Jones ha mostrado su catadura moral al insultar al fallecido Michael Jackson después de toda la vida aparentando ser su amigo y colega |
Ahora que ya no es protagonista y su teléfono ha dejado de sonar, ahora que ya no trabaja con las grandes figuras del pop y el rock, ahora que ya no está en el centro del escenario, ahora, Quincy Jones decide empezar a escupir mala baba, a expresar la envidia que durante años se estuvo tragando, ese resentimiento acumulado mientras trabajaba para otros que, al final, siempre se llevaban toda la fama; es como si él sintiera que merecía más, que sin él todos esos figurones nunca hubieran llegado a la cima y que, en definitiva, él, el prestigioso Quincy Jones, siempre fue absolutamente imprescindible para que aquellos consiguieran éxito, gloria, dinero; y por ello, ahora da rienda suelta a su soberbia y expresa en voz alta lo que muchos años calló. Pues resulta que, cumplidos los 85, el tipo ha empezado a despotricar, a insultar, a menospreciar a gran parte de los músicos con los que compartió su vida profesional. Lo ha hecho en varias entrevistas a diversos medios con motivo de ese cumpleaños y (factor importante) el estreno de un documental sobre su trayectoria.
Lógicamente
sólo lanza sus flechas envenenadas contra grandes nombres de la historia del
pop y del rock, ya que si lo hiciera contra segundones apenas tendría espacio
en los medios. Así, de los Beatles dijo que eran los peores músicos del mundo (“the
worst musicians in the world”), que Paul era el peor bajista que había visto, y
que Ringo…, “de Ringo mejor no hablemos”. Podría haberse limitado a decir que
no eran músicos excelentes, o explicado que en sus inicios no eran muy buenos, pero esa tajante afirmación de ‘los peores del
mundo’ parece más inquina, más despecho que otra cosa. Además, según él, los
conoció hacia 1963 ó 64, cuando el grupo ya había pasado una dura ‘mili’
tocando varias sesiones diarias en clubes de Hamburgo, o sea, que tal vez no
fueran virtuosos consagrados como los músicos de jazz con los que estaba
acostumbrado a tratar, pero seguro no desmerecían en absoluto al lado de los de
su generación. Además, el músico no sólo es el intérprete, sino también el que
compone.
No se
olvidó el resentido Quincy de dar brillo a sus cicateros ataques utilizando a
otros gigantes del rock. Así, se dejó decir que, en sus comienzos, “Elvis ni
siquiera podía cantar”; cabría preguntar al célebre productor cuántos encontró
a lo largo de su carrera que cantaran mejor que el rey. También tuvo unas
palabras para otros de sus ‘amigos’, como los integrantes de U 2, a quienes se
refiere con un contundente “no han escrito ni una sola buena canción”; y cuenta
que cuando va a Dublín nunca sale de casa de Bono (¿le confesará entonces lo
malo que es?) porque “Ireland ist so racist!”. Parece haber olvidado que él
mismo conoció y, seguro, sufrió en sus carnes la segregación y las leyes
racistas que estuvieron vigentes en USA hasta hace una semana (como quien
dice), mientras que en Irlanda jamás hubo tal cosa.
Pero
lo más sangrante son las ofensas contra la persona que más lustre y fama le
dio. Y es que acusa a Michael Jackson de haber robado partes de canciones,
melodías, ritmos, líneas instrumentales…, aunque sólo da una referencia
(‘Statement of independence’ de Vangelis, cuya escucha no revela a qué pieza de
Jackson se parece); continúa ensañándose con el muerto llamándole “codicioso y
retorcido”, y completa la cosa con un sorprendente “en realidad no tenía tanto
talento”. Seguro que a Jackson le gustaba la pasta y tendría sus cosas, y seguro
que se ‘inspiró’ en el trabajo de otros más de una vez, aunque el autor que esté
libre de pecado…, pero que le niegue talento demuestra simple y pura envidia. Lo sorprendente es que no diga una palabra de la
‘debilidad’ del autor de ‘Thriller’, puesto que como estuvo tanto y tan cerca
de él, tenía que saber perfectamente si había algo o no.
De
tales palabras es fácil deducir varias cosas. En primer lugar parece evidente
que es un hipócrita, pues en las fotos aparece como un gran amigo de los que
ahora son objeto de su rabia e incontinencia verbal. En segundo lugar parece
claro que es un mal compañero, pues sólo así se entiende que largue de ese modo
contra los que son (o fueron) sus colegas. Y tercero, parece tratar de
transmitir la idea de que todos aquellos no hubieran sido nada en la historia
de la música del siglo XX sin su concurso.
Pero
no se conformó con atizar a sus compañeros. Cuando habla de sí mismo y de su
carrera profesional evidencia un ego de tamaño cósmico y le faltan
calificativos para darse autobombo, olvidándose de sus estrepitosos fracasos.
Como es lógico, sacude de lo lindo a Trump, al que califica de “retrasado, megalómano, narcisista” (aquí no
está tan desacertado) y luego se vanagloria de haber salido con su hija cuando
él tenía 72 y ella cincuenta menos… Patético es comprobar cómo, llegado a la
vejez, se pone a presumir de haber tenido a grandes celebridades como novias o
amantes (cientos, asegura) e incluso de haber rechazado a Marilyn
Monroe. En fin, dime de qué presumes… Como no podía ser de otro modo, sus
desvaríos tienden también a la megalomanía, ya que asegura que sabe perfectamente
quién mató a John Kennedy; claro que sólo ‘revela’ que la mafia le ayudó a
ganar las elecciones (cosa más que sabida), y que los padrinos estuvieron
detrás de su asesinato, lo que es una de las varias teorías existentes; es
decir, no dice nada que no se supiera; por último añade, como dándose
importancia, “no deberíamos hablar de esto en público”.
Algunos
que han empezado a contestarle aseguran que está cabreado con el mundo…, tal
vez porque cree que merece más fama, más dinero, más honores. También habrá
influido el próximo estreno del mencionado documental, ya que esta propaganda
le viene muy bien para conseguir titulares. Otros le han defendido con la
recurrente disculpa de que se han sacado las frases de contexto, y que respecto
a Beatles él sólo se refería a sus primeras impresiones…, disculpa que no sirve
cuando habla de los otros. En todo caso, da la sensación de que él siempre se
ha sentido mucho más importante de lo que en realidad era, y que siempre ha
estado convencido de ser mejor que los músicos para los que trabajó.
¿Vanidad
y frustración liberadas o demencia senil?; si es esto último no es responsable
de sus actos y sus palabras y, por tanto, mejor quedarse con lo que fue.
CARLOS
DEL RIEGO
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