Hay memos que se prenden fuego para ser los más memos de la red |
Los adolescentes viven en perpetua sobredosis de
hormonas, lo que unido a su estado de transición los lleva a cometer muchas
imprudencias y decir muchas incoherencias, a realizar verdaderas estupideces e
incluso a comportarse como auténticos sádicos sin la mínima capacidad de
empatía. Ese impulso irrefrenable de autoafirmarse, de destacar, esa necesidad
de sentirse admirado, o cuando menos mirado, está provocando sucesos absolutamente
despreciables.
El quinceañero siempre ha sido contestón e
irrespetuoso, inseguro e inexperto, eso no es novedad. En las últimas décadas,
además, algunos han tratado de diferenciarse y a la vez sentirse integrados
recurriendo a cosas tan nimias como dejarse el pelo largo y peinarse de modo
llamativo, ponerse ropa chocante…, y en cuanto a música, escuchar rock
extremadamente ruidoso y canciones con letras cargadas de tacos, insultos,
denuncias contra ‘los malos’. Pero los que nacieron en los últimos años del
siglo XX muestran (muchos de ellos al menos) especial interés por la política,
tanto que se dejan expresar a voz en grito sus opiniones sin el conocimiento
necesario; a ello se suma la visión maniquea del adolescente, para el que todo
es blanco o negro sin matices ni grises, la gente es buena o mala sin medias
tintas (hay que recordar que el niño en el cine pregunta continuamente “¿ese es
bueno o malo?”); y así, según tales parámetros, toman partido por una ideología
de una forma excluyente; sin embargo, como se va conociendo a medida que se
cumplen años, esa ‘pureza de pensamiento’ está muy alejada de la realidad.
Además, no pocos adolescentes en 2014 están
cometiendo errores lógicos pero indeseables, como colocarse piercings en la
cara y otros sitios o tatuarse aquí y allá; el problema es que sólo se es
adolescente durante una etapa corta de la vida, es decir, las ideas y formas de
pensar cuando uno tiene dieciséis no tienen nada que ver con lo que uno piensa
cuando se acerca a los treinta, y menos con lo que viene luego; por tanto,
grabarse bajo la epidermis de modo indeleble en edad tan cambiante parece poco
aconsejable, pues lo más seguro es que luego tenga que borrar (con coste
importante en dinero, dolor y huellas en la piel); los piercing también causan
furor entre los que van camino de la edad adulta, y son tan poco recomendables
como los tatuajes, en primer lugar porque no hay artilugio que atravesando la
piel embellezca, es más, ¿cuándo han resultado bonitos los granos, diviesos,
pústulas, verrugas o espinillas por el rostro, o los ‘objetos’ que cuelgan de
las ventanas nasales?, pues eso es lo que en realidad se ponen muchas personas:
ronchas artificiales. Sin embargo, el pre-joven se siente muy atraído por
‘marcarse’, y como quiera que tales prácticas le son prohibidas, encuentra doblemente
irresistible eso de caracterizarse.
Pero peor, mucho peor, son los nuevos modos que
algunos adolescentes están utilizando para tratar de reafirmarse, para sentirse
admirados, para llamar la atención. Lo de tirarse del balcón a la piscina sigue
teniendo adeptos, e igualmente lo de lanzarse al río montado en bici y animar a
otros a imitarlo (tales ejercicios cuentan ya con bajas); a otros les da por
cortarse en brazos y piernas... Entre las prácticas más estúpidas, deleznables y
criminales están la de acercarse por detrás a cualquier persona descuidada y
atizarle tan fuerte como para que caiga inconsciente; y también la de rociarse
con gasolina o similar y luego prenderse fuego para, inmediatamente, echarse a
la piscina o abrir la ducha… Todo ello lo hacen (quienes lo hacen, que de
momento no son muchos) con el único objetivo de subir a la red la
correspondiente y obligada grabación y con la esperanza de tener muchas
visitas, seguidores, comentarios. Los que se divierten agrediendo alevosa y
estúpidamente son delincuentes (en Estados Unidos ya ha habido detenciones),
mientras que los que se achicharran voluntariamente son verdaderos imbéciles
que arrastrarán toda su vida las consecuencias de tal necedad (alguno no pudo
apagar el fuego y…).
Afortunadamente, la mayoría de los futuros adultos se
conforman con ponerse chulos (ingenua y a veces insolentemente) y trasegar a
modo en el botellón.
CARLOS DEL RIEGO
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