A lo largo de su historia geológica, y por diversas causas, la Tierra ha pasado por episodios infinitamente más devastadores que el actual, y la vida siempre se recuperó
La conservación y el
cuidado del entorno están entre las principales preocupaciones de las
sociedades avanzadas. Es evidente el deterioro medioambiental, la
sobreexplotación de todos los recursos, la contaminación de tierras, mares y
atmósfera, la deforestación masiva… Todo esto es innegable y, sin embargo, hay
quien lo niega. Pero también está el que exagera y predice pavorosas
apocalipsis que destruirán el planeta..., cuando lo cierto es que la Tierra ha superado
situaciones infinitamente más catastróficas
El que niega los
excesos que se están cometiendo con el medio ambiente es como el que no ve
porque no quiere abrir los ojos. Y los que exageran la situación y auguran un
próximo cataclismo apocalíptico son como los que, a lo largo de la historia,
han predicado el inminente fin del mundo. La realidad es que por mucho que los
hombres ataquen la biosfera, jamás alcanzarán los niveles de devastación por
los que ha pasado la Tierra en el pasado, puesto que jamás llegarán al uno por
cien de uno solo de los cataclismos que se han sucedido: para entonces ya habría
muerto todo ser humano y, por tanto, no podría generar más destrucción.
La Tierra tienes dos
factores a su favor, la resistencia y obstinación de la vida por perdurar, y el
tiempo. Y es por ambos factores que el planeta conserva biodiversidad a pesar
de haber sufrido los más pavorosos cataclismos La Geología señala múltiples situaciones
catastróficas en los últimos 600 millones de años, las cuales han provocado
extinciones masivas. En el paso del período Ordovícico al Silúrico (Paleozoico),
hace entre 450 y 550 millones de años, se produjo la primera extinción masiva
de que se tiene noticia; entonces sólo había animales complejos en el mar y,
aunque no se tiene mucha idea de qué fue lo que la provocó (explosión de
supernova, glaciación, deriva continental…), sí que se da por cierto que
desaparecieron alrededor del 85% de las especies. Tampoco está muy claro cuánto
duró, pero lo que sí es más que evidente es que, con el paso del tiempo, la
Tierra volvió a desbordar biodiversidad.
Se suele llamar la
Gran Mortandad a la extinción que se produjo entre el período Pérmico y el
Triásico (o sea el paso del Paleozoico al Mesozoico), hace unos 250 millones de
años; las causas tampoco se conocen con exactitud: impacto de meteoritos,
monstruosas erupciones volcánicas por todo el planeta, terremotos y maremotos…,
aunque también existe la teoría de que fue una combinación de todo ello, e
incluso que las catástrofes fueron consecuencia del bombardeo de meteoritos.
Fuera lo que fuese acabó con cerca del 95% de las especies marinas y alrededor
del 75% de las terrestres. Pero poco más de un millón de años después todo
terminó, escampó, y menos de otro tanto después volvía el planeta a desbordar
vida.
La más famosa de las
cinco extinciones masivas que se han producido es la ocurrida hace unos 65
millones de años (en el paso del Mesozoico al Cenozoico), que es la que acabó
con los dinosaurios y otras muchas familias zoológicas, pues se calcula que
desaparecieron el 75% de las especies que entonces albergaba la Tierra. Se
tiene como causa principal el impacto de un enorme asteroide o de unos cuantos
más pequeños, aunque no se puede asegurar nada al cien por cien. Tampoco hay
seguridad sobre cuánto duró aquella catástrofe, pero es indudable que un día el
cielo se despejó y la vida renació con toda potencia.
Son los más
devastadores episodios por los que ha pasado el tercer planeta del Sistema
Solar (al menos de los que se tiene noticia), y tienen una cosa en común: con
el tiempo de su parte, el Planeta Azul se recuperó, una y otra vez, sin
importar la magnitud y consecuencias de la catástrofe, siempre se recuperó y
devolvió a la biosfera las condiciones necesarias para que la vida volviera a
abrirse camino, desarrollarse y propagarse por tierra, agua y aire.
Lo que está claro, lo
que nadie puede negar, es que la actual situación es notablemente más leve que
cualquiera de aquellas, por lo que decir que ‘el hombre está destruyendo el
planeta’ es, simplemente, falso. Y, por otro lado, jamás la mano del hombre
será capaz de generar tantísima destrucción, ya que mucho antes habrá
desaparecido. En fin, el planeta como tal no corre peligro, pero sí la
Humanidad, su organización y cultura y parte de su biodiversidad.
CARLOS DEL RIEGO
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