Imagen que define el fanatismo islámico, aunque las hay peores |
La barbarie
de que hacen gala los islamistas no hace sino evidenciar la amenaza que para el
resto del planeta significan estos prehomínidos fanáticos. Cierto es que no
todos los musulmanes se conducen con tal salvajismo, sin embargo, se echan en
falta críticas a semejantes actuaciones por parte de los mahometanos moderados;
es decir, ningún imán, mulá o líder religioso, ningún nombre de peso del mundo musulmán
levanta la voz para condenar las atrocidades con que el autodenominado ‘Estado
islámico’ está tratando de aterrorizar; por miedo o por complicidad, el caso es
que ningún muecín ha afeado a los asesinos su brutalidad en nombre de Alá.
Esa persecución del disidente, esa caza de quien
profese otra religión y de quien no observe los preceptos del Corán según lo
entienden ellos, esa crueldad de bestia estúpida, junto al silencio cómplice de
quienes podrían al menos proclamar que el Islam abomina de tales violencias,
viene a demostrar el retraso intelectual, psíquico, cultural e histórico que
padece la humanidad islamita.
Sin embargo, echando un vistazo al devenir histórico
de las culturas, casi resulta lógico el estado de subdesarrollo en que vive el
pensamiento sarraceno. La cultura occidental está basada en la Democracia y los
Derechos Humanos, en conceptos como el respeto al otro, la igualdad o la
separación de poderes, y es así porque en el siglo XVIII surgieron en Europa
(cuya cultura y mentalidad tiene bases
judeocristiana y grecorromana) hombres cuyo pensamiento ascendió hasta alcanzar
la Ilustración, la cual es la base de los sucesivos avances filosóficos,
culturales y humanos, el pilar imprescindible del progreso lógico de una
sociedad cimentada en la razón. Pero el musulmán no hizo la Ilustración, y a
diferencia de otros entornos culturales del planeta, no sólo no la asimiló sino
que la rechazó: el concepto que la Declaración de Derechos Humanos tiene en las
sociedades que progresan no es admisible por el pensamiento islámico. Por eso
su mentalidad está estancada y por eso no puede tolerar la idea de que todas
las personas tienen los mismos derechos; por consiguiente, en su ideario una
mujer vale sólo la cuarta parte que un hombre (en un juicio se necesita el
testimonio de cuatro mujeres para contrarrestar el de un varón), no soporta
discrepancias religiosas e ideológicas y ejecuta, mutila, flagela, lapida,
ahorca, decapita. De este modo, sin raíz en la razón y el respeto al otro, la
persona se convierte fácilmente en monstruo, en animal irracional.
Claro que, pensándolo detenidamente, cabe la
pregunta ¿qué ha aportado al progreso, al avance y al beneficio de la Humanidad
la cultura y pensamiento musulmanes en los últimos cinco siglos?, la respuesta
no puede ser otra: aparte de algunos buenos escritores, nada, absolutamente
nada. Curiosamente, muchos occidentales criados en la vida democrática que
permite criticarlo todo arremeten contra occidente (que no es, dicho sea de
paso, la perfección, pues las personas no lo son) a la vez que disculpan,
justifican e incluso defienden la violencia de corte yihadista; incluso hay
supuestos intelectuales que acusan a España por haber ‘reconquistado’…, pero
también hay que imaginarse en dónde estaría la vieja Hispania si Fernando e
Isabel no hubieran acabado con los reinos de taifas (las comunidades autónomas
de entonces) y expulsado el ideario mahometano. Lo sorprendente es que antes de
aquel emblemático 1492 los árabes y moriscos sí que habían ofrecido al resto
del mundo grandes aportes en navegación, agricultura, arte, filosofía y cultura
en general, pero a partir de ese momento, exceptuando el terreno de las letras,
el vacío. Mientras, en esos quinientos años, la cultura de origen grecorromano
y moral judeocristiana trajo la Ilustración, que dio lugar a esas bases
democráticas que permiten la libertad y el progreso (con todas sus
deficiencias); recapitulando a vuelapluma: los ámbitos del arte y la
tecnología, las ciencias exactas, médicas y farmacológicas, los medios de comunicación
(del periódico a Internet y los móviles) y transporte, el cine o el rock &
roll, el deporte y los Juegos Olímpicos, la solidaridad y la preocupación por
la naturaleza…, incluso ensayos filosóficos errados como el comunismo, todo
ello fue posible en el entorno de libertad que proporciona occidente y que se
origina en la vieja Europa; y jamás se disfrutaría de esos avances si en su
momento la yihad no hubiera sido frenada y derrotada (Covadonga, Tours, Lepanto,
Granada).
Si esas batallas (y otras) no los hubieran detenido,
los fanáticos islámicos hubieran impuesto su insoportable y liberticida visión
de la existencia en Europa, lo que hubiera imposibilitado la llegada de aquel
movimiento filosófico ligado al enciclopedismo, el cual abrió las puertas a
todos los derechos y libertades imperantes en occidente (al menos en teoría).
Si los sarracenos hubieran triunfado en aquellos lugares, la estampa de un
asesino encapuchado decapitando a un semejante, o la del que orgulloso posa con
las cabezas que acaba de cortar, no llegaría de esa convulsa zona de Oriente
Medio, sino que estaría tomada a la puerta de casa, pues ese retraso
intelectual, esa miseria espiritual estaría instalado en todo el Viejo Mundo.
¿Qué europeo preferiría vivir en una Europa vigilada
por la sharia como ley suprema?
CARLOS DEL RIEGO
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