Henry Kissinger, inductor, promotor, financiador de sangrientos golpes de estado, Premio Nobel de la Paz 1973 |
Acaba de anunciarse
que Greta Thunberg, la joven activista medio ambiental (no es fácil definir con
exactitud a qué se dedica realmente) ha sido propuesta para el próximo Premio
Nobel de la Paz. Sin embargo, por más que se piense, parece difícil encontrar
las aportaciones que la joven sueca ha hecho a la consecución de la Paz, sobre
todo teniendo en cuenta su carácter huraño, su expresión de enfado permanente y
el tono exaltado y amenazante con que se expresa. En todo caso, este Nobel ha
protagonizado enormes disparates
El Premio Nobel de la
Paz es, tal vez, el más controvertido de todos; lo entrega anualmente el Comité
Noruego (es el único que no decide ni entrega Suecia) y, junto con el de Literatura,
tiene un evidente componente político, ya que es en el que más pueden influir
los factores y la situación de cada momento. Por eso, el Nobel de la Paz, ya
sea en su momento o pasado el tiempo, puede demostrarse injusto, disparatado.
El inventor Alfred
Nobel fue un auténtico innovador en el terreno de los explosivos. Se creía
socialista pero acumuló un capital enorme, sentía aversión total a los premios
y condecoraciones pero instituyó los más famosos del mundo, despreciaba el arte
y la música pero estaba fascinado por las ciencias, inventó muchas cosas pero
solo una que no explotaba; detestaba profundamente a juristas y abogados y
menospreciaba a las mujeres excepto a su madre y a la escritora austriaca Berta
von Suttner; le encantaba leer la Biblia pero se proclamaba ateo en público y,
sin embargo, le aterraba que en el otro mundo le acusaran de haber fabricado
los explosivos más avanzados. Nobel era pura contradicción. Y quizá, debido a
esa especie de esquizofrenia, los premios de la paz han sido otorgados tanto a
grandes benefactores, Teresa de Calcuta, Nelson Mandela o Martin Luther King, como
a personajes dudosísimos; también sorprende que pacifistas tan influyentes como
Ghandi no lo lograran nunca. Es el Nobel que más veces ha quedado desierto y,
en varias ocasiones, se ha otorgado a entidades u organizaciones, a veces con
criterio (Cruz Roja), pero otras a instituciones con integrantes más que
sospechosos.
El Nobel de la Paz de
1906 fue para el presidente de EE.UU. Theodore Roosevelt, un personaje
tremendamente belicoso, ideólogo de la política del 'Gran bastón' o ‘Gran
garrote’, el que acuñó la frase "Pega primero y luego discute" y el
que se encargó de los ‘riders’ en la Guerra de Cuba; fue un presidente
expansionista que invadió la República Dominicana y promovió una revolución en
Panamá para controlar el canal; en fin, el palo fue siempre su principal
instrumento; se le otorgó la distinción por mediar en la guerra entre rusos y
japoneses.
El de 1945 recayó el
Nobel en el político norteamericano Cordel Hull, que no solo no era pacifista
sino que siempre era partidario del uso de la fuerza; lo obtuvo gracias a la
potente presión del presidente Franklin D. Roosevelt, quien estuvo no menos de
ocho años coaccionando y apremiando al jurado noruego.
El argentino Carlos Saavedera
Lamas recibió el de 1936 por su mediación entre Paraguay y Bolivia en la Guerra
del Chaco, y eso a pesar de que, siendo ministro de Argentina, se había dedicado
a vender armas a los paraguayos, o sea, primero favoreció la guerra y luego ayudó
a detenerla. Actuó como el pirómano que provoca el fuego y después colabora en
su extinción para ser considerado héroe, cosa que él consiguió.
Otros políticos han
sido distinguidos con la preciada recompensa, como el alemán Willy Brand o el
estadounidense Henry Kissinger, quien se encargó de organizar alguna que otra
revolución ultraderechista en varios países sudamericanos; el israelí Begin y
el egipcio Sadat, que tenían más de un cadáver en el armario, igual que Rabin y
Peres y el palestino Arafat, quienes, sin duda, ordenaron acciones militares de
pura venganza o atentados terroristas, actos incompatibles con la paz. Y qué
pensar de los Nobel de la Paz que tienen los ex presidentes de Usa Jimmy Carter
o Barak Obama, quien no emprendió ninguna acción para detener la guerra,
aumentó el presupuesto para armamento, no cerró la prisión de Guantánamo ...
También causa perplejidad que sea Premio Nobel de la paz un personaje tan torpe
como Kofi Annand, que nunca obtuvo el más mínimo resultado y que siempre vivió de
cargo en cargo, de sillón en sillón, un diplomático de la ONU que nunca pasó de las buenas palabras y jamás logró el mínimo
resultado. Aunque lo más sangrante es el Nobel que dieron al figurón de Al Gore
en 2007 por ponerle ‘cara’ a un documental de escaso valor práctico, superando
la candidatura de la enfermera polaca Irena Sendler, que arriesgó su vida para
sacar a miles de niños del gueto de Varsovia, de 1940 a 1942, librándolos así de Auschwitz; fue torturada
por los nazis pero sobrevivió y murió en 2008 con 98 años, reconocida y
admirada en todo el mundo excepto por los noruegos del Nobel.
Claro que la lista de
candidatos que, afortunadamente, no lo consiguieron pone los pelos de punta: El
Káiser Guillermo II, el zar Nicolás II, el propio Franklin D. Roosevelt, la
diplomática soviética amiga incondicional de Stalin Alexandra Kollontai ...,
incluso en 1935 se propuso para el Nobel de la Paz a Benito Mussolini y Adolf
Hitler. Es evidente que formar parte del jurado que otorga este premio nubla el
entendimiento y produce disparates.
CARLOS
DEL RIEGO
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