Una niña de 9 años hace prácticas con un subfusil ametrallador con consecuencias trágicas |
Hay veces que las noticias de los diarios parecen
salidas de la mente del novelista con imaginación más calenturienta y
disparatada, tanto que si se reflexiona sobre alguna de ellas uno puede llegar
a preguntarse ¿cómo puede haber personas tan estúpidas?, ¿cómo puede alguien
conducirse con tal ausencia de sentido común? Es oportuno recordar (una vez
más) aquella reflexión de Einstein en la que otorgaba la cualidad de lo
infinito al universo y a la estupidez humana.
Un estúpido animal se ha metido dentro del cadáver de uno menos estúpido |
Unos padres estadounidenses no tuvieron mejor
ocurrencia que llevar a la niña a disparar armas de fuego, de modo que fueron a
un local en el que sirven hamburguesas y luego se pueden pegar unos tiros (¡qué
puede combinar mejor con la comida!). Pero no se conformaban con que la nena
tirara con una pistola del calibre 22, nada de eso, así que pusieron en las
manitas de la cría de 9 años nada menos que un subfusil ametrallador Uzi, un
trasto fabricado en Israel como arma perfecta para la batalla: ha sido
utilizado en casi todas las contiendas en que ha tomado parte dicho país desde
las guerras del Sinaí y de los Seis Días, y también en campos de batalla de Sri
Lanka, Sudáfrica, El Salvador, Irán, Irak, las Malvinas…; pues papá y mamá
pensaron (demostrando tanta capacidad cerebral como una ameba) que sería muy
gracioso y original dejar que la chiquilla experimentara la emoción de
ametrallar..., para grabar toda la escena y luego enseñársela, orgullosos, a
sus amigos. El maestro de tiro le dice cómo hacerlo y la criatura dispara
contra el blanco, acto seguido el hombre pone el modo ráfaga, ella aprieta el
gatillo, pierde el control del hierro y le pega un tiro en la cabeza…, y lo
liquida. Puede deducirse que este accidente no es cosa insólita, pues las
manitas de 9 años no están hechas para manejar esas cosas. Sea como sea, los
padres han de estar satisfechos: han convertido a su hijita en homicida (involuntaria,
pero homicida) para el resto de su vida, y a los hijos del instructor
huérfanos. Es difícil superar tal grado de estulticia.
Más cerca, en Elche, unos bandidos perforaron un
túnel de entre 125 y 150 metros, tras cavar 10 de profundidad, con el fin de
atracar un banco. Aunque se trate de expertos con la herramienta y maquinaria
más modernas, no hace falta ser ingeniero de minas para saber de las
dificultades de tan magna obra; así, quien haya visto la película ‘La gran
evasión’ recordará que para llevar a cabo tal empresa no sólo hay que excavar,
sino que hay que prever cómo proporcionar aire al interior de la obra, cómo
sujetar techo y paredes para que no se venga todo abajo, cómo transportar y qué
hacer con la tierra que se extrae (que con un túnel de esas dimensiones tiene
que ser mucha)…, y a ello hay que añadir que se precisan conocimientos precisos
y especializados para no desviar la trayectoria del túnel, para no romper
cañerías, conducciones y otras infraestructuras enterradas. En fin, que estos
delincuentes han trabajado de lo lindo durante varios meses para nada, pues una
vez dentro del banco fueron detectados por los sistemas de seguridad y,
finalmente, no pudieron hacer otra cosa que poner pies en polvorosa sin
llevarse nada de nada. Más les hubiera valido ofrecer sus servicios a cualquier
empresa de construcción, algo hubieran cobrado por su esfuerzo.
Otra muestra de la memez de la que el ser humano es
capaz. También en Estados Unidos, la policía recibió aviso de un timo: una
mujer denunciaba que había comprado 40 dólares de cocaína pero le habían dado
azúcar en lugar de la droga. Al llegar a su casa, los agentes fueron recibidos
por la paisana que, mientras se metía una dosis de crack, les dijo dónde le
habían dado gato por liebre. Inmediatamente la señora fue detenida por posesión
y consumo; luego, los uniformados fueron al lugar donde se había producido el
supuesto timo, pero no encontraron otro polvo blanco que no fuera azúcar. El
hecho evidencia el deterioro mental de los drogadictos.
Pero no hay que ser drogodependiente para dar
muestras sobradas de mamarrachez: una chica de 21 años se compró un caballo y,
ayudada por un amigo, lo mató, lo despellejó, le sacó las vísceras, mordió
algunas de ellas, se desnudó y se metió dentro de lo que quedaba del pobre
animal…; lógicamente tomó fotos de todo y las subió a Facebook (también sucedió
en USA, qué se le va a hacer). ¿Se puede ser más salvaje, más necio?
¿Cuál se llevaría la medalla de oro de la
imbecilidad?
CARLOS DEL RIEGO
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