Ha ocurrido muchas veces. Alguien
escribe una canción, la graba, la publica y no pasa nada, nadie se entera.
Tiempo después otro toma la canción, le hace un par o un par de docenas de
arreglos y, ¡enorme éxito! Lo que parece injusto es que, a pesar de la difusión del tema y de que
todo el mundo la conozca y tararee, nadie sepa a quién se le ocurrió o quién le
dio forma antes. Es decir, quien tiene casi todo el mérito no consigue el
mínimo reconocimiento.
La propiedad intelectual es algo muy
preciado, a veces discutido y muchas otras ‘birlado’. En el caso del rock &
roll, como en tantos otros, bien puede aplicarse lo de ‘el que esté libre de
pecado…’. Sea como sea, hay casos en que, aun con el autor debidamente
acreditado, los focos y la fama nunca se detienen en él, sino que sólo se fijan
en el que tomó la idea y la adecuó a los gustos del momento. Hay abundantes
muestras de grandes éxitos cuyos compositores y primeros intérpretes permanecen
en una inmerecida oscuridad: y eso sin contar las muchas piezas célebres
calificadas como ‘tradicional’ y, por tanto, de autor incierto, ni tampoco los
no pocos blues y rythm & blues recuperados y reciclados.
Una de las canciones de éxito cuyo autor
está en el olvido más injusto es el clásico ‘Jet Airliner’ de Steve Miller
Band. La escribió un perfecto desconocido, Paul Pena, quien la grabó en 1973
pero no la publicó (hasta el año 2000); el productor se la mostró a Steve
Miller, quien reescribió parte del texto, le añadió un par de riffs de guitarra
y, en fin, la elevó al top 10 de Usa en 1977. Paul Pena era estadounidense de
ascendencia caboverdiana; compositor, cantante y guitarrista de gran talento
para el funk, el jazz, el blues, el flamenco (sí, sí), el rock & roll…, y
se quedó ciego con 20 años, y padecía diabetes y cáncer de páncreas… Murió en
2005 y, dicen, vivió toda su vida de los derechos de autor de aquel ‘Jet
Airliner’. Cuando suene ésta, justo sería acordarse de Paul Pena.
Ram Jam es uno de esos grupos que solo
vieron el éxito una vez, una y nada más, en 1975 con el tema ‘Black Betty’,
poderosa canción con guitarra explosiva, cambios vertiginosos y un riff
perfecto para el ‘air guitar’ (tocar una invisible guitarra). Pero no es
original, sino que la firma un bluesman legendario, Leadbelly (1888-1949), cuya
versión puede escucharse en Youtube.
Músico prodigioso, compositor brillante, innovador, mujeriego, pendenciero,
presidiario, artista famoso y siempre pobre. Luego, cuando irrumpe el rock
& roll se convierte en gran referencia, e incluso algunos de sus títulos le
hubieran garantizado pingües ingresos…, de haber estado vivo; baste recordar
dos, el irresistible y carcelario ‘Midnight special’ y el ‘Black Betty, que a
veces se acredita como tradicional, pero cuya primera forma y estructura es
suya, y así aparece en su grabación de 1939.
¿Quién no ha escuchado infinidad de
veces el ‘Video killed the radio star’?, pero ¿quién ha escuchado alguna vez la
versión original de Bruce Woolley? Sí, la de los Buggles se convirtió en éxito
mundial, pero su sonido parece atrapado en su época y, en fin, siempre resultó
un tanto facilona, simplona, comercial hasta el extremo. Sus autores son Trevor
Horn, Geoff Downes y Bruce Wolley, pero antes de grabarla se tiraron los
trastos. Woolley la grabó y la lanzó antes (por tanto ha de considerarse como
la original), y luego llegó y logró el éxito la de Buggles. Cuando se escucha
una y otra las diferencias son abismales. Una es techno blando, chicle,
estándar, la otra es pop-rock enérgico y apasionado con potente guitarra y excelentes
teclados (de Thomas Dolby). Imprescindible conocer la versión de Bruce Woolley.
Uno de los primeros temas que nunca
faltaban en los primeros conciertos de Beatles es el ‘Twist & shout’ que,
como es sabido, no era de su cosecha. Resulta curioso que haya quien piense que
el original es el que hicieron los Isley Brothers en 1962 y que Beatles
grabaron el año siguiente. Sin embargo, la primera versión la hicieron los
desconocidos Top Notes. Estos la publicaron en 1961 con la producción de un
primerizo Phil Spector; el compositor, Bert Berns (autor de otros muchos
títulos legendarios), detestaba lo que
había hecho Spector, por lo que a la primera oportunidad hizo que la grabaran
otros, los Isley Brothers, con la forma que hoy todo el mundo tiene en mente.
No poca controversia hubo con el gran
éxito del soul ‘Killing me softly with his song’, que Roberta Flack llevó al
número uno en 1973. Sus autores, Fox y Gimbel, trabajaban con una nueva voz del
folk, Lori Lieberman, y para ella escribieron el tema, que se editó en 1971 con
un melancólico tono folk y sin que hubiera mayor repercusión. Luego, Lori dijo
que ella había tenido la idea del título y del contenido, pues se había
inspirado en una actuación de Don McLean; sin embargo, el letrista, Gimbel,
afirma que a ella sólo se le ocurrió tal cosa después de haberla grabado, y que
eso de ‘suavemente me mata con su canción’ había derivado de ‘suavemente me
mata con su blues’, que él tenía en una libreta donde anotaba frases, ideas,
temas. Nadie se acuerda de la versión original, pero merece la pena escucharla
aunque sea por simple curiosidad.
También hay algunos casos en que
canciones de gran pegada comercial no se terminan de asociar a su autor a pesar
de que éste sea un artista de fama mundial. Por ejemplo, el ‘Manic Monday’
(1986) que tanto dio a las chicas de Bangles fue una creación de Prince (a
veces aparece con uno de sus seudónimos, Christopher); al parecer éste la
escribió pensando en el grupo Apollonia 6 (Apollonia Kotero era su deslumbrante
pareja) hacia 1983, pero se la dio a las californianas con el resultado
conocido. Otra difícil de asociar a su autor es el pegadizo ‘I am a believer’
que llevó a The Monkeys al número uno en 1966; aunque los más iniciados ya lo
sabrán, la gran mayoría de los que tararean su estribillo desconocen que su
autor es el prolífico Neil Diamond, un tipo con una prodigiosa capacidad
creativa.
Esta apenas es una pequeña
muestra de una lista que podría alargarse y alargarse.
CARLOS DEL RIEGO
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