Cien mil vascos, evidenciando pensamiento nazi, pidieron por los asesinos e insultaron y amenazaron a las víctimas |
En tono agresivo y fanfarrón, esos amigos de
asesinos elogiaron y homenajearon a esta especie de nazis a quienes llaman
patriotas, e incluso se les escuchó vocear “Eta mátalos”. Lógicamente esta
gente desprecia a las víctimas y sus familiares (que también son víctimas) y les
acusa de ser causa de la prisión de los matones…, por haber muerto a manos de
éstos… De locos.
¿Cómo es posible que haya cerebros que encuentren
meritorio poner una bomba en un supermercado y liquidar docenas de personas? Fácil
es la respuesta, y es la misma que explica cómo personas aparentemente normales
veían con buenos ojos la caza y masacre de judíos: el fanatismo más ciego,
obtuso y sectario. Y es que siendo absolutamente execrables los ejecutores,
peor es el hecho de que tan significativo número de ciudadanos aparentemente
normales, de esos que llevan diariamente los niños al colegio, alienten y
respalden tan incondicionalmente a los verdugos. Es increíble que tantos sean
incapaces de entender que los muertos a manos de sus amigos también tenían niños
que llevar al colegio. ¿Qué procesos mentales les llevan a perder esa capacidad
exclusivamente humana de compadecerse del muerto e identificarse con el que
sufre esa pérdida? El nazismo vuelve a señalar la respuesta, pues al igual que
los etarras por los que cien mil vascos salieron a pedir, los nazis organizaban
cacerías de judíos como la tristemente famosa ‘noche de los cristales rotos’ (y
muchas otras noches de terror), mientras los ciudadanos miraban sonrientes,
insultaban a las víctimas y vitoreaban a los verdugos; y posteriormente les
expresaban a voz en grito su apoyo incondicional en masivas manifestaciones y
concentraciones. Los asesinos vascos y quienes los respaldan son nazis, piensan
nazi, actúan como nazis, sin que tenga ninguna importancia el sentido de sus
reivindicaciones o su supuesta ideología. ¿Alguien se imagina que cien mil
alemanes salieran a la calle a exigir libertad para los nazis encarcelados y
que se deje de perseguir a los que aun no han respondido por sus crímenes?
¿Cómo se puede encontrar admirable y respetable el
asesinato?, ¿cómo pueden personas aparentemente normales aplaudir la ejecución
fría de personas indefensas, cuando no de niños e incluso bebés? Más aun, ¿cómo
pueden exigir suavización de penas para asesinos múltiples y ‘humanidad’ para
sus familiares, a la vez que insultan y amenazan a esos a quienes han
arrebatado padres, madres, hijos?
Por disparatado que parezca, esa distorsión de la
lógica, esa deformación de la verdad se produce y cuenta con afiliados en varios
lugares del planeta, donde se otorga tanto mérito a abyectos pervertidos como
hacen cien mil vascos cuando aplauden a individuos por pegar tiros en la nuca,
por secuestrar y enterrar en vida, por detonar explosivos en la parada del
autobús… Así, muchos eslavos (sobre todo serbios), tienen a Gavrilo Princip en
el Olimpo de los héroes, ¿cuál fue su hazaña?, simplemente matar a una pareja
de recién casados, ¿y qué aportó al beneficio de los hombres?, nada más que
causar el estallido de una guerra que ocasionó millones y millones de muertos, ya
que la meritoria acción de aquel cretino condujo directamente a la Primera
Guerra Mundial (y la segunda hubiera sido imposible sin la primera). Pues a
pesar de ello, aquel prehomínido tiene una calle en Belgrado que recuerda su
proeza (¿se admitiría una calle Adolf Hitler en Munich?), e incluso presuntos
historiadores serbios niegan que fuera un terrorista. Las personas son lo que
hacen, no lo que dicen o piensan, de manera que si uno quiere imponer una ideología
tiroteando a los demás es un terrorista, sin que tenga importancia su causa o
su idea. Y sus amigos y simpatizantes son moralmente tan culpables.
Eso es simpatía por el asesino, compasión por el
diablo.
CARLOS DEL RIEGO
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