacio casi siempre eran inteligencias superiores que
procedían con un propósito (aunque fuera perverso), mientras que el octavo
pasajero no piensa, sólo actúa como un verdadero monstruo.
Miedo extremo, pavor profundo, pánico absoluto es el
sentimiento que el filme transmitió a toda la sala cuando en aquellos últimos
setenta se estrenó en todo el mundo. Cómo esa especie de crustáceo repelente se
pega a la cara e introduce por la boca de la víctima el embrión del monstruo,
cómo emerge éste, en qué se convierte y cómo mata la alimaña adulta… Todo ese
caudal de terror lo personifica el personaje de Lambert, la chica que desde el
primer momento teme: “¿lo habrá querido coger vivo?” comenta ante la espantosa
posibilidad de que la primera víctima esté aun con vida en poder del monstruo;
pero como no podía ser de otro modo, la desdichada comprueba finalmente cómo sus
temores se hace realidad y, en una de las mejores y más expresivas escena de
toda la película, la criatura se planta ante la infortunada, que se resigna paralizada
por el horror y sólo puede gritar…
Sin embargo, puede que lo peor no sea la criatura
sino la revelación del traidor cuando, destrozado, confiesa las órdenes de la
compañía: “Regresar con ese organismo. Las demás consideraciones anuladas.
Tripulación sacrificable”. Después de todo, los directivos de la empresa exhiben
mayor maldad que la mismísima bestia (algo que se confirma en las secuelas).
Sea como sea, pocas películas transmiten tanto
terror y producen tanto escalofrío como aquella primera entrega de ‘Alien’. Han
pasado tres décadas y media, pero la visión de tan significada película continúa
estremeciendo.
Y una última incertidumbre, ¿tiene ojos el monstruo?
CARLOS DEL RIEGO
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