Gregg Allman se disparó en un pie para
no tener que ir a la Guerra de Vietnam.
¿Quién sabía que uno de los hermanos
Allman se había autolesionado para eludir Vietnam o que James Brown tenía fama
de ser el ‘tipo más trabajador del mundo del espectáculo”? Pues cosillas así
sólo fueron conocidas después de que el artista pasara a mejor vida.
Nadie interesado en el rock & roll
desconoce a los Allman Brothers Band, una de las puntas del rock sureño. El
grupo lo fundaron Gregg y Duane aun en los años sesenta. En aquellos tiempos EE
UU estaba metido hasta las cachas en la Guerra de Vietnam, y si la US Army te
llamaba era imposible evadirse (salvo millonarios). Duane y Gregg estaban
entonces en edad de ser reclutados; Duane era el mayor y el ‘cabeza de
familia’, pues el padre había muerto tiempo antes, con lo que no era
‘reclutable’, pero Gregg tenía todas las papeletas para viajar al sudeste
asiático a pegar tiros. Solamente tenía un salida, una enfermedad o lesión que
lo calificara de ‘inútil para el servicio’; entonces Duane (que murió en
accidente en 1971) tuvo la idea de la autolesión, de modo que pensaron que lo
mejor era que Gregg se pegara un tiro en un pie y presentar así alegación de
incapacidad; estudiaron el asunto a fondo y decidieron buscar un espacio entre
dos hueso y disparar. Así se hizo, la bala atravesó el pie sin dañar huesos. La
estratagema funcionó, pues al ver el estado del pie las autoridades eximieron
definitivamente a Gregg de sus obligaciones militares. Además, la cosa no dejó
secuelas en el músico, que caminó sin problemas hasta 2017, cuando murió y se
supo lo del daño auto-infligido.
El recientemente fallecido batería de
los Rolling Stones, Charlie Watts,
siempre tuvo fama de ser discreto, tranquilo y poco amigo de excesos; de hecho
se sabe que detestaba esas servidumbres de estrella del rock. Jagger, Richards
y Wood, por el contrario, no dejaban pasar ni una ocasión de divertirse, de
ligar, de meterse lo que fuera… Uno de los detalles sabidos tras el deceso de
Watts es que, desde 1967, al acabar cada concierto, el batería dejaba que sus
colegas se fueran de fiesta y él se iba solito al hotel. Como no sabía qué
hacer, empezó a dibujar cada habitación: “Dibujé todas las camas en las que
dormí desde la gira de 1967”. Según cuenta en el libro ‘According The Rolling
Stones’: “Me encantaba y me encanta tocar con Keith, Mick y la banda, pero
nunca estuve interesado en ser un ídolo del rock rodeado de chicas gritando
enloquecidas; no es el mundo de donde vengo, no es lo que quiero”.
Siempre se supo que Johnny Ramone era de
derechas, muy de derechas. Al morir se desveló que su presidente favorito de
toda la historia de los EEUU era Ronald Reagan, algo ciertamente chocante
cuando quien lo proclama es uno de los inventores de la música punk y fundador
de la primera banda de ese estilo. Hay que tener en cuenta que el punk es, ante
todo, rebeldía contra la autoridad y todo lo establecido… Johnny mantuvo en
relativo secreto su querencia por los republicanos hasta que en, en 2002,
cuando el grupo entró en el Salón de la Fama del Rock & Roll, proclamó:
“Dios bendiga al presidente Bush y a Estados Unidos”; al poco hizo una lista
con sus presidentes preferidos, en la que Reagan estaba en lo más alto, y en el
segundo puesto… ¡Richard Nixon!, uno de los más odiados. En fin, parece
coherente que un punk sea incoherente.
Dicen quienes estuvieron a su lado que
James Brown era malhumorado, insultón y con la mano muy ligera…, pero también se
ha sabido tras su muerte que muchos lo tenían como "el artista más
trabajador de todo el show business”. Durante los sesenta y los setenta Brown
ofrecía sus agotadoras actuaciones cinco o seis veces por semana. Sus
electrizantes pasos de baile, sus puestas en escena, su pasión a la hora de
cantar, sus gestos y ademanes…hacían que terminara absolutamente extenuado cada
concierto. Aseguran que solía perder dos o tres libras (alrededor de un kilo)
por sesión. Eso equivale a mucho sudor, a muchísimo esfuerzo, y se mantuvo casi
hasta el final, incluso sobreponiéndose a su cáncer de próstata, afirmaba su
abogado Jay Ross, quien añadía que “Brown siempre quiso dar todo lo que pudo a
sus fans, pues lo que más le atormentaba era que su público se fuera a casa
decepcionado”. ¡Cuántas caras llega a tener una persona!
Leonard Cohen trató de abrirse camino
como poeta, pero apenas despuntó, así que en 1967 decidió poner música a sus
versos, logrando reconocimiento casi desde el principio. Uno de sus temas
emblemáticos es el ‘Hallelujah’, cuya idea surgió tras caerse de bruces. El
tema (que tiene no menos de trescientas versiones) no fue fácil de
materializar, pues cuenta su obituario (en ‘Legacy’) que terminar el tema le llevó nada menos que
cinco años; durante ese tiempo llegó a manejar más de ochenta estrofas de seis
versos; finalmente el tema se quedó en cuatro estrofas de seis versos.
Evidentemente el canadiense era muy trabajador.
Y es que, después de todo, eran (y son)
tan humanos…
CARLOS DEL RIEGO
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