Un cardenal lee el comunicado del Papa en presencia del Presidente de México
El Papa es la máxima autoridad cuando se
trata de asuntos teológicos, es infalible. Sin embargo, cuando se sale de su
magisterio su opinión es discutible, es decir, puede equivocarse. Tal cosa ha
vuelto a suceder. Con motivo del aniversario de la independencia de México, el
Papa Francisco ha “pedido perdón por todos los pecados y errores cometidos por
la Iglesia durante la conquista”. Eso no tiene que ver con los dogmas católicos
y, por tanto, se puede contradecir
Cuando habla del tiempo que hará mañana o
de fútbol, las palabras del Sumo Pontífice tienen tanto valor como las de
cualquiera. Pues el caso es que nuevamente el Papa Francisco se ha permitido
cuestionar la Historia y tomar partido por unas ideas falsas, tópicas y
distorsionadas por la ideología política.
En primer lugar parecería oportuno que
el Obispo de Roma especificara un poco más, es decir, se agradecería que
concretara esos pecados, los cuales estarían cometidos por individuos que
violaron las leyes existentes, algo que sucedió, sucede y sucederá. Y también
parece necesario que señale los pecados cometidos por los representantes de la
Iglesia.
Y es que resulta desconcertante que afee
la conducta de quienes “liberaron América”, como explica el especialista
argentino Marcelo Gullo. No parece lógico que el Sucesor de Pedro regañe
(quinientos años después, es decir, a toro muy pasado y desde su pensamiento de
hoy) a quienes acabaron con la sanguinaria tiranía antropófaga, revientapechos
y esclavista que habían impuesto los aztecas a todos los pueblos de la zona, y
atrajeran a toda la población americana a la fe que el Papa Francisco preside.
Y la cosa se vuelve inaudita, contraria a toda razón, cuando se tiene en cuenta
que fueron más de cien los pueblos que se unieron a los conquistadores para
sacudirse el insoportable yugo mexica, es decir, aquello fue más guerra civil
que otra cosa. Parece oportuno recordar que no llegaban a mil los soldados
españoles que asaltaron Tenochtitlán, una ridícula tropa que hubiera sido
aplastada como un mosquito por el poderío bélico azteca, pero los tlascaltecas,
totonacas, tarascos… se sumaron por decenas de miles a los recién llegados que
marchaban contra el opresor imperio de Moctezuma. Cierto que hubo mucha muerte
en la toma de su capital, pero también hubo muchos muertos en la toma del
Berlín nazi. Además, todo historiador mínimamente serio admite que fueron entre
el 90 y el 96 por cien los muertos por enfermedad.
Por otra parte, el Santo Padre podría
reconocer no sólo la conversión a su religión de los hasta entonces ‘paganos
idólatras’, sino el enorme avance de pensamiento que experimentaron al poco de
llegar los españoles (del Neolítico al Renacimiento en unos cuantos años), así
como las universidades, hospitales, catedrales, colegios… que se construyeron
allí apenas unas décadas después de 1492. Y puede añadirse que merece mención
el muy meritorio, casi revolucionario, hecho de la promulgación de las leyes
con que la Corona Española protegió a los amerindios. Y no menos la ausencia de
racismo con que se mezclaron hispanos y nativos. En fin, la Iglesia que Su Santidad
guía sería muchísimo más pequeña e irrelevante si otros hubieran llegado antes.
Eso seguro.
No se entiende que el Papa no tenga a su
lado especialistas que le hayan informado acerca de todas estas realidades
históricas y que, por el contrario, se deje llevar por tópicos, leyendas y
mentiras urdidas y asumidas por pensamientos sectarios, ideologizados e
interesados.
Por otro lado, no se tiene noticia que el
actual Primado de Italia haya reñido a nadie más por su pasado: nunca ha echado
en cara la barbarie nazi a los hijos de los nazis, ni a los belgas lo del
Congo, ni al gobierno de EE UU el exterminio sistemático y subvencionado de los
indios y el trato dado a los negros desde la fundación del país, ni a los
ingleses las masacres en India y Sudáfrica… Y no se espera que el Papa Francisco
vaya a exigir palabras de perdón a los descendientes de los aztecas por los
millones de congéneres que esclavizaron, sacrificaron y se comieron.
Lo peor es que no es la primera vez que
el Papa argentino carga contra los que llegaron allí antes que nadie. En 2015
en Bolivia, dijo: “Pido perdón por los crímenes contra los pueblos originarios
durante la llamada conquista de América”, refiriéndose claramente a los
españoles. Y en la misma visita habló de la independencia de Sudamérica con
palabras muy severas e injustas para España, pues la acusó falsamente de “falta
de libertades”, y definió a todos los españoles en América como “saqueadores”.
CARLOS DEL RIEGO.
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