Diputados, senadores..., parece que no se enteran de lo que pasa y de quién soporta el peso de sus nóminas |
Todo tipo de
empresas, pequeñas, medianas o multinacionales, sociedades o negocios de toda
España han tenido que recurrir, para seguir con vida, a expedientes de
regulación de empleo, a reducciones de plantillas, a despidos, a rebajas de
salarios… Pero hay una organización que no ha querido enterarse del esfuerzo de
la gran mayoría de los ciudadanos y ni siquiera se plantea tomar medidas
semejantes: la organización política, cuyos abundantes miembros parecen
aislados de la realidad, como si la cosa no fuera con ellos
Poquísimas empresas,
organizaciones y negocios no habrán tenido que ajustarse el cinturón en España
en los últimos meses. Para sobrevivir al episodio excepcional que atraviesa el
país casi todos los gerentes o directores han prescindido de plantilla y
reducido sueldos. ¿Todos?, no, los que viven y medran en los muchísimos centros
de poder que conforman la administración del estado no han sufrido ni la más
mínima variación en sus plantillas ni en sus nóminas. Parecen ajenos al
problema general, como si se sintieran por encima, legitimados para no hacer ni
un solo gesto.
¿No podría haberse
decretado un expediente de regulación de empleo que redujera el número de
diputados en el congreso a, por ejemplo, 100 en lugar de 350? ¿Y en el gobierno
de veintitantos a diez ministros? ¿Y dejar en otros 100 los 265 senadores que
integran la Cámara Alta? ¿No podría hacerse algo parecido con los gobiernos
autonómicos, provinciales y municipales?
Porque todos ellos
cobran rigurosamente sus sueldos íntegros, con todos los complementos, extras y demás prebendas con
que completan sus ingresos; parece oportuno recordar que senadores, diputados,
ministros, directores generales y otros altos cargos cobran más que el 95% de
los españoles contribuyentes. ¿No parece algo ilógico e insostenible que, salvo
alguna excepción que lo ha proclamado a los cuatro vientos, no renuncien al suplemento
de 1.900 pavos para transporte que perciben los que gozan de esas poltronas? Tan
dados como son ellos a los gestos grandilocuentes, ¿cómo es que ningún líder,
portavoz o partido ha pedido una rebaja general de emolumentos para todos los
que integran la clase política? ¿No se le ha ocurrido a nadie o si les llega la
idea la apartan atemorizados?
En un famoso programa
de televisión propusieron a dos integrantes del congreso eso mismo: reducción
de plantilla y rebaja de sueldo…, silencio total y cara de póker. Piden a los
empresarios y autónomos que no despidan, que no bajen salarios, pero ninguno de
los que conforman los distintos gobiernos (sobre todo nacional y autonómicos)
tiene la decencia de exigir lo mismo para su gremio.
Es como si el hecho
de alcanzar los más altos estamentos políticos exigiera la pérdida de la
decencia, de la solidaridad con ese 95% de contribuyentes que ingresa menos que
ellos pero contribuye a costear esos sueldos y complementos que ellos se niegan
a recortar. En otras palabras, es inmoral, ruin, exigir a los demás lo que uno
no está dispuesto a hacer. Hay países en los que no se permite que el político
gane más y viva mejor que la media…
La conclusión es
fácil, evidente: a la clase política el ciudadano no le importa un pimiento, y
sólo lo tendrá en cuenta cuando se acerquen las elecciones. Por ello es preciso
eliminar la figura del político y sustituirla por la del ciudadano metido
temporalmente a labores políticas; así se dedicaría a buscar el bien común en
lugar de centrarse exclusivamente en la política.
CARLOS DEL RIEGO
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