Los godos recurrían fácilmente a la puñalada a traición, y los reyes de León en torno al año mil eran sus descendientes |
La Edad Media es una
de las etapas de la Historia menos conocida, tal vez por eso está envuelta en
un halo de leyenda. También el Medievo se asocia a crueldades, masacres y
violencia sin fin; aunque aquel larguísimo período (unos mil años) también tuvo
sus luces, y no pocas. Pero sí, las traiciones, venganzas y puñaladas eran cosa
corriente. Una leyenda, quizá con base histórica, de la Alta Edad Media narra
el asesinato del Conde García de Castilla a la entrada de León. Corría el año
1029.
Todo hace indicar que
lo que se cuenta en el Romance del Infante García (hay varias versiones) tiene
orígenes en cantares populares, en narraciones y leyendas, aunque algunas
crónicas mencionan el suceso, la primera unos cien años después; y también se
encuentran inscripciones que se refieren al hecho en varios monumentos. Sin
embargo, como casi todas las leyendas, es probable que tenga algo cierto, sobre
todo en lo que atañe a la crueldad con que se llevaban a cabo las venganzas en
el ámbito de los godos y sus sucesores astures y leoneses.
El que sería último
conde de Castilla, García Sánchez, de unos 19 años, había sido prometido a la
hermana del rey de León, Vermudo III. Debía ser la primavera del año 1029
cuando García y su séquito acamparon en el emplazamiento de Trobajo, muy cerca
de León. La leyenda dice que el fogoso García no quiso esperar y salió del
campamento (con una escolta de 40 caballeros) para ver por primera vez a su
futura. Según algunos textos fue el 13 de mayo cuando García y Sancha, de unos
15 años, se vieron por primera vez. Luego, paseaban cerca de donde hoy está San
Isidoro cuando, repentinamente, fueron
atacados por la hueste de Íñigo y Rodrigo Vela, familia de origen alavés
enemiga acérrima de los castellanos. Se entabla la batalla, los sorprendidos
castellanos caen uno tras otro, incluyendo el joven García, seguramente
atravesado por un metro de acero. Su aterrada prometida presenciaría toda la
escena y, seguro, tras reponerse pensaría en la venganza. Sí parece documentado
el asesinato de García a manos de los Vela. Sólo eso.
La noticia debió ir
de boca en boca por los reinos cristianos. El rey de Navarra, Sancho III El
Mayor, se puso de parte de la desconsolada Sancha y, tal vez, le prometiera
castigar a los asesinos y, quizá, la joven infanta leonesa le rogara que le
trajera a alguno vivo…
El poderoso ejército
del rey navarro acorraló a los Vela y sus partidarios en el castillo (quizá el de
Monzón). Merece la pena imaginarse el asalto: una fortaleza defendida por
soldados expertos, un ejército atacante dispuesto a todo, nubes de flechas,
griterío salvaje y ruido permanente, puede que rocas y líquido hirviendo desde
las almenas, escaleras de asalto, espadazos, tajos, alaridos desesperados…
Sancho toma el castillo, corta la cabeza a todo el mundo menos a los odiados
Vela, a quienes echó al fuego. Escapó uno de los capitanes, Fernando Laínez,
que pronto fue hecho prisionero; entonces, tal vez Sancho recordara la promesa
hecha a la desconsolada infanta leonesa y decidió llevarle vivo a Laínez.
Al verlo, Sancha
Alfónsez, hija de Alfonso V de León, preparó una muerte larga y dolorosa para
uno de los asesinos de su García. Primero le cortó manos y pies, luego le
aplicó algo tan godo como sacarle los ojos, siguió la lengua…, y lo que quedaba
lo ató a un caballo y lo hizo arrastrar…
Fue una venganza
salvaje, brutal, horrorosa, pero doña Sancha era de origen godo y tales eran
los modos de los godos; unos doscientos años antes (en 835) Ramiro II de León
ya había castigado a sus enemigos con esos mismos métodos, que son los que ya
usaban los reyes visigodos, aficionados a apuñalar a traición, cegar, cortar
narices y orejas…
Lo más probable es
que se trate de una leyenda, con la base real del asesinato de García, pero tal
vez, improbablemente pero no imposiblemente, sucediera algo parecido. Lo que sí
es histórico es que doña Sancha se casó con el siguiente conde de Castilla, Fernando
Sánchez, que luego derrotó a su cuñado Vermudo III, rey de León, hermano de
Sancha (batalla de Tamarón, 4 de septiembre de 1037), convirtiéndose en
Fernando I de León. Y ella la reina Sancha.
Ha pasado un milenio
desde este posible suceso. Hay que situarse en la época para entenderlo.
CARLOS DEL RIEGO
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