Desde su etapa con Beatles, Paul McCartney siempre ha mostrado su preocupación por el medio ambiente |
Una de las causas que
más capacidad de movilización tiene actualmente es la preocupación por el medio
ambiente, por el cambio climático, por la contaminación. Y aunque existen mares
de demagogia y manipulación en torno al asunto, es innegable que el problema
(sea o no tan inminente como dicen algunos) es una evidencia. Los poderosos
(políticos, empresas, entidades sociales, económicas, deportivas…) se han
apuntado en masa y a última hora a la tendencia, mientras el rock & roll
lleva mucho hablando de ello
Este asunto se ha
convertido en una de las máximas preocupaciones de la sociedad, y es por eso
que los políticos (y todos los que quieren aprovechar el tirón publicitario que
puede tener) se han subido inmediatamente y en tropel al carro de la lucha
contra el cambio climático, el calentamiento global o, en fin, al cuidado y
mantenimiento del planeta. Los músicos de rock, por el contrario, llevan mucho
tiempo aireando su preocupación por el problema. Desde hace décadas hay
abundancia de grupos y canciones que, de un modo u otro, han prestado atención
a la conservación, han mostrado su preocupación por el deterioro medioambiental
y, en fin, han puesto música a su inquietud por la contaminación y el desgaste
que la actividad humana impone al paisaje (recuérdese que todo eso es
preocupante para el hombre, su organización, su sociedad, pero para el planeta
apenas es un rasguño y, además, tiene miles de millones de años para recuperarse).
Unos como tema
recurrente y otros de modo más ocasional, raro es el autor que no ha escrito
una pieza pensando en el mantenimiento de esta casa esférica o denunciando los
excesos de los inquilinos. Ya en los sesenta del siglo pasado (en realidad,
todo lo que tiene que ver con el pop, el rock y derivados procede de ahí)
quienes estaban en primera línea tuvieron la clarividencia de hacer canciones
en torno a esos argumentos. The Beatles (no pueden faltar) en su extraordinario
‘Álbum blanco’ (1968) incluyeron la preciosa ‘Mother nature´s son’; pieza
ligera, con matices de la India, acústica y cristalina en la que McCartney
señala la belleza natural que le rodea, el campo, las flores, el sol…, así como
su deseo de unirse a la naturaleza como hijo suyo que es; una canción
encantadora. Más o menos de la misma época es el elocuente ‘Earth anthem’, o
sea, el ‘Himno a la Tierra’ de The Turtles, una pieza muy espiritual con texto
evidente: “No somos más que una isla en un océano, esta es nuestra casa (…)
Para mantenerla siempre verde me gustaría dar mi vida”.
El converso Cat
Stevens siempre tendió a los ambientes filosóficos, tiernos y
bienintencionados; en su Lp ‘Tea for the tillerman’ incluyó el ‘¿Dónde van a
jugar los niños?’, en la que su voz rasgada es exigida como nunca, con su
inseparable guitarra y su sempiterno contexto de ‘paz y amor, hermano’; en esa
canción de 1970 viene a decir que hemos construido ingenios que viajan por el
espacio y construido más y más alto, pero ya no quedan sitios donde jueguen los
niños... Poco más tarde Ian Anderson concibió para Jethro Tull otra partitura que
parece mecer al oyente, el ‘Wond´ring again’ (1971); se trata de una obra de
gran lirismo, lenta, corta y suave en entorno bucólico; sin embargo, el texto
es una ironía acerca del modo de vida consumista alentado por los políticos, a
lo que se une la superpoblación; entre sus versos destaca “Los recursos
naturales son cada vez menores y nadie envejece”.
Los australianos
Midnight Oil publicaron un buen número de canciones con el medio ambiente como
fondo. La banda del intimidador Peter Garret (que además de músico es o ha sido
político del Parlamento Australiano e integrante de Greenpeace) han tenido la
causa conservacionista y ecologista como prioridad en sus letras; su gran éxito
‘Beds are burning’ (1988) denuncia el desprecio que se tiene con las tribus y
sociedades que hasta hace poco vivían aisladas de la civilización occidental, y
concretamente delata el pésimo trato que la sociedad y el gobierno australianos
ha dado a los aborígenes. Ya en los noventa, el gran Steve Forbert escribió una
pieza cargada de fuerza expresiva (aunque apenas tenga acústica, armónica y
voz), el ‘Good planets are hard to find’, o sea, los planetas buenos son
difíciles de encontrar; en ella, el cantante, compositor y guitarrista de
Mississippi viene a señalar lo extraordinario de la Tierra, lo casi imposible
que es encontrar un sitio en el que, como éste, se den todas las circunstancias
para que exista vida.
A finales del XX Manu
Chao iniciaba su carrera en solitario con el celebrado álbum ‘Clandestino’, en
el que el hispano-francés hablaba a ritmo de ska-rock (entre otros) sobre sus
temas favoritos: la solidaridad, el mestizaje, las desigualdades, la maldad del
sistema…, y también el cuidado de la Naturaleza; ‘Por el suelo’ presenta una
Tierra decaída, abatida, triste, una madrecita a la que nadie hace caso y que
se muere porque no se la respeta; “mamacita te vamos a matar (…) Pachamama me
muero de pena” son algunas de sus reflexiones (Pachamama viene a ser ‘Madre
Tierra’ en algunas culturas americanas precolombinas).
También el malogrado
Michael Jackson puso su talento al servicio del conservacionismo, de modo que
son unas cuantas las composiciones que ideó pensando en el medio ambiente. Una
de ellas es la genial ‘Heal the World’ (1991), que con matices y coloración
negra (va del góspel al soul) desliza por una melodía brillantísima proclamas
de hermandad; de hecho, la idea del título, ‘Cuida el mundo’, se refiere más a
un mundo presidido por el amor fraternal, aunque no deja de preguntarse “¿Por
qué seguimos estrangulando la vida y herimos esta Tierra?”. El propio genio de
Indiana, autor y productor de este magnífico tema, declaró que era la canción
de la que más orgulloso se sentía.
En realidad, las
causas solidarias y benefactoras (para la Tierra y sus habitantes, humanos o no)
han encontrado en la música pop y rock un potente altavoz que difunde mensajes
y gana adeptos, y que revisa todos los aspectos y puntos de vista del asunto.
CARLOS DEL RIEGO
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