Hay que ser un auténtico pervertido para aprovecharse de la desgracia de los más necesitados |
Una de las noticias más inquietantes que han saltado al primer plano mundial en este febrero de 2018 es la que acusa de odiosos delitos a una organización nominalmente humanitaria, Oxfam, muchos de cuyos integrantes organizaron fiestas en Haití con niñas y mujeres que, seguro, estarían dispuestas a todo a cambio de un pedazo de pan; así, los que en teoría estaban allí para paliar los efectos de los desastres naturales no hicieron más que aprovecharse de las necesidades de los desdichados. Y para rematar, se ha demostrado que no pocos de sus dirigentes viven en la corrupción más asquerosa, que es la que se queda con el dinero que la solidaridad de la gente dona para aliviar a los que sufren todo tipo de desgracias. Lo malo es que esto no es nuevo, sino que dicha organización ya tenía denuncias, y muchos de sus componentes (tanto voluntarios como directivos) han tratado de esconderlas, de encubrirlas durante años; así, se habla de una costumbre de abusos desde Haití hasta Chad, y que la dirección de Oxfam los conocía y ocultaba. Peor aún, son cientos las denuncias contra actuaciones de diversas oenegés en muchas partes del mundo, incluyendo la ONU, organización encabezada por profesionales de la política, o sea, caraduras profesionales, y en la que militan verdaderos indeseables que lucen cascos azules.
Dos
citas ilustran el asunto a la perfección. Explicaba Cervantes que cuando una
sirvienta abre la puerta de su alcoba a los hombres por la noche y no pasa
nada, es señal de que la señora de la casa hace lo mismo, ya que, en caso
contrario, de ningún modo permitiría que tales ‘desvergüenzas’ tuvieran lugar
en su casa. Con las organizaciones no gubernamentales (deberían cambiar esta
denominación, ya que casi todas recaudan
de gobiernos) pasa lo mismo: si los de abajo perpetran barbaridades como
las mencionadas en repetidas ocasiones y los jefes lo permiten (imposible que
no se enteren) no hay duda, también ellos están pringados.
La
otra cita procede de la actualidad. En una ocasión contó el veterano periodista
Vicente Romero que un día se quedó hasta tarde en la redacción y que llegó la
señora de la limpieza, la cual le preguntó a qué organización sería mejor donar
un poco de dinero con el que ella quería colaborar; él respondió que, a pesar
de ser ateo, a Cáritas, y explicó las razones: en primer lugar, los de este
organismo no están ahí por moda, por realizar unas vacaciones solidarias, por
viajar y ver mundo o por tener algo prestigioso que poner en el currículo para,
al acabar la temporada, volver a casita…, nada de eso, sino que los de la
mencionada organización están por vocación, por convicción, sin intereses
mundanos o materiales y, pasado el verano, no se marchan; en segundo lugar,
añadió Romero, porque como llevan mucho tiempo sobre el terreno, tienen sus
propios transportes y almacenes, saben cómo evitar a los bandidos y los
aprovechados, conocen los caminos y las necesidades específicas de la población,
saben cómo sacar el máximo partido a los fondos recibidos y, en fin, no toman
ni un céntimo para sí mismos, o sea, no están allí por interés; en tercer lugar
porque, cuando regresan a casa, están deseando volver y suelen repetir que hay
mucho trabajo que hacer, lo que quiere decir que ese trabajo es su vida, su vocación,
su objetivo principal. En resumen, Vicente Romero, reportero y corresponsal con experiencia de
muchos años por todo el mundo, aconsejó a la desprendida trabajadora con un
profundo conocimiento de causa.
En
el actual estado de las cosas puede afirmarse que las ONG´s son necesarias,
aunque tanto los dineros que a ella se destinan como el personal que los maneja
deberían estar muchísimo más controlados; también parece de sentido común que
nadie de los que trabajan para esas instituciones debería recibir remuneración
o, al menos, no sacada de lo recaudado de la generosidad y solidaridad de la
población donante.
Por
último, es preciso señalar algo muy chocante: muchas de las organizaciones no
gubernamentales están profundamente ideologizadas y no dejan de clamar contra
el capitalismo; sin embargo, sus integrantes viven en y del capitalismo, recaudan
de los países capitalistas y exigen fondos a los gobiernos capitalistas, es
decir, no dejan de recurrir al ‘despreciable’ capitalismo para (teóricamente)
paliar las desdichas que se producen en los países del llamado tercer mundo.
Precisamente una de las oenegés que más elevan su voz contra el capitalismo es
Oxfam, en cuyos informes y memorias no dejan de culpar a los países y
sociedades capitalistas de todos los males de este mundo. Es contradictorio que
se acuse y se señale al mismo al que se pide dinero, que se le insulte y acto
seguido se le solicite ‘la voluntad’. Contradicción que se convierte en
hipocresía y desfachatez en el caso Oxfam.
Sea
como sea, es de esperar que la desvergüenza y cinismo de unos cuantos no
desactive las ganas de echar una mano.
CARLOS
DEL RIEGO
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